jueves, 30 de agosto de 2012

Gil Gamés - En el tribunal


Repantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gil leyó aquí y allá, dentro y fuera, arriba y abajo que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación declarará infundado el juicio de inconformidad con el cual la coalición de izquierda solicitó invalidar la elección. Que nadie se mueva de sus lugares, empieza la diversión. Su periódico El Universal publicó a toda plana la noticia de que el Trife desechará la impugnación. Según la nota de Nayeli Cortés, fuentes del sector electoral reportan que el informe de tres mil hojas concluye que no hay pruebas contundentes de que el candidato priista Enrique Peña Nieto violó el tope de gastos de campaña o de que haya adquirido tiempo en televisión de forma indebida.




Tampoco hay evidencia, agrega la nota de Nayeli Cortés, de que se utilizaron las encuestas para favorecer la candidatura de Peña o de que hubo coacción del voto a su favor. Los magistrados tienen previsto votar el día de hoy el documento. No se necesita ser un agudo analista para saber que viene el sainete de Liópez, los discursos iracundos, la asamblea informativa, la marcha del SME, la CNTE, Atenco, las respuestas flamígeras del Movimiento Progresista, el Hombre de los Espejuelos, el delirante abogado Cárdenas, el confiabilísimo político Beto Anaya. Todos a bordo de la nave que promete 15 minutos de celebridad en contra de la imposición. De sólo imaginar los siguientes días, una nube de tedio envuelve al mullido sillón. ¡Gil consciente se une al contingente! La van a armar de tos, eso que ni qué.

Gilga revisaba los subrayados de su folleto Fraude 2012. Si las pruebas que presentó el Movimiento Progresista se parecen a estas crónicas, la verdad no ganan ni una carrera de costales. El soporte de los textos de estos escritores de ficción es el vago rumor. A todos y todas les han contado con todo detalle cómo ocurrió la compra de votos, ninguno de ellos vio nada, ni investigó nada, ni se tomó el trabajo de verificar algún hecho. Como decía Gilga: primero levantaron el acta y luego les robaron el coche. Según Sanjuana Martínez, en Nuevo León, un lote de “tarjetas de teléfono fueron abandonadas en el porche de la sede del PT por un priista arrepentido por el triunfo con triquiñuelas del candidato priista a la alcaldía, José Luis Martínez, por una diferencia de 82 votos”. Un priista arrepentido, no se diga más; Gamés ha sentido el arrepentimiento y ha abandonado incluso al mullido sillón en el umbral de la habitación de la señora Gamesa. Ah, la culpa, la compunción, la pesadumbre como prueba de la compra de la elección (ción-ción).

Oigan las pruebas de Sanjuana Martínez: “Hay actas notariales de cómo en las casillas sacaban boletas en blanco y se ponían a ofrecerlas por dinero en efectivo. Hay gente a la que le quitaban su credencial, se la sellaban y no la dejaban votar. Hay fotos y videos de cómo el candidato priista entraba y salía de la Comisión Electoral”. Gamés no puede evitar que esta imagen crezca en su mente: ¿de a cómo la boleta, seño? Se las dejo baratas porque son las últimas. ¿Trae de diputados y senadores? Ah, no: a nosotros nos dijeron que sólo vendiéramos las boletas de la urna presidencial, ahí si le fallo, joven. Córcholis.

Gil no sabe si los textos del folleto Fraude 2012 son deseos, sueños, odios, hologramas, empanadas o lágrimas. Quizá sea todo esto a la vez, por eso su lectura es ardua e implica una complicidad como la de quien juega a la gallina ciega. Aquí esta el fraude; más allá, atrás, abajo. ¡Trampa! ¡Se quitó la venda de los ojos!

La máxima de Faulkner espetó dentro del ático: “Lo que se considera ceguera del destino es en realidad miopía propia”.

Gil s’en va

gil.games@razon.com.mx
Twitter: 
@GilGamesX



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