El discurso de Felipe Calderón en la ONU sorprendió más por lo que pareció un cambio de postura respecto a las drogas que por la fuerza del mismo. Es cierto que el Presidente defendió la necesidad de combatir al crimen organizado, más allá del tema de las drogas, pero abrió una puerta que siempre había mantenido cerrada y alejada de cualquier discusión: la legalización de las drogas. Lo hizo sin haber jamás mencionado el término “legalización”, sino todo tipo de eufemismos y retóricas.
El Presidente de México habló en la ONU de “regular el mercado” y “revisar la normativa internacional”, que no es otra cosa que hacer leyes para que se defina el nuevo límite de tolerancia a las drogas. Pero en la frase más contundente se refirió directamente al consumo: “Es el momento, insisto, de explorar alternativas diferentes al propósito no logrado de reducir el consumo”. En síntesis: aceptemos que el consumo sigue creciendo y ninguna política pública ha logrado frenar el avance del consumo de drogas y que, por lo tanto, requerimos verlo como una realidad que ha rebasado con mucho los marcos legales y, más aún, la capacidad de respuesta de los Estados.
El trafico y la distribución de las drogas generan violencia en dos puntos. En el trasiego, que es donde se enfrentan a las diferentes corporaciones del Estado —Ejército, Marina, Policía Federal o Ministerial—, y en el contacto con el cliente, lo que los expertos en logística llaman la última milla. La violencia que más afecta a la sociedad es esta última, no porque unos muertos sean más importantes que otros, sino porque los que mueren por consumo caen en su barrio, al lado de su gente, la mayoría de las veces por problemas de pago.
El mercado mundial de las drogas tenderá a estabilizarse. Estudios tendenciales muestran que la mariguana es una droga que no ha dejado de crecer un solo día en los últimos 50 años. Cada día tiene más adeptos y terminará legalizándose. Caso contrario es el de la cocaína que, si bien es la que más ganancias deja, es la que menos aceptación tiene y desde hace varios años muestra una leve tendencia a la baja. Las metanfetaminas y las drogas llamadas de diseño son estrictamente generacionales y están un mercado pequeño (comparado con las otras dos) pero estable. Por contrapartida, las drogas cuyo consumo crece más son las llamadas de farmacia, mezclas de medicinas de patente que provocan efectos placenteros y daños colaterales. Entrarle desde ahora a la regulación no sólo es adelantarse a lo inexorable, sino sobre todo salvar vidas, las vidas de quienes caen en la batalla, los que mueren en la compraventa y los que se pierden en las drogas y el alcohol.
El Presidente abrió la puerta de la regulación; nos toca a la sociedad quitarnos la venda de la hipocresía.
Leído en: http://opinion.informador.com.mx/Columnas/2012/09/28/drogas-regulacion-e-hipocresia/
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