Sergio Sarmiento |
Ya el 26 de agosto de 2011, después del incendio del Casino Royale en Monterrey, que dejó un saldo de 52 muertos, el mandatario señaló en un mensaje televisado que si los estadounidenses “están decididos y resignados a consumir drogas, [que] busquen, entonces, alternativas de mercado que cancelen las estratosféricas ganancias de los criminales”.
La gran diferencia con el discurso que pronunció este 26 de septiembre en la Asamblea General de las Naciones Unidas no fue la propuesta en sí, sino la petición a la comunidad internacional para que tome un papel activo en valorar las alternativas de mercado. Si los países consumidores no pueden reducir el consumo, afirmó, “entonces tienen la obligación moral de explorar todas las alternativas para eliminar las estratosféricas ganancias de los criminales, incluyendo explorar las opciones regulatorias o de mercado… Hoy propongo, formalmente, que ésta, nuestra Organización de las Naciones Unidas, se comprometa en el tema, que haga una valoración profunda de los alcances y de los límites del actual enfoque prohibicionista en materia de drogas”.
El presidente siempre ha tenido razón cuando ha señalado que México no es el mercado relevante para estas sustancias. Aun cuando nuestro país las legalizara, el impacto sobre los precios internacionales sería relativamente pequeño. De hecho, si bajaran los precios nacionales y se mantuvieran los internacionales aumentaría el flujo a los Estados Unidos y se provocaría quizá más violencia. La modificación de la estrategia que desde hace medio siglo mantiene una infructuosa guerra contra las drogas debe hacerse a nivel internacional. Las Naciones Unidas son la única institución que tiene la posibilidad de promover una medida de esta naturaleza a nivel global.
Ya han surgido propuestas responsables para modificar la estrategia de la prohibición ante el problema de las drogas. La Comisión sobre Drogas y Democracia en América Latina, en la que participaron los ex presidentes Ernesto Zedillo de México, César Gaviria de Colombia y Fernando Henrique Cardoso de Brasil, además de respetados especialistas e intelectuales, ha ofrecido dos recomendaciones. La primera es descriminalizar el consumo de todas las drogas, ya que es injusto castigar a alguien por usar sustancias que sólo a él dañan. La segunda es buscar opciones para regular el comercio de drogas blandas, por ejemplo la mariguana, como se hace actualmente con el tabaco y el alcohol.
De lo que no hay duda es que a un siglo de la prohibición, y a medio siglo de que el presidente de los Estados Unidos Richard Nixon lanzara la guerra contra las drogas, el consumo ha aumentado y en cambio las secuelas de violencia en países como Colombia y México han alcanzado niveles insostenibles. El propio presidente Calderón, que se ha distinguido por ser uno de los más fieros impulsores de la política de mano dura contra el narcotráfico, parece haber arribado ya a la misma conclusión a la que antes llegaron sus predecesores Vicente Fox y Ernesto Zedillo. La guerra contra las drogas ha fracasado y es importante buscar otras opciones.
LA BATALLA
¿Tiene que haber muertos para que un gobierno asuma su responsabilidad? Ayer falleció un chofer en una batalla en la que Antorcha Campesina y una empresa privada se disputaron una base de microbuses en Cuautitlán Izcalli, Estado de México. Los grupos de poder se disputan las concesiones públicas sin que al parecer los gobiernos tengan nada que ver.
Twitter: @sergiosarmient4
Leído en: http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/cambio-de-rumbo2
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