Francisco Rodríguez |
Fue el príncipe ruso Piotr Alekséyevich Kropotkin, geógrafo y naturalista, quien infirió, a partir de una gran masa de datos zoológicos que, aunque es cierta la lucha entre especies diferentes y entre grupos de una misma especie, en términos generales debe decirse que la pacífica convivencia y el apoyo mutuo reinan dentro del grupo y de la especie, y más aún, que aquellas especies en las cuales más desarrollada está la solidaridad y la ayuda recíproca entre los individuos tiene mayores posibilidades de supervivencia y evolución.
Es en este contexto puramente zoológico que, si se me permite, debe verse hoy la evidente relación entre Felipe Calderón y Enrique Peña: la del apoyo mutuo para, ambos, alcanzar la sobrevivencia que, en definición del propio Kropotkin, no constituye un ideal ético ni tampoco una mera anomalía que rompe las rígidas exigencias de la lucha por la vida, sino un hecho científicamente comprobado como factor de la evolución, paralelo y contrario al otro factor, el famoso struggle for life o, en español, la lucha por la vida.
Y es Calderón, en efecto, quien –más que Peña-- ahora mismo lucha por su propia sobrevivencia. Se ha allanado así el michoacano a cuanta exigencia se le ha planteado desde el equipo del ya nombrado Presidente Electo, aunque tal signifique un alto costo político para su agonizante y fallida gestión como ocupante de Los Pinos.
Primero de esos casos ha sido el de la expropiación, aunque oficialmente se diga que es rescate, de la banda 2.5 Ghz. Una “papa caliente” que hubiese quemado las manos del siguiente inquilino de la residencia presidencial, de haberse prolongado un conflicto que ya lleva más de cinco años de incidencias. Así, se ha obligado a Calderón a que sea él quien, cual si fuese una más de las muchas manchas al tigre, asuma todos los costos.
Las iniciativas de reforma laboral y de rendición de cuentas de los gobiernos estatales son otros dos ejemplos del apoyo mutuo entre el saliente Calderón y Peña, el entrante, donde el primero es quien lleva la peor parte, sobremanera porque las envió al Congreso en calidad de “preferentes”.
En una situación más risueña, en cambio, se encuentra el mexiquense. Aparentemente no es él quien entra en conflicto con los liderazgos sindicales y los mandatarios estatales que, por tradición y militancia, han sido aliados históricos –y en muchos casos aportantes de recursos y, claro, de votos-- del Partido Revolucionario Institucional. Peña, incluso, hasta podría presumir que, en el caso de la reforma laboral, él mismo paró una anterior intentona calderonista.
Es el michoacano, sí, quien hace la tarea sucia. Su situación de debilidad política –rotundo perdedor de las elecciones, fracasado en todas las estrategias políticas y económicas que echó a andar, y repudiado por un creciente sector de la población-- lo orilla a ser la mano del gato que, para Peña, saca del fuego las castañas.
Más todavía cuando, todo indica, de aprobarse la reforma laboral llevaría al país a situaciones de crisis, perjudiciales, como las que hoy se viven en Europa, señaladamente en España. Una reforma que no sólo es dañina a los trabajadores sino, incluso, no brinda a los empresarios las garantías que siempre demandan para invertir sus recursos en fuentes de empleo.
Así es Calderón quien se enfrentará a los sindicatos lo mismo que a los gobernadores, pagando muy caro el apoyo que pueda brindarle Peña Nieto, señaladamente la inmunidad, para su personal sobrevivencia.
La zoología brinda el ejemplo.
Aunque pertenezcan a diferentes especies, la mayor parte de los integrantes del reino animal se brindan apoyos mutuos.
En México lo estamos descubriendo en los albores del siglo XXI.
Índice Flamígero: "Hay temas en los que seguramente tiene que tomar decisiones Enrique Peña Nieto en los primeros días de su mandato. Desde el tema, por ejemplo, del desabasto de gas natural que está sufriendo la industria, el precio de los alimentos, derivado de la escasez de maíz y trigo, la licitación de la Banda 2.5 GHz o el tema de Mexicana", dijo en entrevista radiofónica, ayer, Luis Videgaray, verdadero poder tras el presidente electo. + + + Fueron 86 días los que Miguel Ángel Ibarra, ex trabajador de la desaparecida Luz y Fuerza mantuvo su huelga de hambre para protestar por la arbitraria desaparición de esa empresa. Son 86 días los que restan a esta administración federal antiobrerista.
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Leído en: http://www.vanguardia.com.mx/sobrevivencia-1365834-columna.html
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