Lydia Cacho |
A Jineth Bedolla por su valentía y ejemplo
Estamos en Bogotá, un reportero me pregunta si creo que Enrique Peña Nieto quiera hacer declaraciones y hablar con la prensa colombiana abiertamente. Varios colegas ya tienen listas sus preguntas, quieren saber si hubo fraude electoral, otros cuestionarían si Peña Nieto entiende las diferencias entre México y Colombia ya que se ha decidido a llevar como su consejero de guerra al general Naranjo, tan amado por unos y odiado por otros en Colombia como lo es Genaro García Luna en México. Salgo a caminar, en cada esquina encuentro militares con perros para detectar drogas, voy escoltada con hombres armados porque la autoridad considera que puedo correr peligro en un país supuestamente seguro.
El hombre que gobernará a México durante los próximos seis años llega a Colombia a dar declaraciones, pero no entrevistas abiertas. Su acto más simbólico fue aquél en que frente al presidente colombiano Juan Manuel Santos declaró que “haciendo uso de la exitosa experiencia de Colombia” abatirá la violencia en México. Está claro que el priísta no leyó las noticias de Colombia de la semana en que llegó a este hermoso pero convulso país y que no entiende de qué habla.
El 10 de septiembre se halló un cargamento de armas en Medellín traficadas ilegalmente por el FBI al estilo “Rápido y Furioso” mexicano. Los expertos en seguridad de Colombia ya no se asombran, dan por hecho que los operativos de la CIA y el FBI llegaron para quedarse gracias a la fallida “guerra contra las drogas” implementada por Washington en el país que dio vida a García Márquez.
Peña Nieto debería de saber, a estas alturas, que Colombia no solamente sigue exportando toneladas de cocaína hasta América del norte, sino que la reciente detención en Miami de la red del ‘Loco Barrera’, como el resto de los operativos antinarcóticos de los últimos tres años, fue llevada a cabo por fiscales norteamericanos ante la monumental inoperancia de las fiscalías colombianas plagadas de corrupción que prohíjan impunidad.
Según reveló el diario El Tiempo, los socios del ‘Loco’, develaron la estrategia utilizada para sacar a la semana no menos de tres toneladas de cocaína del país. Se detectó que una parte de la red se dedicaba a inyectar dinero para que la otra comprara y/o alquilara aeronaves en Miami, Fort Lauderdale, Bahamas, Belice, Guatemala y Honduras. Es decir, la mata sigue dando. Los narcos operan igualmente, Colombia consume más droga que nunca. Los cargamentos de droga salen desde aeropuertos de Medellín y Montería; por el oriente del país, entre Meta y Vichada y del Estado Apure (Venezuela), asociados con los cárteles mexicanos. La investigación demostró que la estructura logística incluía el pago a controladores aéreos y técnicos en hangares, donde las naves eran acondicionadas con tanques extras y ampliación de espacios. Lo mismo que se reportaba hace diez años. Los aeropuertos norteamericanos, el de la Ciudad de México y el de Cancún, siguen recibiendo su droga sana y salva y las vías marítimas también la dejan fluir. Los líderes narcos son los herederos de los “peces gordos” extraditados a los Estados Unidos hace años.
El fiscal de la Florida, Wilfredo Ferrer, entrevistado por El Tiempo, aseguró que las ahora llamadas Bacrims (bandas criminales, antes cárteles) crecen en poder y fuerza. “Después de que fueron desmantelados los carteles de Cali, Norte del Valle y de Medellín hubo un vacío. Ahora vemos una nueva estructura y una nueva amenaza para la seguridad de Colombia y del mundo entero, y son las llamadas bandas criminales. Se están uniendo, están en diferentes partes de Colombia y son responsables no solo de cultivar sino de mandar y transportar la droga a otras partes del mundo” declaró el fiscal a ese diario nacional.
Los grandes logros que Peña Nieto admira de Colombia son inexistentes. A cambio de 6 mil millones de dólares en armas y logística, Colombia se armó hasta los dientes, la CIA y el FBI ya no son infiltrados sino efectivos operando en territorio latino. Hay 3.7 millones de personas desplazadas que lo perdieron todo en manos de las guerrillas, el ejército nacional corrupto y los narcos. Este año el gobierno registró 2,700 personas desaparecidas y de los casi 30 mil asesinatos el 77,43% pierden la vida con armas de fuego y muertes violentas. Colombia en acuerdo con el Departamento de Estado norteamericano decidió eliminar de su discurso oficial las palabras Cártel, guerra y ejecución. Los cambió por Bacrim y justicia a domicilio.
En el sur de Florida uno de los estados que más drogas consume en la tierra de Obama, hay un grupo de fiscales y policías de élite norteamericanos operando directamente para territorio colombiano; digamos haciendo “outsourcing judicial” ante el terrible debilitamiento que el desgaste de la guerra civil y la guerra contra las drogas causaron en el sistema de justicia de este país amazónico.
Colombia apenas comienza a abrir los expedientes de esa guerra contra las drogas en que el único ganador fue el Departamento de Estado norteamericano apoderándose de los Sistemas de Inteligencia Colombianos y vendiendo capacitaciones.
La sociedad fue la perdedora luego de un atroz teatro que baño de sangre, a ese país que enfrenta un rosario interminable de cientos de miles de casos de violaciones graves a los Derechos Humanos, con las prisiones llenas hasta el tope, con una disparidad brutal entre ricos y pobres, con 45 ejecuciones diarias. Un país plagado de paramilitares creados por los más ricos que defendían esa guerra, que crearon a sus propias fuerzas de autodefensa transformadas ahora en bandas de sicarios y violadores de mujeres y niñas.
Escucho al general Naranjo decir en su propio país que “las bandas son la nueva expresión narcotraficante, y en ese sentido el Gobierno de Estados Unidos le ha otorgado importancia a la persecución que Colombia viene haciendo a estas organizaciones. Está claro que las bandas criminales están encabezadas por narcotraficantes ‘pura sangre’, que antes de llegar al mundo de las Bacrim hicieron parte de los antiguos carteles de la droga”. ¿Y sus logros mi general?
Colombia se mantiene y sostiene gracias a su sociedad civil, gracias a los esfuerzos de propagar la paz a través del arte la educación y la cultura, gracias a sus poetas y sus periodistas valientes. Sería bueno que Peña Nieto lea un poco antes de abrir completamente las puertas al infierno que Washington y Felipe Calderón celebraron durante ya seis años.
Me conmueve pensar que en mi país hay millones que igual gritan #No más sangre, la guerra no es el camino. La evidencia lo prueba, hay que mirarla.
@lydiacachosi
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