jueves, 20 de septiembre de 2012

Rafael Loret de Mola - Octubre peligroso

Rafael Loret de Mola
No me gustaría hacer un símil respecto a lo sucedido en 1968; pero la situación actual comienza a parecerse mucho. Los diarios europeos y estadounidenses mencionan que “octubre” será especialmente peligroso para las universidades porque las protestas crecerán. Cada nación tiene sus propios argumentos pero confluyen hacia el mismo punto: la desocupación creciente, las escasas oportunidades, la imposibilidad de acomodar a los graduados en el escenario productivo, la baja en el poder adquisitivo, la utopía para los jóvenes de adquirir una vivienda aunque, por la crisis recesiva, sus costos estén a la baja.

La realidad, sencilla y llana, es que no hay dinero, sea por el exceso de deudas de los gobiernos –incluyendo la poderosa Estados Unidos-, o por el imperativo de ahorrar para salvar a las economías europeas, unidas al euro, incapaces de sostener asimetrías financieras con Alemania, la gran vencedora de la tercera y silenciosa guerra mundial. Lo que no pudo lograr Hitler: El dominio sobre el viejo continente, a costa de invasiones y campos de concentración, ha podido hacerlo la señora Ángela Merkel con su paso cansino sobre las escaleras de todas las residencias presidenciales. Un éxito excepcional. 




Desde luego, los jóvenes de todo el mundo, como en 1968, tienen sobrado derecho a estar enfadados. No observan perspectiva alguna que pueda serles favorable en el corto lapso y, lo que es peor, estiman que las inversiones de tiempo y talentos, indispensables para alcanzar un título profesional, tienen una cotización igualmente a la baja, sin la menor posibilidad de ser retribuidos de acuerdo a sus expectativas y esfuerzos. Cientos de taxistas en Alemania, por ejemplo, hablan varios idiomas y tienen reconocimientos académicos que no les alcanzaron para situarse como ejecutivos; luego vinieron la resignación y el reacomodo ante la aplastante realidad.

¿Y en México? Tenemos motivos de sobra para estar preocupados. El manejo ininterrumpido de las redes sociales, con todo y los “hackers” más habilidosos quienes se congratulan con bloquear las cuentas de periodistas y políticos por el solo hecho de sentir que pueden causarles con ello daño, no ha sido siquiera regulado, entre otras cosas, porque los llamados internautas consideran al espacio cibernético como un sitio en donde la libertad -y el libertinaje- son absolutos y, por ende, se niegan a cualquier tipo de legislación que no sea el de la volátil anarquía; así van creciendo, no sin infiltraciones malsanas al nivel de las líneas de pederastas y todo tipo de manías sexuales -hasta las ministras de Cultura, como la de Colombia, han caído en la fiebre que pretende sofocar sus arrebatos carnales, difundiendo videos cargados de erotismo que no pueden permanecer en el estatus privado por el uso de internet-, hasta el punto de convertirse en serias amenazas para la estabilidad social. 

En este terreno, el gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, fue pionero en cuanto a le posibilidad de legislar sobre el terrorismo cibernético luego de que dos irresponsables, contrarios a su gobierno, provocaron una sicosis colectiva sobre un supuesto acto de violencia en una escuela. Lo curioso fue que, en lugar de recibir el reconocimiento por su rápida intervención contra los delincuentes falsamente anónimos, fue repudiado, en las redes claro, por afrentar contra la libertad, tan amplia que en este campo se permite y tutela la violación de la intimidad y el abuso constante de la injuria y la amenaza sin obtener, por ello, como se daría en otros campos, la menor coerción.

(Este columnista, perdónenme el situarme en primera persona, es constante objeto de majaderías, ofensas, amenazas de muerte y otras chulerías parecidas por insistir –por suerte no soy el único- en su defensa a la fiesta de los toros. Otros intelectuales de mayor calado, como Mario Vargas Llosa y el extinto Carlos Fuentes –cuyas inteligencias no deben ponerse en duda- y periodistas de raigambre, como Jacobo Zabludovsky, han salido a la palestra con el mismo propósito y me imagino que, como quien esto escribe, han sido vulnerables blancos de quienes sólo proponen colocarnos en el lugar del toro desconociendo hasta la escala zootécnica; y no paran, alentados por otras minorías -como los movimientos lésbico-gays-, que recrean sus derechos, por supuesto muy dignos y razonables salvo que lo hagan a costa de colocar contra la pared a los demás. No es así como se construye la democracia aunque lo hagan con ayuda de Marcelo Ebrard, casado tres veces acaso sólo para disimular. No se olvide: La libertad es el bien mayor de los seres humanos y existen razones de sobra para exaltar y explicar cuanto deviene de la tauromaquia, una expresión artística extendida a varios siglos que es representación fehaciente de los desafíos existenciales y por ello una gran lección de vida y no de muerte. ¿O es preferible la labor oscura de los rastros sin la menor huella para los animales sacrificados? Ya basta).

Preocupa, como muestra, la aparición del grupo “#Yo soy 132”, surgido como consecuencia de un torpe traspiés de Pedro Joaquín Coldwell, presidente nacional priísta, al llamar “porros” a quienes increparon en la Universidad Iberoamericana, jesuita, a Enrique Peña Nieto, es muestra de lo que es posible desarrollar con la fuerza del mundo cibernético incontrolable. Los propios fundadores del movimiento –muchachos sanos y bien intencionados pero con escasa cultura política-, han reconocido infiltraciones por parte de elementos demasiado interesados en usarlos únicamente para fines políticos y no sociales, como es deseo manifiesto de sus dirigentes originarios. Van ganando los intrusos, por ahora, quienes secundaron, hasta con similar devoción a los incondicionales, a Andrés Manuel López Obrador en su discurso de despedida de los partidos que le impulsaron. Ahora... le basta con MORENA y los chicos que ya son mucho más que 132. ¿Se vale?
Mientras tal sucede, en diversas entidades del país, el acoso de las redes sociales ha provocado incidentes de menor o mayor efecto, incluyendo movilizaciones militares infundadas en un momento en que no es correcto distraer a nadie frente al flagelo de la violencia... aunque coincidamos con la idea de que los soldados deben volver a los cuarteles antes de los mandos castrenses nos regresen al México de los caudillos y al golpismo permanente, escenario ideal para extender la injerencia de los fuertes del norte y de Europa -expertos en comprar barato para ganar millonadas en un suspiro, unos cuantos años como lo observa el propio ex candidato López Obrador-, y dejarnos a los mexicanos con un palmo de narices.

Por ello se habla de un octubre peligroso –en el mismo mes, de 1968, se dio la execrable matanza de Tlatelolco que no ha sido suficientemente castigada por errores jurídicos de los fiscales de Echeverría y otros involucrados-, cuando caminamos por doquier entre gritos estentóreos, desesperación y cansancio. Las masas ya no son fácilmente manipulables, como antaño, y exigen bastante más que salidas retóricas de circunstancias. Se trata de comer y con ello de vivir en paz. Pero ello no parecen entenderlo los dirigentes mundiales. 

Desde entonces ni un paso más se ha dado. ¿Lo hará Peña o lo atraerá como uno más de los salinistas y 
zedillistas?
loretdemola.rafael@yahoo.com.mx

Leído en: http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/octubre-peligroso

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, sean civilizados.