El presidente cierra su sexenio entregando obras —dos por una o cinco por una, dice— y auto elogiándose, pero el libro que escribió en 2006, donde detalla sus objetivos, revela que muchos de sus propósitos no se alcanzaron
JORGE CISNEROS M.
noviembre 9, 2012 1:42 pm
noviembre 9, 2012 1:42 pm
A Fidel Velázquez, el líder casi eterno de la CTM, se le atribuye la recomendación de ser discreto con lo que se piensa, y en caso de que no guardar los pensamientos, cuidarse de plasmarlos por escrito. Felipe Calderón no atendió a esta sugerencia y, en el ocaso de su sexenio, los escenarios, aspiraciones y metas que se planteó durante su campaña presidencial, contenidos en el libro El hijo desobediente, apuntes en campaña (Edit. Aguilar, 2006) quedan como testimonio de las insuficiencias de su administración y la crueldad con que los buenos deseos pueden ser tratados por la realidad.
La dura realidad
Hace seis años, el entonces candidato del PAN a la Presidencia publicó un libro para presentarse ante los electores y exponerles sus objetivos en caso de ganar la elección. En el prólogo, Calderón anota que cuando se le sugirió escribir el texto su reacción inicial fue negarse pero luego cambió de opinión porque eso le permitiría decir “quién soy, qué quiero”.
Publicado en mayo, un mes antes de que terminara la campaña, el texto reúne anécdotas familiares, recuento de su trayectoria como político y servidor público, crónica de su búsqueda de la candidatura y fragmentos de sus discursos y planteamientos ante estudiantes en Tlalnepantla, Estado de México; empresarios en Morelia, Michoacán; pescadores y público en general en Mazatlán, Sinaloa; y mujeres, en Ciudad Juárez, entre otros.
A seis años de aparecer, es útil para verificar qué prioridades tenía el candidato, qué tan acertado es el diagnóstico y la distancia entre las promesas y la realidad.
Este último punto destaca al revisar el texto.
Hacia el final, Calderón hace prospectiva y se plantea los escenarios que podría enfrentar en caso de triunfo, el primero se refiere a la noche de la elección, el segundo al país que entregaría en 2012 y el tercero la situación de México en 2025.
El panista se imaginó, pese a las insuficiencias y rezagos que quedarían por resolver, los 10 logros que marcarían su administración, de los que se glosan, textualmente, los más relevantes:
“En mi último informe de gobierno hago un balance de seis años muy intensos. Hay, desde luego, enormes desafíos y retos por enfrentar, pero también evidentes logros que se pueden constatar. Resumo los principales:
• Cuando asumí la Presidencia había unos 50 millones de pobres y 22 millones en pobreza extrema. Hoy hay 35 millones de pobres y 10 millones en pobreza extrema
• Se ha librado una batalla frontal contra la inseguridad; se ha depurado el Ministerio Público y las policías federales y hemos encontrado colaboración en algunos estados para depurar los cuerpos policiacos locales, por eso hemos bajado los índices de delincuencia considerablemente.
• México es un país de leyes, un país de plena certidumbre, no sólo en los niveles de convivencia sino en la vida económica. El flujo de inversión ha permitido que en los últimos tres años hayan sido los de mayor crecimiento en la vida económica del país. Por ello se ha cumplido la meta de crear un millón anual de empleos.
• Hemos terminado los ejes carreteros troncales y longitudinales que México necesitaba. Los productos agrícolas de Sinaloa y Sonora y las mercaderías que llegan de la cuenca Asia-Pacífico pueden transitar rápidamente y de manera segura hacia el sur de Texas, lo cual le ha dado un enorme potencial económico al país.
• Costó trabajo rescatar el punto fronterizo entre Guatemala y México del deterioro social y el control del narcotráfico —un punto que nunca habíamos querido reconocer— pero hoy hemos hecho dela frontera entre Guatemala y México una frontera segura, con mucha mayor vigilancia anual, migratoria y con severa y con una severa vigilancia contra el tráfico de drogas.
• Logramos finalmente un acuerdo migratorio en el que ayudó mucho cambiar la polarización en la relación México-Estados Unidos”.
Quizá el primer contraste, no menor, entre lo planeado y lo que efectivamente sucedió, está en la idea de que el presidente rendiría su sexto informe de Gobierno, ya que Calderón fue el primero que nunca pudo presentarse ante el Congreso para ese ejercicio y debió conformarse con enviar a sus secretarios de Gobernación a entregarlo y emitir un mensaje ante sus invitados.
La polarización que dejó la elección de 2006 y la falta de acuerdos entre partidos se conjugaron para alejar al mandatario de San Lázaro, adonde sólo acudió el 1 de diciembre de 2006 para tomar protesta, y regresará en unas semanas para traspasar la banda presidencial a un priista.
Muchas metas, como la reducción de la pobreza, quedaron incumplidas. Si Calderón deseaba reducir el número de pobres de 50 millones a 35, el resultado que entrega es desolador, ya que de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) la cantidad de pobres aumentó a 52 millones, y la pobreza extrema se elevó a 11.7 millones.
La batalla contra la inseguridad y las organizaciones criminales, que marcaron al sexenio, no arroja balance positivo. Sus saldos son los más de 60 mil muertos en lo que la autoridad denominó “presunta rivalidad delincuencial”, la existencia de zonas francas en las que impera la ley de los delincuentes, como San Fernando, Tamaulipas, y el aumento de delitos como el secuestro, la extorsión y el robo en sus diferentes modalidades.
Coalición
También es significativo el diagnóstico de Calderón hace seis años. A diferencia de las críticas de la oposición, en su discurso de campaña aludió a la inseguridad, el desafío que representaba el narcotráfico y la necesidad de que el Ejército combatiera a los criminales.
El libro recupera la gira del candidato por Sinaloa y reseña así lo que encontró: “mirando la sierra sinaloense desde el aire se ven los campos sembrados de jitomates y amapolas. El vivo color de las amapolas es inconfundible. Es evidente que en este estado el problema grave es la narcoviolencia, pues las ejecuciones y ajustes de cuentas son pan cotidiano.
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