La clase política mexicana no deja de tratar a los ciudadanos como menores de edad, por no decir, como personas desinformadas, sin memoria. Aparentemente siguen considerando que la mayoría somos seres no pensantes.
Esa es la única explicación que encuentro para el anuncio a bombo y platillo que hizo Enrique Peña Nieto sobre la creación de la Comisión Nacional Anticorrupción, propuesta por dos de los partidos más corruptos de México, el PRI y el Partido Verde Ecologista, para prevenir, investigar y sancionar los actos de corrupción en materia administrativa.
La mayoría de los políticos siguen sin respetar a los ciudadanos. El anuncio de esta nueva dependencia es un insulto para la inteligencia de cualquier persona, particularmente porque la propuesta carece de independencia ya que seguramente será el mismo Peña Nieto quien nombre a sus comisionados.
Desde la “renovación moral” de Miguel de la Madrid, el PRI siempre ha utilizado el combate a la corrupción como estrategia populista para engañar al pueblo y simular el fin del robo de caudales públicos del que se benefician cientos de funcionarios, alcaldes, gobernadores y presidentes.
Tal vez, el anuncio de Peña Nieto no sea más que retórica para legitimarse a la hora de llegar al poder. Sorprende que pretenda duplicar las funciones de otra dependencia priísta: en México existe la Secretaría de la Función Pública que, se supone, combate la corrupción interna del Estado, cuyo trabajo se ha demostrado sirve para dos cosas: para casi nada y para nada. Su falta de independencia ha generado un fracaso estrepitoso del combate a la corrupción.
Las noticias de malversación de caudales públicos de alcaldes y gobernadores son cotidianas. Abundaron los desfalcos al final de este año de funciones a lo largo y ancho de la República. Administraciones declaradas en quiebra debido al saqueo impune de funcionarios convertidos en millonarios, en tres o cuatro años.
En México, cualquier funcionario de quinta puede robar y sabe que no le pasará nada, ya no digamos funcionarios de primer y segundo nivel. Las denuncias de casos de corrupción de gobiernos priístas fueron alarmantemente mayores que en otros años. Allí está como gran ejemplo el caso del gobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina, uno de los gobiernos más corruptos en la historia de ese estado, que actualmente se encuentra empantanado de casos de corrupción denunciados en la prensa; desde robo multimillonario de placas, hasta proveedores y empresas fantasmas con miles de millones de pesos destinados a los bolsillos de funcionarios. Ningún culpable ha sido condenado, ni siquiera investigados. Al final, el botín del dinero público se lo reparten entre todos y por eso unos y otros se tapan bajo la mirada cómplice del poder judicial. La impunidad es la constante.
“A mi no me des, ponme donde hay”, repetía un funcionario del tristemente célebre por su corrupción encubierta de quesos, el ex alcalde panista Fernando Larrazabal. El PAN es una mala copia del PRI también en esto de la corrupción, al igual que el PRD.
Los ejemplos de gobiernos priístas corruptos como el de Rodrigo Medina abundan: Egidio Torre en Tamaulipas, Javier Duarte en Veracruz, los Moreira en Coahuila, Eruviel Ávila en el Estado de México, César Duarte de Chihuahua, Roberto Borge Angulo de Quintana Roo, Andrés Granier de Tabasco, Roberto Sandoval en Nayarit, Fernando Toranzo de San Luis Potosi y Fausto Vallejo en Michoacán, entre otros. Todos con casos multimillonarios de desvío de caudales públicos anteriores o actuales.
¿Hará algo la Comisión Nacional Anticorrupción del señor Peña contra sus propios gobernadores?… Lo dudo, porque el perfil del próximo inquilino de Los Pinos tampoco ayuda mucho a la verosimilitud de su propuesta. Recordemos el entorno del que proviene.
El gran operador de Enrique Peña Nieto es quien lo llevó al poder: su padrino, Carlos Salinas de Gortari, un hombre que efectivamente no está catalogado como una “blanca palomita” en cuestiones de honestidad. Enriquecido él y sus próximas 30 generaciones, el señor Salinas de Gortari representa lo más podrido del sistema político mexicano. ¿Hará algo la Comisión Nacional Anticorrupción del señor Peña contra su principal operador, Salinas de Gortari?
Otro de los grandes referentes políticos del señor Peña es su tío Arturo Montiel, un hombre que entre sus cualidades no está precisamente la decencia. Se enriqueció a manos llenas, aumentó considerablemente sus cuentas bancarias, su patrimonio y el de los suyos; tanto, que no tendrán necesidad de volver a trabajar hasta dentro de medio siglo. ¿Hará algo la Comisión Nacional Anticorrupción contra su propio tío que le heredó el poder y las fortunas de muy distinta índole?
Entre los maestros políticos del señor Peña hay que incluir a los honorables líderes sindicales: Elba Esther Gordillo, Carlos Romero Deschamps, Joaquín Gamboa Pascoe, Francisco Hernández Juárez, Napoleón Gomez Urrutia y tantos otros, que se han enriquecido impunemente y que gozan de puestos vitalicios y patentes de corso que les permiten vivir por encima de la ley, amasando fortunas ostentosas. ¿Intervendrá la Comisión Nacional Anticorrupción contra sus líderes charros, millonarios gracias a los empresarios charros y al propio sistema?
Pero si de corruptos se trata, uno de los primeros lugares se lo lleva el “Niño Verde”; que ni es verde, ni niño: Jorge Emilio González Martínez líder del Partido Verde Ecologista, un joven convertido en millonario gracias al erario público. Sus corruptelas son tan visiblemente públicas, como la impunidad que le permite vivir como Marajá.
Y como en México el surrealismo es el costumbrismo diario, fue precisamente el partido del “Niño Verde” quien propuso junto al PRI, la Comisión Nacional Anticorrupción… ¡Insólito!… ¡Cuánta honestidad!… La pregunta es directa: ¿Investigará esta Comisión las cuentas bancarias, propiedades y negocios del “Niño Verde” y los suyos?
La lista de políticos y funcionarios corruptos es tan amplia que difícilmente podrán ser citados en un espacio como este, pero los nombres más famosos están a la vista de todos: Ulises Ruiz, Mario Marín, Fidel Herrera, Tomás Yarrington, Miguel Ángel Yunes… Hay políticos cuyas vidas son ostentosamente opulentas de manera paralela al poder acumulado: Emilio Gamboa Patrón, Manlio Fabio Beltrones, Eduardo Bours, Santiago Creel, Emilio Chuayfett, Jorge Madrazo, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Jorge Hank Rhon, Martha Sahagún y sus hijos, la telebancada que beneficia a Emilio Azcárraga, Francisco Labastida y tantos otros. ¿Actuará la Comisión Nacional Anticorrupción contra ellos?
Una Comisión Nacional contra la Corrupción al estilo de una fiscalía especial será sólo un adorno pueril si no cuenta con una verdadera autonomía e independencia, con un Ministerio Público que investigue a cada uno de los corruptos, los procese y condene.
¿Qué credibilidad puede tener una Comisión Anticorrupción si no empieza por investigar a los suyos?… ¿Veremos algún día a los peces gordos corruptos del sistema político mexicano, tras las rejas? Hechos, los mexicanos necesitamos hechos, no palabras.
Lo demás, es puro maquillaje.
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