lunes, 19 de noviembre de 2012

Gerardo Moscoso Caamaño - Visión Budista de la muerte II y III


Tanto la vida como la muerte son expresiones de la existencia humana, y ambas se incluyen en la gran vida universal de la iluminación que existe en lo más profundo de nuestras vidas. Basándonos en la iluminación lograda mediante la práctica budista en esta vida, experimentamos la muerte con dignidad y paz.
Mediante la práctica del budismo podemos desarrollar la sabiduría y la convicción necesarias para afrontar la muerte. La ausencia de miedo a la muerte es una de las características de la iluminación.
Desde una perspectiva budista, nuestra capacidad para atravesar de un modo satisfactorio el proceso de la muerte depende de los constantes esfuerzos que hayamos hecho durante la vida para acumular buenas causas, para contribuir a la felicidad de los demás, y para fortalecer la base de la bondad y la humanidad en lo más profundo de nuestras vidas. Habiendo vencido en la vida, podemos vencer en la muerte también.




El budismo es una enseñanza, un método práctico para ser feliz aún en medio de las mayores dificultades y que encuentra un valor absoluto en la vida de cada ser humano. En el budismo, una persona que ha alcanzado su plenitud totalmente es, en cierto modo, un buda. Una persona que ha hecho todo lo posible para cumplir su misión en este mundo, también se le denomina buda. La revolución interior, la reforma vital que surge de la práctica del budismo se manifiesta siempre en la vida cotidiana y es el resultado del poder obtenido a través de la propia transformación. Un cambio positivo en nuestra vida influye en nuestro ambiente, lo cual significa buena fortuna. El poder de la auto transformación es esencialmente el poder de la sabiduría.
Es difícil morir feliz. Y como la muerte es el balance final de las cuentas de la vida de una persona, es cuando nuestro verdadero yo se pone de manifiesto. Muchos practicamos el budismo para vivir felices y para morir felices. El budismo garantiza que quienes practican el budismo con sinceridad se acercarán a la muerte en un estado de plena satisfacción.
Visión Budista de la muerte III
El hombre tiene el poder para curar cualquier enfermedad con sus propios recursos, dice un texto budista que, además, clasifica a las enfermedades en dos tipos: leves, de poca importancia y las serias. Esto depende de si la Fuerza Vital de cada uno es lo suficientemente fuerte.
Los médicos budistas entendemos que el cuerpo humano es una especie de taller de reparación de "hágalo usted mismo". Él tiene sus propios recursos para defenderse cuando ocurren las enfermedades; desafortunadamente, algunas personas no son lo suficientemente fuertes para defenderse de ellas y así caen gravemente enfermas.
A través de practicar la filosofía de la vida contenida en el Sutra del loto, se fortalece nuestra Fuerza Vital y creamos el poder para sobreponernos a cualquier enfermedad. Recitar Nam miojo rengue kyo no sólo alivia los síntomas físicos de la enfermedad sino que enfrenta las causas ya que, esencialmente, todas las enfermedades se originan dentro del individuo y es ahí exactamente donde trabaja la oración al Gohonson, a la Esencia Inescrutable del Universo. Es muy importante mantener nuestra fe constantemente y profundizar en ella aunque sea fuerte. Siempre hay que estar haciendo nuevas determinaciones e incesantemente practicarlas. Nuestro desafío crucial como personas es establecer una cultura basada en comprender la relación entre la vida, la muerte y la eternidad. En lugar de negar la muerte hay que confrontarla y situarla correctamente en el contexto más amplio de la vida. La vida y la muerte pueden ser vistas como elementos del ciclo de aparición y latencia, o manifestación y replegamiento.
En la pared de la recámara en donde se cree que falleció Leonardo da Vinci en 1519, hay una placa de bronce con la inscripción que describe la muerte: "Una vida plena es larga; un día bien vivido invita al sueño profundo, y una vida de logros desemboca en una muerte serena". Esto tiene mucho en común con la enseñanza budista que considera la muerte como un simple medio conducente ante el cual la vida continúa. La muerte es el primer paso del viaje hacia una nueva existencia.




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