martes, 11 de diciembre de 2012

Ricardo Alemán - ¿Y el cuento de la SEP era para Elba?

Como muchos recuerdan, uno de los espantajos que inventó el derrotado candidato presidencial de las izquierdas –el señor López Obrador–, aseguraba que ante el eventual triunfo de Enrique Peña Nieto, la Secretaría de Educación Pública sería entregada a la lideresa del magisterio, la profesora Elba Esther Gordillo.

Y también como todos saben, Peña Nieto es Presidente de todos los mexicanos desde hace once días y, de manera impensable, no sólo nombró como titular de la SEP a uno de los más reconocidos adversarios de la señora Gordillo; al señor Emilio Chuayffet. No, sino que el nuevo Presidente envió al Congreso una reforma al artículo tercero constitucional para regular la influencia del sindicato magisterial en la política educativa.

Es decir, que los maestros deben prepararse lo más posible para enseñar, en tanto que el Gobierno debe perfeccionar las políticas educativas. Esas son las premisas de la reforma.



Por eso la pregunta. ¿Dónde quedó el espantajo difundido por AMLO en la campaña presidencial, de que si ganaba Peña Nieto, le entregaría la SEP a la señora Gordillo? Hoy queda claro que no sólo AMLO es un mentiroso que inventó el espantajo de la alianza Peña-Gordillo, sino que el Presidente que simboliza el regreso del PRI hizo lo impensable; romper el espinazo de la mafia sindical y magisterial de la señora Gordillo. Algo que no lograron los gobiernos del PAN, y tampoco los del PRD en los estados.

Pero en realidad, la profunda reforma educativa que anunciaron el día de ayer los presidentes del PAN, PRD y PRI –y que empujaron en consenso desde hace meses–, además del Presidente Peña Nieto, va mucho más allá de una supuesta venganza política contra la profesora Gordillo, la reforma educativa que pactaron los tres principales partidos políticos mexicanos es una de las mayores urgencias –y emergencias–, de la tambaleante democracia mexicana. Y es que no existe democracia real, que resista y se respete, sin una educación de calidad, que cumpla con su papel de escalón social para sacar a los que menos tienen de la postración y, como motor para el desarrollo y la creación de empleos de calidad.

En el fondo, la reforma educativa que ayer presentaron los tres grandes partidos –junto con el gobierno de Peña– aparece como una respuesta de supervivencia del Estado mexicano; una reacción urgente, acaso la última llamada para rescatar a las generaciones de jóvenes que hoy no tienen en la educación una respuesta elemental para el futuro. Pero además, los tres partidos firmantes de la reforma entienden que sin una educación de calidad, el desarrollo del País, la creación de empleos y el despegue de la economía mexicana, estarán cancelados.

Por eso la respuesta conjunta de PRI, PAN y PRD quienes, junto con el gobierno de Peña Nieto, parecen dispuestos a lo impensable; a empujar un acuerdo histórico para reformar la decadente educación pública del último medio siglo.

Pero además, esa clase política deja ver una capacidad que pocas veces se puede ver; la capacidad de negociar, pactar y alcanzar acuerdos para el beneficio de todos los mexicanos, en especial de los que menos tienen.

Y es que elevar la calidad de la educación pública repercute de manera directa en un beneficio geométrico para los más desprotegidos. Una buena educación pública, de calidad, competitiva y con estándares internacionales, beneficia más a las clases menos favorecidas que la dádiva populista al estilo de AMLO y de su "patouniversidad" de la Ciudad de México.

Sin embargo, no todo está resuelto. Son muchas las voces que suponen que en respuesta a la reforma para acotar su intocable poder, la profesora Gordillo movilizará al poderoso sindicato magisterial contra el gobierno de Enrique Peña Nieto, hasta postrarlo ante uno de los monopolios del poder público más pernicioso.

Y por supuesto que nadie debe descartar esa hipótesis, sobre todo porque entre la clase política mexicana abundan las posturas conservadoras que pelean y pelearán a muerte por mantener sus privilegios, sin embargo la realidad parece ser muy distinta.

Aquí creemos que la reforma educativa que hoy entrará al Congreso, fue acordada entre el PRI y la poderosa líder del SNTE. En otras palabras, que la señora Elba Esther Gordillo difícilmente se aventará "el tiro" de enfrentar de manera directa al gobierno de Enrique Peña Nieto. ¿Por qué razón?

Porque el PRI y el gobierno de Peña Nieto no son los gobiernos del PAN, de Fox y de Calderón.

En el PRI hacen política y Elba Esther Gordillo lo sabe.

En el camino

El verdadero problema de la reforma educativa no está en el PRI y en el SNTE. No, está en el choque entre las izquierdas. Al tiempo.

Leído en http://www.noroeste.com.mx/opinion.php?id_seccion=104

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