sábado, 6 de julio de 2013

Salvador Camarena - Joven y sin primaria

Hace unas semanas una colega me compartía su escepticismo ante la idea del gobierno federal de dar lentes a quienes cursan estudios primarios, medida que forma parte de la política de prevención del delito (ojo, es sólo una de las muchas que componen esa estrategia). La colega argumentó más o menos así: como dicen en España, ¿con la que está cayendo en inseguridad y la propuesta del gobierno mexicano es dar lentes para prevenir la violencia?

Días más tarde leí que según el propio encargado del programa, Roberto Campa, “la SEP estima que el 28 por ciento de los casos de deserción se relacionan con problemas de discapacidad, principalmente auditiva y visual” (ver Ana Laura Magaloni, ¿Políticas preventivas?, Reforma 15/06/13).




Pero ni la colega ni yo sabíamos lo que estaban por publicar los politólogos José Merino, Jessica Zarkin y Eduardo Fierro, miembros de Data4.mx, en la revista Nexos de julio, que comenzó a circular el lunes pasado. El texto lleva por título “Marcado para morir” (http://www.nexos.com.mx/?P=leerarti...) y es, nunca mejor dicho, un escalofriante retrato demográfico de los muertos violentamente en los años recientes. El documento permite muchas lecturas, pero su argumento central es demoledor: “hay zonas del país en las que ser hombre, joven y con poca escolaridad es (…) una marca, un augurio de las peores cosas. El extremo de todas: morir asesinado”.
Van tres citas de lo publicado por ellos:

“En la población entre 18 y 25 años de edad, desde 2009 los hombres sin primaria completa han mantenido una tasa superior a 300 homicidios por cada 100 mil habitantes. De forma impresionante, de 2007 a 2011 la tasa de homicidios casi se duplicó, al pasar de 173 homicidios a 335 homicidios por cada 100 mil habitantes. En segundo lugar de tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes encontramos a los hombres de 18 a 25 años con primaria terminada. Entre ellos, los homicidios por cada 100 mil habitantes superaron los 100 desde 2010, creciendo 234% de 2007 a 2011”.

Para dar una perspectiva, los autores recuerdan que en México “la tasa promedio nacional en 2011 fue de 25. El país más violento del mundo, Honduras, tiene una tasa nacional de homicidios de 92 por cada 100 mil habitantes”. Con lo anterior en mente, rematan diciendo que “el país en el que viven nuestros hombres jóvenes que no lograron concluir su educación elemental es un país tres veces más violento que el país más violento del mundo”.

Finalmente: “el único grupo de mujeres que tiene una tasa de homicidios superior al promedio nacional son aquellas jóvenes entre 18 y 25 años sin primaria terminada”.

Por otra parte, en el citado artículo de Magaloni, la especialista en derecho menciona una encuesta en cárceles realizada por Elena Azaola y Catalina Pérez Correa donde se dice que “16 por ciento de los hombres internos y 23 por ciento de las mujeres abandonaron la escuela antes de terminar la primaria”. Quizá el dato en hombres no resulte tan contundente, pero en mujeres sí: prácticamente una de cada cuatro mexicanas tras las rejas no terminó la primaria.

Ya todo mundo sabía que la educación es importante. Lo que no sabíamos hasta que Merino, Zarkin y Fierro lo desmenuzaron es qué tan vital puede resultar el no terminar la primaria. Estás muerto sin eso.
Si los lentes ayudan, qué bueno, pero más nos vale hacer mucho más para garantizar que más niños se queden en las escuelas.

salvador.camarena@razon.mx
Twitter:
 @salcamarena



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