Gibrán Jalil Gibrán 1883 - 1931 La estatua |
Laocoonte y sus hijos devorados por serpientes |
Un día pasó frente a su casa un hombre de la ciudad, un hombre de ciencia. Y, advirtiendo la estatua, le preguntó al dueño si la vendería.
-¿Quién desea comprar esa horrible y sucia estatua? -respondió el dueño, riéndose.
-Te daré esta pieza de plata por ella -dijo el hombre de la ciudad.
El otro quedó atónito, pero complacido.
La estatua fue trasladada a la ciudad sobre el lomo de un elefante. Y luego de varias lunas el hombre de las colinas visitó la ciudad y, mientras caminaba por las calles, vio a una multitud ante un negocio, y a un hombre que a voz en cuello gritaba:
-Acérquense y contemplen la más hermosa, la más maravillosa estatua del mundo entero. Solamente dos piezas de plata para admirar la más extraordinaria obra maestra.
Al instante, el hombre de las colinas pagó dos piezas de plata y entró en el negocio para ver la estatua que él mismo había vendido por una sola pieza de ese mismo metal.
FIN
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