No fue la primera vez que el presidente Enrique Peña Nieto se refería a las resistencias que traerían sus reformas. Pero lo importante no fue que aprovechara la visita del primer ministro sueco Fredrik Reinfeldt el viernes pasado para hablar de la oposición a los cambios, sino por el contexto en el cual se encuentra el último tramo de sus reformas –la energética y la hacendaria-, donde el Pacto por México que fue la cocina de las iniciativas se está desintegrando, y la movilización social acumula fuerzas en el frente callejero.
Diputados y senadores del PAN afirman que sin enmiendas no votarán las reformas, con lo cual debilitan al líder nacional Gustavo Madero que insiste, cada vez más solo, en el consenso dentro del Pacto por México. Mientras, las corrientes reformistas del PRD discuten una nueva posición más beligerante ante el Gobierno Federal y revisan su permanencia en ese mismo acuerdo, que es como un gobierno de coalición, programático pero sin carteras, y motivo de la crisis política en ciernes que amenaza con sacar a Peña Nieto del camino antes que llegue a su meta.
La situación en la que se encuentra el Presidente no es algo inédito en la política. En sus memorias “A Journey: My Political Life” (“Un Viaje: Mi Vida Política”), Tony Blair, exprimer ministro del Reino Unido, escribe que el peor momento que enfrenta un líder en un proceso de reforma, es cuando todo parece colapsarse y la oposición paraliza todo. Blair, que como Peña Nieto años después, se plantó un ambicioso programa de reformas dentro de sus primeros 100 días de gobierno, añade: “Hay intereses profesionales, financieros, sectoriales que responden de manera poco amable que los molesten. Muy pronto la oposición política ya no te quiere y tus aliados responden a intereses creados. Contraatacan”.
Peña Nieto inició su gobierno de manera parecida a como marcó Blair su década al frente del Reino Unido, alejado de los dogmas del Siglo XX donde las ideologías de izquierda y derecha determinaban las políticas públicas, y por encima de las líneas tradicionales de los partidos. El Pacto por México es la mejor muestra de ello. “El desafío de una democracia moderna es eficacia. No rendición de cuentas, transparencia o si es honesta o no, sino si trabaja para lograr un cambio efectivo en momentos donde se necesita el cambio radical”, apunta. “Cuando los líderes deliberadamente van por fuera de su propia base política, casi siempre ganan la aprobación del público”.
El exprimer ministro dice que descubrió hace tiempo la primera lección del coraje político era pensar nuevo. Después entendió la segunda, estar preparado para dirigir y decidir. Más adelante, la tercera: cómo tomar un riesgo calculado. “Yo iba a lastimar a alguna gente, me gustara o no”, admite. “El momento en que se decide, se divide”. Cuando habla Peña Nieto de las resistencias, refleja esa realidad. Blair describe la forma cómo se mueven las fuerzas políticas y económicas, los grupos de interés. “Van sobre de ti, abusan de tus argumentos; tergiversan sus motivaciones; se burlan de tu sinceridad y tus posturas de buena fe y bienestar común”, señala.
Blair, que logró una reelección, aunque el desgaste de una década lo llevó al pozo de la aprobación en su última etapa y provocó la pérdida del poder de su partido tres años después de su salida del gobierno, recuerda que ante las duda sobre qué tan a fondo se puede hacer una reforma frente a las adversidades, al final se ve que una de gran calado y una mediocre cuestan políticamente lo mismo en el largo plazo, pero sus resultados son totalmente distintos.
Peña Nieto se encuentra en este momento sujeto de alguna manera a lo que decidan panistas y perredistas sobre las reformas y su apoyo el Pacto por México. En las calles, el frente anti Peña, pese a tener tácticas y motivaciones distintas a los partidos de oposición, ve como cada vez se acercan más y más a sus objetivos. “El desafío real para los lideres es cómo cambiar sus países”, escribe Blair. “El cambio es propuesto; es denunciado como un desastre; se procede con mucho desgaste y oposición; es impopular. (Pero) si tú piensas que el cambio es correcto, hazlo. La oposición es inevitable, pero rara vez es invencible. Hay muchos que lo apoyan en silencio entre los muchos detractores públicos. Y el liderazgo es todo en las decisiones que cambian”. Si no pueden manejarlo, no seas líder”. Blair jugó su capital político y apostó todo. Peña Nieto tiene qué decidir aún lo que hará.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter: @rivapa
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, sean civilizados.