Qué suerte la de Jesús Rodríguez Almeida. Qué fortuna la suya el ser jefe de la policía en una entidad donde los levantones no conmueven a muchos. Si Rodríguez Almeida fuera secretario de seguridad pública en Chihuahua, o en Baja California, y se publicara un video de un levantón a plena luz del día, todo mundo se escandalizaría de lo inseguro que son aquellas poblaciones y reclamaría pronta solución a los gobernantes.
En cambio, el rapto hace unas semanas de una persona en la colonia Narvarte ha circulado profusamente pero apenas si ha hecho mella en la opinión pública y, por ende, en las autoridades capitalinas. Claro que alguien podría preguntar con razón que por qué iba a sorprender el levantón de una persona luego de que en la Zona Rosa en mayo fueron levantadas 13.
¿Cuántas veces hemos escuchado de boca de las autoridades la explicación de que la ciudad de México es segura porque tiene muchos policías —87 mil—, y porque tiene muchas cámaras, y porque aquí no hay manera en que un “convoy de camionetas de narcos” circule sin que llame la atención y sea detenido? Yo he oído ese argumento demasiadas veces; demasiadas para creer que tiene algo de verdad después del caso Heaven y del caso de la Narvarte del ciudadano colombiano levantado (sí, ese es el verbo correcto, y a pesar de que a los gobiernos les disguste ese término hay que usarlo porque si la práctica persiste, la palabra tiene vigencia).
En ambos eventos la policía está en grave falta: por omisión, para empezar, y presumiblemente por acción (están arraigados cuatro policías por el caso Heaven y uno más por el caso de la Narvarte).
¿Qué ha hecho Rodríguez Almeida ante estos graves sucesos? Ha culpado a la condición humana —no todos sus muchachos pueden ser buenos— y se escuda en las estadísticas: los que fallan son los menos. “Los involucrados en los citados hechos delictivos ‘son casos de algunos elementos que se desvían, como se han desviado otros en otras épocas y en otros momentos’” (La Jornada, 29/09/13).
Pero el argumento de las ovejas descarriadas que no serían representativas del rebaño es falaz. El problema no es de números. El problema es que sus policías están siendo investigados en el caso delincuencial más sonoro en mucho tiempo (Heaven). Y peor aún: él no descubrió ese posible involucramiento, ni mucho menos lo procesó prontamente. Tuvieron que pasar más de tres meses para que lo obvio —que un levantón de esa envergadura no podía haber sido realizado sin complicidades en la policía— comenzara a saberse oficialmente. Y por si fuera poco, días después del arresto de los policías por la matanza del after de la Zona Rosa, ha surgido el caso del colombiano levantado por individuos uniformados, caso en el que un policía es también investigado.
Qué suerte tiene el secretario Rodríguez Almeida de que los chilangos antepongan su idea de que viven en una ciudad segura a lo que ven en un video, o a lo que ya se sabe del caso Heaven, o a lo que les cuentan sus amigos y conocidos sobre asaltos y robos. Lo malo es que la buena suerte de Rodríguez Almeida es inversamente proporcional a la de los ciudadanos.
salvador.camarena@razon.mx
Twitter: @salcamarena
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