Todo ha ocurrido en semanas, en un tiempo vaporoso y lleno de calamidades gestadas por los cielos enojados. La gestión que comenzó generando asombro por la definición modernizadora y arrojada, hoy pareciera desvanecerse en una inundación de contradicciones. Atrás queda la reforma laboral, la educativa, las dos de fondo, trascendentes. También la financiera que viene a paliar la sed de crédito que lleva muchos años, la energética en ciernes. Todo iba bien incluso frente a la adversidad deManuel e Ingrid, el Presidente se fue a meter al lodo, la dimensión del desastre demandaba una sensibilidad y entrega, una calidez que Peña Nieto supo sacar de sí mismo. El poder exhibe lo mejor y lo peor de las personas, se ha dicho mil veces.
Su esposa, quien ha sabido hacer de su origen profesional motivo de orgullo propio y de su gremio, como el de cualquier otro, después de casi un año de gran discreción, supo comprender el momento y se fue al Zócalo a cargar cajas y mostrar una firme sencillez. Todo iba bien, pero llegó el paquete fiscal que en tiempos de turbulencia económica no podía ir muy lejos. De las capacidades del general encargado de la batalla, Luis Videgaray, se ha hablado mucho. Pero el hecho concreto es que la propuesta fiscal desdibujó a la gestión. Hoy en la bruma el perfil de seriedad por momentos desaparece.
Abrieron el boquete por más de 500 mil mdp y después salieron a buscar cómo llenarlo, esa es la sensación que queda. Lo aprobado por los diputados sólo cubriría 35% del hoyo de gasto. Tiraron con escopeta. Ante la imposibilidad de un IVA generalizado que dé sustento a un sistema universal de salud y pensiones, después de semanas de discusión, con un gallinero muy alborotado, se pone en duda la intención, aún peor, de si de verdad sabían lo que querían. La obesidad y sus consecuencias nos cuestan anualmente alrededor de cinco mil mdd y el gasto crece. Podríamos empezar a ver amputados en las calles. Combatirla es sin duda una prioridad y los impuestos tan sólo son una de las herramientas. Pero no llegamos por ese camino. No se sabe cómo se vinculará el impuesto con la enfermedad: agua potable a comunidades recónditas, bebederos a las escuelas, etcétera. La discusión sobre el azúcar y los alimentoschatarra se hubiera entendido a la luz de un fin superior. Pero más bien pareciera un parche.
Plantear un ISR personal progresivo que señale, así fuera de manera simbólica, la búsqueda de una sociedad más justa, fue un avance que apunta en sentido correcto hacia el 1.7 de la población que se queda con 45% del ingreso. Pero el planteamiento inicial fue otro: son ricos y todos iguales los que ganen más de 500 mil anuales. Por eso parece concesión al PRD y con ello la bruma se volvió más densa. El ISR empresarial, lo hemos dicho, debería a la larga descender. Canadá, nuestro socio comercial, está en 15, Chile en 20, Suecia en 22. Algunas contradicciones fueron enmendadas por los diputados. Pero quedan otras insostenibles que el Senado tendrá que corregir. Apoyarse en el tipo de cambio y en el precio de referencia del petróleo es otra marometa. Se dice que con gran habilidad la reforma propuesta fue concebida para negociar a diestra y siniestra, pero en esa maniobra el costo del desvanecimiento está siendo altísimo.
Quedó la imagen de gran irresponsabilidad: antes de revisar el gasto ya quieren gastar más al costo que sea, deuda incluida. Se alinean con lo peor del priismo, Echeverría y López Portillo, y no con los que corrigieron el rumbo, De la Madrid, Salinas y Zedillo. La reparación de daños es urgente. Hoy está en entredicho la visión global del gobierno. El escopetazo dejó espantados a varios sectores: clases medias, filantropía, varias ramas industriales, pensiones. Bien por los gravámenes a ganancias en Bolsa, pero, ¿dónde está la explicación de los por qué? La gestión que comenzó proponiendo responsabilidad en las finanzas públicas y déficit cero, quiere ahora entrar en una espiral de gasto que a muchos pone la piel de gallina y con razón.
Con telepronter y sin él, Peña Nieto comunica bien. Ese no es el problema. El nudo es más complejo: no explican o no saben explicar. Lo primero sería arrogancia, lo segundo incompetencia. La llamada narrativa de la gestión va mal. No saben contar al gran público su historia. Dos son las transformaciones pendientes que cambiarían a México, la reforma energética como resultado de una verdadera emergencia, que no ha sido explicada, es la primera. La segunda, seguridad universal y pensiones bien sustentadas. El país sería otro. El capital político se gasta o acumula día a día. El Pacto es una excelente piedra de toque, pero cuidado porque se puede convertir en un ancla. Pretender que se puede gobernar para todos es perder el rumbo.
Hoy la gestión debe salir de la bruma provocada por el paquete fiscal, debe reencontrar su perfil. El rompecabezas debe hacer sentido y eso sólo se logra con una imagen clara de lo que se busca. A casi un año de gobierno el mayor riesgo para la gestión es la disolución de los grandes objetivos, que el ir y venir de las palabras cotidianas lleven al desvanecimiento.
*Escritor
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