Sergio Sarmiento - Alza consumada

"No es nuestro trabajo proteger a la gente de las consecuencias de sus decisiones políticas".

 John Roberts, presidente de la Suprema Corte de Estados Unidos

No es ninguna sorpresa que los senadores del PRI, el Partido Verde y una parte del PRD hayan ratificado el alza de impuestos impulsada por el presidente Enrique Peña Nieto y aprobada previamente en la Cámara de Diputados. Como me explicaba un legislador del PRI: "Antes [en el sexenio pasado] nos dejaban votar por la libre, pero ahora ya no". La vieja disciplina priista está de regreso. Ni siquiera los legisladores que en privado reconocen los costos a la sociedad y a la economía del alza de impuestos se atreven a oponerse al Presidente.




Así es la democracia. Quien tiene mayoría puede imponer sus deseos y políticas, y hoy el PRI, con sus aliados, tiene la mayoría de los votos en el Congreso de la Unión. Ayer por la madrugada los senadores del PAN se salieron de la sesión del pleno en protesta por la falta de diálogo de los priistas, pero de igual manera se salían los legisladores del PRD de las cámaras cuando los panistas tenían la mayoría en alianza con el PRI.

En mi opinión, el paquete económico será un desastre para la economía y para el futuro de nuestro país. Es un alza brutal de impuestos para el 40 por ciento de la población ya cautivo, sin ninguna reducción del gasto gubernamental y cuyo propósito es aumentar el gasto corriente y crear programas sociales diseñados para la compra de votos. Los efectos recesivos de la estrategia serán ocultados, por lo menos en el 2014, por una enorme inyección de dinero prestado equivalente a 4.1 por ciento del Producto Interno Bruto, o sea, más de 721 mil millones de pesos.

De nada sirve, sin embargo, tirarse de los cabellos. La democracia tiene virtudes y defectos, y uno de éstos es que, independientemente de los vicios de una iniciativa, una mayoría parlamentaria es suficiente para aprobarla. La estrategia del presidente Peña Nieto y el PRI es mantenerse en el poder. Para ello han diseñado su estrategia. El seguro de desempleo y la pensión universal, que son parte del paquete, generarán un ejército de votantes agradecidos que nunca entenderán que la informalidad, el desempleo y la pobreza de México aumentarán por el mismo programa con el que se está comprando su voto. Pero así son las cosas en la democracia. Peña Nieto prometió en campaña promover la inversión productiva y el desarrollo. En el Pacto por México ofreció una "reforma hacendaria eficiente y equitativa que sea palanca de desarrollo". Nunca prometió un alza de impuestos a los contribuyentes cautivos ni un aumento todavía mayor a la deuda pública. Millones de electores se dejaron seducir o engañar por Peña Nieto, pero esto también esto es parte del juego político.

La única posibilidad de respuesta de los electores es rechazar en el futuro a quienes les mintieron en el 2012 o al partido de los legisladores que prefirieron acatar la disciplina partidista, para garantizar sus futuras chambas políticas, en vez de apoyar a los ciudadanos que votaron por ellos. Los agraviados por las alzas de impuestos tendrán que recordar en el futuro quién ordenó la medida.

Las personas y las empresas atacadas por la miscelánea buscarán proteger sus intereses. La economía informal se volverá más atractiva. Los consumidores en la frontera simplemente incrementarán el porcentaje de compras del otro lado. La regla fundamental de la democracia es que la mayoría tiene el derecho de imponer sus políticas. Pero esto no significa que los ciudadanos no busquen defenderse de la voracidad de la clase política.

Perder al ahorrar

El Banco de México ha llevado su tasa de interés de referencia a 3.5 por ciento. Los bancos pagan menos a los ahorradores. La inflación anual al consumidor fue en septiembre de 3.39 por ciento y la del productor de 4.77 por ciento. Si consideramos además el impuesto a los rendimientos bancarios, hoy el mexicano pierde dinero al ahorrar.

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