"Los fanáticos de la salud se van a sentir estúpidos un día, muriéndose de nada en una cama de hospital".
Redd Fox
¿Pensarán realmente los funcionarios de Hacienda y los diputados que con el nuevo impuesto a los refrescos los albañiles del país dejarán de lado sus Jarritos para consumir botellas de agua Evian? Es tan poco probable que eso ocurra que en la misma propuesta para crear el impuesto no se establece una meta de reducción del sobrepeso o la obesidad.
El combate contra la obesidad y el sobrepeso, especialmente en los niños (¿qué harían los políticos si no pudieran utilizar a los niños para justificar sus abusos?), es la excusa que se ha utilizado para crear el nuevo impuesto. Según los Criterios generales de política económica 2014 del gobierno federal, "Con esta propuesta se busca desalentar el consumo de calorías vacías, con lo que se espera también reducir la incidencia de obesidad y sobrepeso, particularmente entre los niños".
Pero si realmente el objetivo fuera reducir el sobrepeso y la obesidad, el gobierno estaría ofreciendo alguna meta que permitiera juzgar el éxito o fracaso del esfuerzo. Los Criterios ofrecen el primer paso, una idea de la actual situación del problema de salud, al apuntar que en México hay una prevalencia de 30 por ciento de obesidad en adultos, 29 por ciento en niñas y 28.1 por ciento en niños. Pero la única meta que los Criterios plantean para el nuevo impuesto no hace referencia al sobrepeso o la obesidad:
"Se proyecta que la propuesta incrementará los ingresos públicos, con una recaudación de 12 mmp", señala el documento en un tartamudo español. ¿Cuánto se busca reducir el sobrepeso o la obesidad que es supuestamente la justificación del gravamen? Los políticos no lo dicen. Lo único que sabemos es que el gobierno pretende meterse al bolsillo 12 mil millones de pesos de los mexicanos.
Cuando pregunté en una entrevista de radio a Fernando Aportela, subsecretario de Hacienda, cuál era la meta de reducción del sobrepeso o la obesidad que se pretende lograr con este impuesto, su respuesta fue vaga y evasiva. De hecho, terminó por reconocer que no había ninguna meta. El sobrepeso, dijo, es un problema multifactorial que sólo puede resolverse con un esfuerzo en muchos frentes y con educación. ¡Precisamente! Por eso es tan absurdo pretender enfrentarlo con un impuesto a los refrescos.
En los últimos años el sobrepeso y la obesidad han venido subiendo de manera acelerada en nuestro país, mientras que el consumo de azúcar y de refrescos se ha mantenido estable o estancado. No hay correlación entre un fenómeno y el otro. Tampoco hay razón para pensar que el impuesto a los refrescos, al cual los diputados han añadido uno adicional a helados, chocolates y otros productos, vaya a resultar en una disminución de estos problemas de salud. La única solución real debe venir de un esfuerzo educativo que poco o nada interesa a los políticos, los cuales simplemente quieren quitar a los mexicanos otros 12 mil millones de pesos de su trabajo.
No sabemos cuál va a ser el comportamiento del mercado ante los impuestos. No conozco estudios sobre la elasticidad del mercado de refrescos. Pero es poco probable que quienes beben estos productos cambien por dictado del gobierno al agua embotellada o de grifo. Muchos simplemente tendrán que entregar un porcentaje mayor de sus ingresos a la clase política. Otros cambiarán quizá a productos similares pero de menor precio.
Es probable que no haya una disminución real en la ingesta de calorías. Quizá no se registre el golpe que se teme a la ya vapuleada industria azucarera, pero también quiere decir que el impuesto será solamente recaudatorio y no tendrá ningún efecto en la salud.
MAESTROS Y COMERCIOS
A los maestros de la CNTE les pagan sus quincenas completas aunque no se presenten a trabajar. A los comerciantes del Monumento a la Revolución que han perdido sus ventas les ofrecen préstamos de 30 mil pesos a tasas de interés superiores a las bancarias. ¿Quién aguantará más? .
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Leído en http://criteriohidalgo.com/notas.asp?id=199521
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