viernes, 1 de noviembre de 2013

José Cárdenas - Justicia incompleta

El profe Patishtán es hombre libre por gracia presidencial. Deja la cárcel después de 13 años largos… aunque la justicia lo haya condenado a 60, por homicidio agravado, lesiones, daño en propiedad ajena y uso de armas prohibidas.
El secretario de Gobernación justifica: “Como resultado de un profundo análisis jurídico, el presidente Enrique Peña Nieto, en ejercicio de sus facultades constitucionales, determinó otorgar el indulto al profesor
Alberto Patishtán y notificarle su libertad inmediata (…); se identificaron indicios consistentes de violaciones graves a los derechos humanos, particularmente al debido proceso”. Al maestro chiapaneco le llegó la libertad, sí, pero no la justicia completa. El perdón supremo no lo hace inocente… y tampoco repara el daño causado a su vida por la justicia inepta, perversa y corrupta. 




La figura reformada del indulto, estrenada por el Presidente de la República, resulta un reconocimiento tardío de los renglones torcidos del sistema judicial; no corrige ni castiga a los policías, jueces y agentes ministeriales responsables de atropellar el derecho de cualquiera, sobre todo de quienes, por su condición de indígenas, pobres, y marginados, valen menos… mucho menos.
Si la reforma al Código Penal Federal coloca a los poderes Ejecutivo y Legislativo en posición de salvadores —entes piadosos—, capaces de enmendar abusos cometidos contra “el debido proceso”, el indulto concedido aPatishtán también confirma la incapacidad de las instituciones para otorgar más y mejor justicia… y eso es aún más grave.
Si el indulto es  respuesta a la injusticia, también debería mirarse como la oportunidad de revisar casos semejantes. “Las cárceles de México están pobladas por incontables dramas como el de Patishtán; su liberación debe ser sólo el primer paso hacia una revisión total de los casos y a la adopción de medidas que pongan fin a la discriminación e inequidad en el acceso a la justicia”, demanda Amnistía Internacional.
El caso de Alberto Patishtán queda a medias; no hay justicia verdadera para los deudos de los siete policías emboscados el 12 de junio de 2000; tampoco hay castigo para todos los irresponsables de refundir al profesor chiapaneco e impedir el esclarecimiento del crimen.
Mientras no se enderece lo chueco, ni siquiera para el maestro tzotzil habrá justicia completa.
–¿Pero sabe usted cuándo ocurrirá eso?
Purgatorio: La tolerancia extrema del gobierno de la Ciudad de México ha logrado conjugar un nuevo verbo en la política: compactar, es decir comprimir, empequeñecer, hacer más chico… como sucede con los camiones de limpia que compactan la basura para darle menos volumen a los tiraderos, aunque la basura siga ahí. Algo semejante ocurre con el plantón de la CNTE; como no pueden quitarlo, el GDF pide si por favorcito los maestros tendrían la bondad de hacerle a la ciudad el servicio de “compactarse”. —¿Los policías ya no dirán oríllese a la orilla sino oríllese a lo compacto? Esta fórmula simple y moderna es una nueva manera de sacarle la vuelta al bulto. Ya se sabe, ya se supo…
                @JoseCardenas1  
                josecardenas.com.mx


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