En el momento de redactar este análisis, las dos cámaras del Congreso trabajan a contrarreloj para dejar listo antes del último minuto del 31 de octubre una reforma fiscal sobrevendida en los medios y desinflada en la negociación política entre los grandes ejes.
La reforma fiscal devino en un auténtico Halloween político y, perdón por el anglicismo, pero tiene más relación con la tradicional noche de brujas norteamericana que con los altares de muertos mexicanos. Es un Halloween porque cada fuerza política y económica se disfrazó para espantar y resultó ser una mínima miscelánea fiscal y un permiso para endeudar al país por más de 750 mil millones de pesos.
El “sentido social” de la reforma fiscal del gobierno de Peña Nieto no se ve por ningún lado. Aunque la “izquierda del Presidente” promueva que se evitó el IVA generalizado a medicinas y alimentos, la realidad es que no se trata de una reforma con sentido social sino un reajuste que privilegiará la recaudación del Impuesto Sobre la Renta para las personas físicas y no para las morales.
Por ejemplo, un análisis conjunto de las bancadas del PT-PRD (los legisladores que votaron en contra), advierte que al no eliminar tratamientos especiales a maquila, transporte, grandes corporaciones del sector primario, se agudizará la diferencia entre las personas físicas y morales en la recaudación del ISR. Las personas morales (las empresas) aportaban el 38 por ciento del ISR y ahora aportarán el 34 por ciento, mientras que las físicas (los individuos) incrementarán su porcentaje de 62 a 66 por ciento. ¿Dónde está el sentido redistributivo?
Se promovió como un logro la “eliminación del régimen de consolidación fiscal” que le permite a los 300 grupos económicos más poderosos del país el privilegio de exentar el pago de impuestos. No fue así. Sólo se le cambió el nombre. En lugar de consolidación fiscal, ahora se denominará “régimen opcional para grupos de sociedades”.
El impuesto especial a bebidas azucaradas y alimentos chatarra que tanto ruido ha generado en los medios, con páginas enteras en los periódicos a favor y en contra, con presuntas justificaciones para bajar la obesidad del país (como si los impuestos sirvieran para eso) fue una gran cortina de humo. En realidad, sólo se espera recaudar 5 mil 600 millones de pesos por el impuesto a alimentos con bajo valor nutricional y alta densidad calórica. Una nadería frente al total de 1 billón 770 mil 163 millones de pesos que se pretende recaudar por impuestos a los ingresos de organismos y empresas.
En realidad, para distintos especialistas consultados, la reforma fiscal constituía la antesala de una reforma energética. Sentaba las bases para adelantar, vía la Ley de Ingresos sobre Hidrocarburos, el nuevo esquema de apertura del sector vía las modificaciones a los artículos 27 y 28 constitucionales, tal como propuso el Ejecutivo Federal.
Sin embargo, no queda claro si esto se logrará.
Y aquí está la primera de varias lecturas políticas de la reforma fiscal que hoy culmina:
1. Fractura la posibilidad de una reforma energética antes del 15 de noviembre.- El PRI y su incondicional, el PVEM, insisten que están en condiciones de sacar adelante la reforma energética antes del 15 de noviembre. Los tiempos no dan y las condiciones políticas tampoco.
El aliado fundamental del gobierno en esta noche de Halloween es la bancada de 28 senadores del PAN en el Senado. Y esta bancada, fracturada al interior por la disputa de la dirigencia y el poscalderonismo, actuó como bloque frente a la reforma fiscal. Acción Nacional no quiso pagar ningún costo político ante esta reforma y se salió en la madrugada del martes. Fueron congruentes con uno de sus planteamientos centrales: no a la homologación del IVA a 16 por ciento en la frontera.
El costo político lo está pagando el PRD al interior y al exterior. La bancada de 20 legisladores en el Senado acabó claramente fracturada. El bloque de 11 senadores cercanos a la línea colaboracionista de la dirigencia nacional y a los gobernadores de Guerrero, Morelos y Oaxaca votaron a favor, junto con el PRI. En contraste, nueve de los senadores distantes de “Los Chuchos” votaron en contra.
Esta correlación de fuerzas no es suficiente para sacar una reforma constitucional en materia energética, al menos en el Senado. El Senador Javier Corral advirtió que, al menos, 18 de los 28 legisladores del PAN analizan no avalar la reforma energética.
Las cuentas no le dan al PRI, con todo y la posibilidad de que el “grupo de los 11” del PRD pretendan una reforma energética coja. Ya lo había planteado el Gobernador de Morelos, Graco Ramírez, en su intervención: un bloque de la izquierda aceptaría una reforma energética modificando el 27 constitucional (para permitir los contratos), pero no el 28 constitucional (para eliminar la condición estratégica de los hidrocarburos).
En este Halloween político-legislativo todo puede suceder, lo que es difícil es meter más presión extra a unas bancadas que han acabado muy fracturadas frente a una dinámica que tendrá costos electorales muy claros en el 2015.
2. El Pacto por México, Otro Golpe.- A cada “reforma estructural” que se ha aprobado, los antipactistas (concentrados en los liderazgos del Senado) han anunciado que es el fin de este Supremo Poder Centralizador que decide el ritmo y el contenido de las leyes.
Sin embargo, la reforma fiscal claramente debilitó a este selecto club de notables dirigentes partidistas y funcionarios del gobierno federal que se encierran para negociar leyes, pero no tienen capacidad para generar consensos fuera y dentro del Congreso.
La línea maderista en el PAN –en clara confrontación con el bloque de Ernesto Cordero– tuvo que ceder en el tema de la reforma fiscal por supervivencia política. Ahora que los senadores del blanquiazul se volvieron a unificar, difícilmente aceptarán la imposición de un ritmo al son del Pacto por México.
Y en el PRD, la línea hegemónica de Nueva Izquierda demostró una vez más que ellos ganan cada vez que el partido pierde. El PRD pagará los costos políticos de una mala reforma fiscal, y “Los Chuchos” y sus gobernadores aliados obtendrán jugosos recursos presupuestales, pero difícilmente podrán revivir la dinámica del pacto.
3. Los auténticos lobbistas.- En este último episodio de la reforma fiscal, los “cabilderos” de las grandes empresas y de las cámaras empresariales prefirieron el bajo perfil, frente a la exhibida que le dieron a PricewaterhouseCoopers o a otras compañías dedicadas a cobrar por “influir” en las decisiones del Legislativo.
Quedó claro que el principal lobbista no está en las consultorías ni en los poderes fácticos sino en la Secretaría de Hacienda. Luis Videgaray tendrá un triunfo a medias frente a esta reforma que dejó descontentos a los aliados económicos naturales del gobierno de Peña Nieto, que impactará a clases medias de por sí escépticas ante el retorno del PRI a la presidencia y fracturados a los compañeros de viaje, muy oportunistas, de una izquierda “moderada” que soñó con influir a cambio de un poquito para su calaverita.
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