"Concibo que me engañé, no son sueños, ellos son".
Don Juan (José Zorrilla)
Hallóse un día en el infierno don Juan de la Peña y Nieto, conde de Atlacomulco y burlador de Toluca, acompañado de su criado, Luis Miguel Gerónimo Leporello de Barbosa y Huerta. Sentado a una mesa escribía el tenorio cuando molesto exclamó: "¡Cuál gritan esos malditos! ¡Pero mal rayo me parta, si en concluyendo esta miscelánea, no pagan caros sus gritos!".
Pero ¿qué hago aquí?, se preguntaba don Juan, ¿en este predio de tan candente templanza?, "porque yo desde aquí, buscando mayor espacio para mis hazañas, di sobre el reino de Méjico, porque allí tiene el placer un palacio".
Leporello recordó a su amo que la larga lista de sus conquistas lo hacía del castigo eterno merecedor: "El catálogo es éste, de las bellas que mi patrón amó: en Italia 640, en Alemania 231, 100 en Francia; en Turquía, 91; pero en España son ya mil 3...".
Mas añadió el fiel sirviente que el Señor Nuestro Dios, en su Santa y Justa Sabiduría, quiso al burlador castigar, no por las mujeres que a su lecho llevó, sino por la quiebra en que dejó al Reino de Méjico que por años gobernó.
Irritado dijo don Juan a don Luis, en amores y perjuicios su perenne rival: "Yo a las cabañas bajé, yo a los palacios subí, yo los claustros escalé, y en todas partes dejé, amarga memoria de mí... Mas vamos a lo importante, que es el guarismo a que alcanza el papel". Y al admirar los estragos de la reforma fiscal, don Luis asombrado exclamó: "¡Es increíble, don Juan!". "Si lo dudáis -respondió Juan-, apuntados los testigos ahí están".
No le guardaba cuidado el fuego mortal, que en el infierno mismo pensaba sus andanzas repetir. En encontrando a una novicia de nombre Dolores con tono de encanto la interpeló: "¿No es cierto, ángel de amor, que en esta apartada orilla más pura la luna brilla y se respira mejor?". La doncella respondió con sonrisa y sin mentir: "Callad, por Dios, ¡oh don Juan!, que no podré resistir mucho tiempo sin morir tan nunca sentido afán".
Tan luego fue suya la doncella, quiso Juan el averno conquistar. Con pesos plata del Tesoro mejicano compró los votos de las almas desdichadas y virrey del infierno se nombró. Mas no fue ésa su falta más marcada sino que al propio Lucifer impuestos quiso cobrar. Sintiendo su mando amenazado, Satanás pidió ayuda al propio Dios para librarlo de las garras de don Juan. Si así no lo ficiere, le dijo, pondría un plantón permanente a las puertas del cielo con apoyo de maestros y del gobernador.
Una estatua fría mandó Dios al malicioso a castigar, quien al verla cogió miedo y en murmullos explicó: "Culpa mía no fue; delirio insano me enajenó la mente acalorada". En ningún momento la estatua se conmovió: "Aquí me tienes don Juan, y he aquí que vienen conmigo los que tu eterno castigo de Dios reclamando están... ¿Y de qué te alteras si nada hay que a ti te asombre, y para hacerte eres hombre platos con sus calaveras?".
Dios consideró la situación. Dejar más tiempo al burlador en el averno habría puesto en riesgo el universo. Quiso devolver así al caballero, a su criado Leporello y a la doncella mancillada a un nuevo purgatorio que en el Reino de Méjico mandó crear. Malhadado fue ese día para los mejicanos, pero el buen Dios pensó que habituados estaban ya a los haceres y deshaceres del señor don Juan.
Del Justo de los Cielos el conde de Atlacomulco agradeció la generosidad: "Clemente Dios, gloria a Ti. Mañana a los mejicanos aterrará el creer que a manos de mis víctimas caí. Mas es justo, quede aquí, al universo notorio, que pues me abre el purgatorio un punto de referencia, es el Dios de la Clemencia, el Dios de don Juan Tenorio".
EQUIDAD
Se castiga a las refresqueras porque su producto es supuestamente malo y produce sobrepeso, pero se usa el dinero de los impuestos para subsidiar a una refresquera que ha sido aliada del PRD. ¿Es ésta acaso la equidad que debe reinar en las leyes de nuestro país?
www.sergiosarmiento.com
Leído en http://criteriohidalgo.com/notas.asp?id=200936
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, sean civilizados.