lunes, 23 de diciembre de 2013

Jean Meyer - ¡Feliz Navidad!

O P I N I Ó N
J E A N  M E Y E R
¡Feliz Navidad!

La tradición conservó cuatro evangelios que difieren en muchos detalles y coinciden en lo esencial. Tres corren en forma paralela, los llamados "sinópticos", mientras que el de Juan es muy original. Dos empiezan con el nacimiento de Jesús, "nativitas", navidad. Charles Péguy, hace más de un siglo, celebraba "ese admirable linaje genealógico de la generación de Jesucristo, sea que se lo considere hacia abajo, como en Mateo: Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham. Abraham engendró a Isaac... engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús. Sea que se lo considere hacia arriba como en esa admirable raza ascendente, en ese admirable linaje genealógico de Lucas que, poco a poco, remontando de generación en generación y de genitivo en genitivo, no se detiene hasta llegar a Adán, y a Dios". Y de citar dos versos de Víctor Hugo que serían una suerte de resumen, de síntesis de Mateo y de Lucas:






Una raza subía allí

como una larga cadena;

Un rey cantaba abajo,

arriba moría un dios.

Mateo era discípulo de Jesús y Lucas, compañero de Pablo. El cristianismo no es una filosofía, puesto que la confesión de fe es fundamentalmente un relato anunciado con autoridad, que da un sentido universal a la historia particular de Jesucristo, bien situada en el tiempo y en el espacio. Historia, pues. De la misma manera, la fe individual y colectiva no es una convicción inmóvil, sino una historia, con su propia memoria. Los evangelios son las únicas vidas de Jesús que se pueda escribir. Hay que esforzarse para entenderlos de la mejor manera. Es una búsqueda sin fin.

Kart Löwith publicó en 1949 un gran libro (en alemán) intitulado Historia mundial y advenimiento de la salvación, en el cual se opone a todos los que sacralizan la historia, desde Joaquín de Flora hasta la Tercera Internacional y el Tercer Reich. Para él, la historia es relativa, no conoce ni progreso, ni declino. El acontecimiento religioso, en cambio, es un presente: Cristo nace hoy, nace cada día; en cuanto a la historia de los hombres, queda bajo el juicio final de Dios, como lo anuncian los profetas de Israel. Albert Camus señaló que, en ese juicio último divino, hay paciencia, indulgencia, misericordia, todas ausentes en los decretos de la historia moderna. ¿Por qué?

Cuando uno deja de creer en la justicia divina, la voluntad de justicia humana se vuelve un absoluto, el Absoluto: bajar del cielo el Paraíso sobre la tierra. Para el proletariado, para la raza aria, para mi nación que será "la Gran Nación". Esa hazaña se puede realizar en seguida, todos los revolucionarios, rojos, blancos o negros, tienen prisa, y su impaciencia los lleva a tomar atajos que desembocan en el Terror. El fracaso se explica por el "sabotaje y la traición": hay que encontrar a los culpables y castigarlos sin misericordia. ¡Cuántas veces no hemos confundido la fe y una realización temporal! "La ciudad de Dios", "la Cristiandad", o "la Ciudad del Sol", "El Reich Milenario" etc.

La fiesta de Navidad, el nacimiento del niño Jesús en un pesebre, o en una gruta en Belén, nos recuerda el valor de la vida, de la infancia, del presente; nos lleva a preguntarnos: ¿Qué pasó con el hombre, qué ha sido de él? y ¿qué puede ocurrir? Navidad es la fiesta de la esperanza. El nacimiento a la vida es un misterio presente y una maravilla llena de porvenir. En sociedades consumistas o nihilistas, esa conmemoración invita a cambiar para nacer de verdad. "El camino al pesebre es muy largo, dijo hace unos años José Ratzinger.(...) El Señor nos llama a todos, para que podamos también decir: emprendamos la marcha, vayamos a Belén, hacia ese Dios que ha venido a nuestro encuentro".

¡Feliz Navidad!

Jean.meyer@cide.edu
Investigador del CIDE

Leído en http://www.noroeste.com.mx/opinion.php?id_seccion=104

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