viernes, 30 de mayo de 2014

Raúl Pérez López Portillo - Elecciones europeas: un resultado peligroso

En una Europa en crisis, con el horizonte perdido, los electores decidieron barrer con las expectativas y, al final de la jornada electoral, crearon como Mary Shelley, un monstruo (Frankestein). Las elecciones al Parlamento Europeo (PE) de este domingo produjeron un terremoto político. En términos generales, pierde la izquierda y los demócratas europeístas y ganan los extremistas de derecha.

El ascenso y triunfo de la ultraderecha en algunos países (Francia, Reino Unido), la debacle socialista en algunos más (España), el incremento del favor popular en el partido izquierdista Syrisa en Grecia o el xenófobo Partido Popular de Dinamarca, demuestran el desbarajuste y no compensan el triunfo socialista en Portugal e Italia o el pírrico triunfo del PP español o el partido de Angela Merkel en Alemania…








Lo dejamos en puntos suspensivos porque los análisis políticos se quedan cojos y maltrechos, según el cristal con el que se miren. Están tan recién salidos del horno que aún queman en las manos de los analistas y, sobre todo, entre los perdedores, que acusan el terremoto: el líder socialista español, Alfredo Pérez Rubalcaba, tiró la toalla, al aceptar el “malísimo resultado”. En cambio el presidente de la república francesa rechaza como le pide Marine Le Pen, la celebración de elecciones anticipadas. El PSOE celebrará un congreso extraordinario para elegir un nuevo líder. Rubalcaba se va. Pero quienes creen haber ganado, se equivocan, a pesar de su tímido optimismo. Ellos también pierden. Europa va a vivir unos años llenos de tensión.


El análisis político del resultado tiene una lectura europea, pero algunos ya lo ven como un fiel espejo de lo que puede ocurrir en las elecciones nacionales, país por país. El resultado electoral, pudiera no repetirse en las elecciones nacionales pero se ve bien como un termómetro de la situación actual. Lo que es cierto es que hubo un voto de castigo a los partidos tradicionales de derecha e izquierda, y un voto favorable a radicales de derecha e izquierda, los llamamos “euroescépticos” que, por diversas razones, coinciden en su análisis de la situación europea.

Se destaca el triunfo del ultraderechista Frente Nacional (FN) en Francia, que por primera vez en la historia, supera a los socialistas y a la derecha conservadora. Marine Le Pen, que dirige un partido xenófobo y antieuropeo, obtuvo su primer triunfo en unos comicios nacionales y puso al gobierno del socialista François Holland, en la picota. El resultado electoral, reconoció el primer ministro francés, Manuel Vall, “no es una alerta, es un terremoto”.

En efecto, lo que ocurrió este domingo en la Unión Europea (UE) es algo más que un aviso. Es un hecho real, como algunos temían: el ascenso de la ultraderecha (muchos son fascistas) coloca a los demócratas al borde del abismo. Un paso en falso, es decir, desconocer la situación, puede acabar con los partidos tradicionales.

De hecho, por la izquierda, como ocurrió en España, subieron (y en algunos casos) y superaron a los partidos de izquierda tradicionales (Partido Socialista Obrero Español e Izquierda Unida). El PSOE y el Partido Popular, en el gobierno –que ganó por escaso margen- no superaron juntos 50 por ciento de los votos emitidos, por primera vez.

Ya resulta curioso que el joven dirigente de Podemos, Pablo Iglesias, se llame igual que el fundador del PSOE. Podemos –en sólo cuatro meses de vida política- superó a la Izquierda Plural (Izquierda Unida y otros partidos); Podemos es fruto de los descontentos que espontáneamente se aglutinaron en las plazas españolas, contra la política restrictiva del PP que ha llevado a la mayoría de la población, al desempleo y pérdida de derechos duramente conseguidos a lo largo de los últimos 30 años.

En España se rompió algo más que el tradicional bipartidismo PSOE y PP, que desde los inicios de la transición democrática, han venido gobernando. Han perdido los dos cinco millones de votos, con respecto a las europeas de 2009.

A poco más de año y medio para terminar el periodo de gobierno, el ascenso de los partidos pequeños –entre ellos, los nacionalistas vascos y catalanes-, ocasionan dudas y temores y proyectan un parlamento muy diversificado. Y ya saben todos los que significa: para algunos, ingobernabilidad. Para otros, pluralidad democrática.

Esta circunstancia no es privativa de España, sino de toda Europa. Por tanto, veremos en los próximos meses y años la prolongación del terremoto que produjo las elecciones al Parlamento Europeo. Si bien en general, el Partido Popular Europeo (PPE) gana las elecciones, tendrá que negociar con los socialistas la presidencia del Parlamento, de la Comisión y la de los comisarios que dirigen la Unión Europea.

“El auge de la eurofobia es descorazonador”, declaró un dirigente de la UE. Vendrán sobresaltos, seguro. Atención a los cambios que se avecinan. Ya están aquí.


Leído en http://criteriohidalgo.com/notas.asp?id=239605


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