viernes, 30 de mayo de 2014

Sergio Sarmiento - Ofrecer una disculpa


Si no quieren pedir disculpas públicamente, por lo menos que no vuelva a pasar”.

Jacinta

¿Por qué es tan difícil? Nos cuesta tanto trabajo que decimos “Pedir una disculpa” cuando queremos decir “Ofrecer una disculpa”. Al confundir el pedir con el dar demostramos nuestro enredo mental.

La sala superior del Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa es, sin embargo, tajante. La Procuraduría General de la República debe resarcir el daño patrimonial y moral por haber privado de su libertad durante tres años a Jacinta Francisco Marcial. Ella y dos mujeres más, Teresa González y Alberta Alcántara, fueron acusadas y condenadas en 2006 a 21 años de cárcel por secuestrar a seis agentes de la Agencia Federal de Investigaciones que participaban en un operativo contra la piratería.









Jacinta fue liberada en 2009 cuando la propia PGR presentó conclusiones inacusatorias. Teresa y Alberta quedaron en libertad después, cuando la Suprema Corte determinó que había graves faltas al debido proceso en sus casos. El TFJFA está sentando jurisprudencia sobre la obligación de indemnizar patrimonial y moralmente a quienes son acusados falsamente.

Aun cuando la PGR retiró su acusación en el caso de Jacinta, se ha negado a resarcir a la acusada o a ofrecerle una disculpa pública. El argumento es que actuó conforme a derecho. Obtuvo información de la AFI de que estas indígenas habían retenido a seis agentes de la AFI y consignó a las tres con testimonios y pruebas; un juez decretó autos de formal prisión y sentenció a las mujeres después de considerar todos los elementos del caso.

Cubrir una indemnización patrimonial equivaldría a obligar a los contribuyentes a pagar dinero a todo acusado que quedara en libertad tras un proceso por ser absuelto o porque se determinaran faltas en su proceso. Un verdadero secuestrador podría terminar no sólo libre sino con dinero de los contribuyentes en el bolsillo. Se generaría un negocio de demandas que paralizaría todavía más a los ministerios públicos en un país en el que ya hay cuando menos un 94 por ciento de impunidad.

Pero ¿por qué resistirse a la disculpa pública? Ésta no cuesta tanto. Si la PGR sabe que se equivocó, si sabe que la diminuta Jacinta no secuestró a seis agentes de la AFI, si por ello presentó conclusiones inacusatorias, ¿por qué resistirse a reconocer públicamente su error? Lo curioso es que los procesos contra Jacinta, Alberta y Teresa ni siquiera se iniciaron en este sexenio. Son producto de otra procuraduría, de otro gobierno, de otro partido.

A los funcionarios mexicanos les cuesta mucho ofrecer disculpas, quizá porque se consideran superiores al resto de los mortales. Qué diferencia vemos en Corea del Sur, donde la presidenta Park Geun-hye ofreció este 19 de mayo disculpas, con lágrimas en los ojos, por el hundimiento del Sewol. La Presidenta destituyó a su primer ministro y anunció que desmantelaría la guardia costera.

Nadie piensa, por supuesto, que la Presidenta de un país pueda impedir una tragedia como el hundimiento del Sewol, pero la imagen de la presidenta Park, inclinando la cabeza, ofreciendo disculpas, confirma una ética distinta de los gobernantes. Quizá eso explica por qué Corea del Sur, que en 1950 tenía un Producto Interno Bruto de 770 dólares por persona, menos de una tercera parte del de México, que era de 2 mil 365 dólares (Angus Maddison, The World Economy), hoy tiene un PIB per cápita de 24 mil 328 dólares, casi tres veces superior al de México de 10 mil 629 dólares (2013, FMI, PIB nominal).

Saber ofrecer disculpas es un signo de humildad de los poderosos. Y los países en que los poderosos saben ser humildes tienen mayores posibilidades de éxito económico y social.

REPARTIR TELEVISORES
Nuestros impuestos están trabajando. El gobierno está repartiendo pantallas planas de televisión en todo el país. Si usted compró su propio televisor, fue un tonto. Entregar 13.8 millones de televisores costará más de 25 mil millones de pesos. Ver televisión es más importante que comer en nuestro país.
 



Leído en http://criteriohidalgo.com/notas.asp?id=239721

 



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