Regino Díaz Redondo, Madrid.- Con una mínima y preocupante diferencia, el Partido Popular ganó las elecciones al Parlamento Europeo y el neoliberalismo mantuvo su escasa mayoría en la eurozona. Sin embargo, la votación —que fue un poco mayor que la de 2009— arrojó un claro castigo a la soberbia hegemonía del bipartidismo, abofeteó a los socialista de Rubalcaba y emergió Podemos,creado hace tres meses, y encabezado por Pablo Iglesias, un joven con las ideas muy claras y la mira alta.
El golpazo a las tradicionales ideologías fue significativo. España optó en los comicios del pasado domingo por abrir la puerta a nuevas corrientes políticas que apuestan por el crecimiento y la productividad y dejan afuera los salvajes recortes sufridos en los últimos cinco años.
El ajuste, encabezado por la canciller Ángela Merkel, avisa desde su lecho de enfermo que ya agotó sus fuerzas, abusos, mentiras y elitismo. El paso al desarrollo con un euro disminuido con respecto al dólar y otras monedas fuertes muestra una cara humana anhelante, y exige reducir la voraz desigualdad entre pobres y ricos ocasionada por el sucio matrimonio entre políticos y empresarios prevaricadores y ladrones de cuello blanco.
La derecha e izquierda rancias, sin discurso válido ni propuestas creíbles, ha caído estrepitosamente porque en el futuro su inmovilismo morirá. Las honras fúnebres ya se escuchan y la familia social-popular se queda sola en el cementerio.
No fue un bofetón sino una daga directa clavada en el corazón que ya hace estragos evidentes en un cuerpo viejo y lento por falta de uso. Es un enfermo terminal.
Surge la extrema derecha
Otra sorpresa es el surgimiento de la extrema derecha en Francia donde el Frente Nacional de Marine Le Pen fue el más votado y traerá graves consecuencias. Por lo pronto, el presidente Hollande realizó una reunión urgente de su partido mientras la dama xenófoba pide que se realicen elecciones de inmediato para aprovechar su triunfo indiscutible.
Un somero análisis —habrá que esperar a que madure el dolor y la exaltación— indica que emerge una izquierda real basada en el movimiento 15-M que se plantó hace tres años en la Puerta del Sol.
La Unión Europea será otra después de estos comicios. En Estrasburgo se enfrentarán una ultraderecha fuerte y boyante por culpa del socialismo europeo que no despierta de un sueño y se convierte en pesadilla.
En España, la cabeza de Alfredo Pérez Rubalcaba está ya en el cadalso. Cambian las personas físicas o la avalancha de equivocaciones hundirán al PSOE.Todo indica que para él no hay más camino.
Tiene Rubalcaba que apartarse y dejar paso a caras nuevas. Cumplió su ciclo. Hizo todo lo posible por mantenerse pero no lo consiguió.
Hoy más que nunca el socialismo vetusto e inmóvil tiene los días contados si no hay una transformación desde sus raíces.
Andalucía salvó al PSOE. Allí obtuvo el 23% de sus votos lo que pone en primer plano a Susana Díaz, presidenta de aquella comunidad.
Ese territorio, que siempre fue socialista, lo ratificó con creces en el momento más difícil para el anacronismo que ha representado un hombre, como don Alfredo, que debe retirarse a sus habitaciones.
Por ello, éste y Elena Valenciano no tienen más alternativa que supeditarse al florecimiento de políticas renovadoras y prácticas. Se acabaron los discursos hueros, terminó el mutuo halago creado por un falso paraíso cuya bandera enarbola la vieja casta decrépita de la social democracia española.
Agoniza el liberalismo
Los datos demuestran también la agonía del mundo liberal cuyos dirigentes están a punto de sucumbir, artríticos y desahuciados.
El PP obtuvo 16 curules de las 24 que logró en la última votación. El PSOE bajó a 14 y perdió siete. Crecieron Izquierda Unida con seis curules, UPyD con cuatro asientos en Estrasburgo y Ciudadanos de Cataluña entrará con dos al Parlamento Continental.
No paran ahí las sorpresas. Ezquerra Per Cataluña, que apuesta por la independencia, sí o sí, pasó por encima de CIU (Convergencia i Unió) y se presenta radiante como una alternativa fiel al cambio de gobierno y, sobre todo, refuerza el deseo de alejarse de España.
De esta forma, Artur Mas, presidente de la comunidad, tendrá que convocar a las urnas y convertirse en lo que ya es: un pelele de ERC.
El cambio está claro y las intenciones de futuro son alentadoras con la presencia de una izquierda sin contaminar que se fortalece y conseguirá más triunfos en un futuro inmediato.
Mariano Rajoy ha de dedicarse a encontrar soluciones a su pésima gestión como presidente del gobierno y no le servirá su manida frase de “la Constitución no permite, sin que lo apruebe el Congreso de los Diputados, la votación que pudiera hacerse a favor de la independencia de Cataluña”.
Desde este momento, las fuerzas políticas moverán fichas, nombres y propuestas con rapidez. Se acabó el dolce far niente a que estamos acostumbrados.
Somos parte de un país que vivió una década en la luna y aterrizó sin paracaídas con los huesos rotos y en ánimo por los suelos.
Los que vienen atrás tienen la obligación de curar las heridas, escayolar piernas y brazos y forjar hombres con ideas nuevas y darle un nuevo cariz a la imagen progresista oculta en los últimos veinte años.
Vencerá quien se mueva más rápido
Aquí, el que se mueva con mayor rapidez pero, sobre todo, con inteligencia, habilidad y emoción vencerá.
No olvidemos, sin embargo, que las fuerzas euroescépticas ganan terreno en forma casi alarmante.
En Italia, Dinamarca, Alemania, Reino Unido, Finlandia y Dinamarca, la ultraderecha deja ver su ya conocida y fea imagen.
Los partidos retardatarios están eufóricos, se apresuran a aprovechar el descontrol de los políticos y las políticas de siempre porque están contagiados por la prevaricación, el tráfico de influencias y la obediencia a un régimen de austeridad que ha puesto en la calle a más de veinte millones de personas.
La lucha se dará entre la negra cara de los descendientes del absolutismo más despreciable y las nuevas generaciones del movimiento progresista, respetable e imaginativo, que puede reducir la enorme distancia que existe entre los que hacen del lucro una razón de ser, y quienes defienden una mejor vida para la gente, con trabajo y bienestar, que habían desaparecido.
Está claro que el PP y el PSOE no son una opción creíble para el mejoramiento de esta España en crisis y decepcionada.
El panorama europeo se hace más transparente. Habrá una lucha enconada entre grupos antagónicos. Los descendientes del pasado dictatorial tendrán enfrente a verdaderos demócratas. Quizá con incipiente experiencia política pero con el entusiasmo como arma de lucha.
Volverán a oírse, espero, a los que quieren una Europa importante y con el peso que merece en el universo político y financiero. Los nuevos diputados serán protagonistas de una inminente reforma a las leyes y articulados que ahora domina la troika.
Llevará tiempo lograrlo. También se derramarán lágrimas pero el nuevo camino está a la vista. Por él circularán democracia y libertad, que son sinónimos. A mediano plazo, Europa tiene la obligación de liderar, junto a las potencias internacionales y los países emergentes, el porvenir de este planeta tan fustigado por la avaricia y el deshonor.
Por lo pronto, hay que admitir al luxemburgués Jean-Claude Junckercomo presidente de los parlamentarios. No obstante, él se dará cuenta del cambio manifiesto en la conformación de la política continental. Habrá coaliciones de izquierda y de derecha. Muchos quedarán en el intento de conseguir una mayor libertad. Otros, se doblarán a los cantos conservadores pletóricos de comodidades.
Los que quedan formarán alianzas y la inteligencia dará paso a los exabruptos; los insultos acabarán, aumentará la razón y los eurófobos se quedarán solos.
RDR
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