sábado, 21 de junio de 2014

Jaime Sánchez Susarrey - Cascaritas

1.La serie de errores que registró el arranque del Mundial es escandalosa. En tres partidos (México, España, Brasil) se marcaron dos penales inexistentes y se anularon dos goles reales. ¿Es hora de un cambio en la FIFA? Sí, porque siempre ha habido errores, pero la TV y el replay los han vuelto insostenibles. El futbol americano, si bien es un juego con muchas más pausas, ha adaptado con éxito las nuevas tecnologías para corregir los arbitrajes. No hay razón para que el soccer permanezca al margen.

2. La arrogancia de Maradona, en el Mundial de 1986, cuando anotó un gol con la mano, que el árbitro dio por bueno, y el argentino refirió a la mano de Dios, contrasta con el gol de cabeza de Robin Van Persie, en el partido Holanda-España, que fue perfecto. Hay quienes piensan que la música es un destello de infinito: "Tras las Variaciones de Goldberg... Ya nada existe, salvó una plenitud sin contenido que es la única manera de rozar lo Supremo" (Cioran). El gol de Van Persie fue una diapositiva de perfección humana... que, por supuesto, es imperfecta.








3. La modestia y entereza de Iker Casillas, el portero español, es ejemplar. Después de la goliza 5-1, que le propinó Holanda a España, fue escueto: "No he estado a la altura, a veces hay que afrontar las situaciones, recibir la crítica y pensar en entrenar para llegar bien el siguiente partido". Ya la quisiéramos, aquí o en Brasil, para un domingo en que la clase política va a misa. ¿Quién imagina a algún alto funcionario de la SHCP admitiendo que se equivocaron? ¿O a Lula pidiendo disculpas por la corrupción y la desorganización en el Mundial?

4. Hay de niveles a niveles. El partido Holanda-España mostró un futbol del que México está a años luz. Otro tanto ocurrió en el partido Alemania-Portugal, si bien fueron los germanos y no los lusitanos quienes brillaron. La escuadra tricolor no tiene la velocidad ni penetración del futbol europeo, y carece de la magia y el toque de los brasileños o, más precisamente, que tenían los cariocas. Mientras el futbol mexicano no encuentre su propio estilo, y sea capaz de competir con Europa, seguirá siendo lo que es: una esperanza verde.

5. Las probabilidades de Brasil de ganar la Copa son escasas. Frente a Croacia, experimentó dificultades; el segundo gol brasileño fue una triquiñuela. Comparado con Holanda y Alemania, su desempeño fue mediocre. Es cierto que tiene a su favor al jugador número 12. Y también es cierto que tiene a su favor la geografía (el calor y la humedad), jugador número 13.

6. El empate México-Brasil es, de por sí, nota. Nunca había ocurrido en una Copa del Mundo. Y era inimaginable que algo así pudiera suceder en un partido mundialista en la tierra de Pelé. La nota, sin embargo, no es que México se defendió bien, con la notable actuación de Guillermo Ochoa, sino que Brasil ha colapsado como potencia futbolera. Porque si en el encuentro con los croatas mostró sus debilidades, en el partido con México confirmó su impotencia.

7. Holanda se perfila, junto con Alemania, como uno de los favoritos. La probabilidad de que los europeos rompan la "maldición" y se lleven la Copa a Europa es muy alta. A como están las cosas, Argentina es el último baluarte del continente americano. Ya veremos.

8. El ocaso de los campeones. España cayó frente a Holanda, pero con todo era de igual a igual. La derrota 2-0 ante Chile es otro cantar. No sólo pierde, sino que no alcanza la calificación para octavos de final. Es una humillación mayor ante un equipo de mediana importancia. Según el ranking FIFA/Coca-Cola, Chile ocupa el lugar 14 frente a España, que estaba en el primero.

9. De pasada, Chile y Costa Rica nos dan una raspadita. Después de arrancarle el empate a Brasil, el orgullo meshica se fue a las nubes y Guillermo Ochoa fue santificado. Pero, al día siguiente, los chilenos no sólo se imponen sobre el campeón mundial, sino lo mandan directo a su casa. Y ahora Costa Rica derrota a Italia, contra todo pronóstico.

10. El futbol une, pero también divide. El malestar de los brasileños tiene razones justificadas. La arrogancia, cinismo y corrupción de la clase política son escandalosos. Es muy probable, por lo tanto, que el fracaso de la selección brasileña se convierta en la puntilla del gobierno de Dilma Rousseff en las elecciones de octubre.

11. La FIFA, la misma que avala penales inexistentes, se eriza ante los hinchas mexicanos que gritaron puuuutoooo en el partido con Brasil y analiza sancionar a México. La epidemia de gazmoñería y corrección política no tiene fin, todo lo contamina. Y ahora, ¡Quién podrá defendernos!



@sanchezsusarrey



Leído en Reforma.com

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