PRIMER TIEMPO
La claudicación, en defensa propia
Para quien hizo de la política su vida, el final de la carrera pública de Fausto Vallejo ha resultado una catástrofe. Decidió pedir licencia como gobernador de Michoacán después de ausentarse cuatro días para hacerse un chequeo médico por su trasplante de hígado hace un año, lo que fue una buena coartada para levantar la tolvanera y nunca explicar si sus médicos le dijeron que la intensidad del trabajo en su cargo, ya no era lo mejor para su salud. El tema de fondo no es si está delicado o no. Vallejo ha dado todos los motivos para anidar la idea de que se fue del gobierno porque era insostenible mantenerse sin ser devorado por el cáncer de la corrupción y el narcotráfico que inundó la sala de su casa. Su hijo Rodrigo, El Gerber, que conducía un Porsche en las calles de Morelia, propietario de antros y gestor de negocios, también se había relacionado con Servando Gómez, La Tuta, el jefe de Los Caballeros Templarios que, como protocolo de seguridad y chantaje, video grababa todas sus reuniones sociales. Vallejo asegura que sus hijos no son delincuentes, pero el procurador general, Jesús Murillo Karam, piensa otra cosa. “Tenemos muchos videos de él con La Tuta”, dice un alto funcionario de la PGR.
No hay forma, como ha sucedido en otros casos, que Rodrigo Vallejo haya sido llevado a esas reuniones con amenazas y extorsiones. Muchas reuniones y ninguna denuncia ni avisos de que se había convertido en víctima del criminal. Al contrario. A quienes llegó a escuchar el gobernador y que le levantaron las banderas de alerta, los amenazó abierta por correo electrónico. Prepotencia clínica al sentirse intocable. Seguro estaba que no procederían contra él porque su padre, como gobernador, era factor de estabilidad en Michoacán. Sí lo fue en octubre pasado, cuando regresó de ocho meses de tratamiento médico en Estados Unidos, y contra los deseos del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, le soltaron el cuello para que regresara, como lo marca la ley, a la gubernatura. Pero las señales de disgusto con él y su gobierno, no fueron cabalmente entendidas. El gobernador se rebeló y enfrentó al gobierno federal, hasta que sus más cercanos, comenzaron a caer por sus vínculos con el narcotráfico. Quiso estirar más y le pusieron el alto. El cáncer criminal lo tenía en el corazón.
SEGUNDO TIEMPO
Su aliado, su asesor, su primer cadáver en el clóset
Llegar a gobernar Michoacán era su sueño. Cuatro veces había ganado la alcaldía de Morelia y en el PRI todos hablaban bien de Fausto Vallejo. Pero iniciar el gobierno en un estado incendiado por la violencia e infectado por el narcotráfico, tras haber derrotado a la hermana misma del presidente Felipe Calderón, pese al ducto de recursos que le inyectaron para su victoria, representaba un desafío adicional de gobernabilidad. Su hombre fuerte, Jesús Reyna, amigo de la juventud del gobernador saliente, el perredista Leonel Godoy, le propuso forjar una alianza con él para darle gobernabilidad al estado. Vallejo aceptó la sugerencia de Reyna, aunque al poco tiempo se ausentó por meses para atenderse del hígado y sobrevivir un trasplante. Reyna, que diseñó el andamiaje de del gobierno, pasó al timón. Una serie de videos escondidos en una bolsa de plástico que encontró la PGR en una casa asegurada en Morelia, mostraron el tipo de gobierno que había armado Reyna. En todos ellos aparece con Servando Gómez La Tuta, el jefe de Los Caballeros Templarios, organizando al gobierno. Funcionarios de la PGR que los han visto, describen esas negociaciones, o mejor dicho conversaciones, como encuentros donde se ponen de acuerdo sobre quiénes y a dónde, en el gobierno, irán a parar los incondicionales de La Tuta. Todos ellos ocuparían cargos en la administración de Reyna, principalmente en las áreas de administración, obras y de seguridad. No han dicho las autoridades si los videos son previos o posteriores a la enfermedad de Vallejo, pero en todo caso, les quedó claro que eran compromisos. Reyna no ha querido declarar ante el ministerio público, en un empecinamiento tan notorio que su primer abogando defensor, el ex procurador de Marcelo Ebrard, Rodolfo Félix, renunció. Todo se lo ha tragado Reyna y arrastró con él al propio Vallejo, quien lo defendió aún cuando ya estaba preso y dijo de él, que nunca dio muestras de vinculación con el crimen organizado. Otro caso donde, en el mejor de los casos, le pasó de noche la ilegalidad.
TERCER TIEMPO
Licencia no, claudicación total
¿Pensaba el gobernador Fausto Vallejo dejar el poder cuando anunció que iría a un chequeo médico a un año de que le trasplantaran un riñón? Por la forma como se comportaron sus principales colaboradores en esos días, no. Lo que sí está documentado es que mientras estaba en la revisión, comenzaron a preparar en Morelia su salida de la gubernatura. Lo que pasó por la mente de Vallejo para decidir la forma como lo haría, es un misterio aún. En todo caso, ha sido un desastre su actuación y una decepción para un político que durante toda su vida fue exitoso. Antes de solicitar licencia al Congreso, como lo marca la ley, el gobernador claudicó, se humilló ante todos y sugirió, en un acto indigno de subordinación, de quién pende su futuro. Casi 30 horas antes que cumpliera el requisito constitucional de la licencia, fue a Los Pinos a informarle al Presidente que se iba. De ahí se fue a Bucareli, donde entregó formalmente al responsable de la política interna del país, su rendición. Antes de cumplir el trámite legal, mientras aún estaba en la Secretaría de Gobernación, le informó a todos en dos mensajes en Twitter, que se iba. Qué desaseo republicano. El no presentar de inmediato la solicitud de licencia fue tóxico. Tenía una responsabilidad política y ética ante los michoacanos que lo eligieron, y otra legal ante el Congreso local, su poder paralelo, pero nada le importaron. Derrotado y políticamente humillado, acudió por la gracia -¿y el perdón?- ante quienes no debía, como si fuera México una monarquía y no una república, como si fuera súbdito y no poder. En la debacle constitucional, en este momento trágico de la política mexicana, leyó en vivo, minutos antes de que se entregara su solicitud de licencia al Congreso, un mensaje en la compañía silenciosa de su esposa, donde no habló directamente sobre los motivos de su decisión y se arrodilló, una vez más, ante Enrique Peña Nieto, su rey, no el Presidente. ¿Qué buscó Vallejo con tan públicos actos de genuflexión? No se sabe aún, pero cuando terminen las investigaciones sobre su hijo Rodrigo y se concluyan todas las averiguaciones, conexiones e implicaciones de su secretario de gobierno, Jesús Reyna, con el narcotráfico, habrá quizás un poco de luz para entender que la tan miserable conducta de un político experimentado y apreciado tuvo, cuando menos, razones personales para incinerarse ante la vista y el juicio de todos.
twitter: @rivapa
Leído en http://www.ejecentral.com.mx/ayuda-de-memoria-las-tres-caidas-en-morelia/
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