sábado, 21 de junio de 2014

René Delgado - Miedo a la política

En medio de tanto brinco y cambio legislativo, gobierno y partidos están dejando ver algo increíble en ellos: el miedo a la política.

El patético papel que esas instancias protagonizan, a través de sus respectivas fracciones parlamentarias en el Congreso de la Unión, más que ridículo revela miedo. El gobierno y los partidos rehúyen el debate público y abierto, transan las reformas legislativas a escondidas de la ciudadanía y confunden la negociación con el canje de votos o con la práctica del chantaje, en impulso -de seguro- de la cultura de la extorsión y el secuestro que domina y asfixia a la República.

Miedo, en el fondo, es lo que expresan gobierno y partidos con su conducta en el Congreso.







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La oposición panista y perredista está dejando ver cuán medrosa y miope es. En el campo político-legislativo, esa oposición transforma su alianza electoral en juego de traiciones.

Al ritmo de sus intereses, se acercan y se alejan del priismo sin renunciar a imprimirle cierta dosis de humor a su actuación. Si el PAN acuerda con el PRI, el perredismo denuncia al PRIAN. Si, por el contrario, el perredismo pacta con el tricolor, el panismo asegura que eso es posible porque son una y la misma cosa. Cuando, en ese campo, el panismo y el perredismo no se acusan entre sí, juegan entonces a las sillas musicales: por turno, se levantan o se sientan a la mesa de las negociaciones, hasta que el priismo encuentra un caramelo con qué engolosinarlos.

La alianza del panismo y el perredismo en el campo electoral y su confrontación en el campo político pone en evidencia claves importantes para entender a la oposición. Uno, en ambos casos, el pivote su actuación no lo fijan ellos, sino el priismo. Dos, en ambos casos hay una suerte de ritornello a la idea de que su destino es jugar el rol opositor sin auténtica vocación de poder. Tres, en ambos casos carecen de visión para impulsar, en verdad, el desarrollo de la democracia en el país. Cuatro, ambos le tienen miedo a la política.


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En el campo electoral, panismo y perredismo entablan alianzas en pos de presupuestos y posiciones -léase dinero y empleo-, sin importarles después el desem- peño de sus abanderados de cara a la ciudadanía, en condición de gobernados. Hoy, más de un gobierno estatal, producto de su alianza, toca el lindero del desastre o, bien, refleja tremendo parecido con la fuerza tricolor desplazada.

Tales alianzas electorales de la oposición fincan su fortaleza no en una propuesta propia ni de fondo. No, el simple llamado a votar contra el priismo las nutre. Sin programa ni proyecto, panismo y perredismo determinan qué candidato -por lo general, un tricolor desahuciado- puede hacer suya la victoria electoral y, entonces, se alían con el único propósito de desplazar del poder al priismo, pero sin el menor interés en marcar diferencia con aquel.

Ahí están los gobiernos estatales derivados de su unión: Gabino Cué en Oaxaca, Mario López Valdez en Sinaloa y Ángel Aguirre Rivero en Guerrero (donde, por la puerta de atrás, con la declinación de su propio candidato, el PAN terminó por aportarle unos cuantos votos). Esos gobiernos, producto de su alianza, no le rinden cuentas a nadie: ni al PAN ni al PRD, mucho menos a la ciudadanía. Es tan miope y mezquina la alianza electoral de la oposición que, al final, provoca el mismo descontento y desencanto.

La alianza electoral opositora se ha limitado a buscar la posición, no a fijar la postura. Actúan con mezquindad y miedo.


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Aun cuando, en la apariencia y con motivo de la conducta de la oposición, el priismo podría entonar la canción El Rey, la realidad es otra: el gobierno y su partido también se ven ateridos por el miedo.

Sin duda, en el nivel constitucional, las reformas estructurales exigían talento y oficio para integrar las mayorías calificadas que exigía su aprobación en el Congreso. De ahí que, a diestra y siniestra sin grandes reparos, el priismo hiciera concesiones aún a su pesar. La joya de la corona del sexenio, la reforma energética, obligaba a doblar las manos frente al perredismo en la reforma hacendaria y fiscal y hacer lo mismo frente al panismo en la electoral y algo en la energética. Si tales concesiones descuadran la economía y la política nacional, ya se verá después qué hacer, la prioridad era asegurar la energética.

Hoy, sin embargo, en el nivel reglamentario, el gobierno y su partido parecieran haber perdido la brújula y les aterra sacar las reformas con su solo voto y el de los partidos satélites -el Verde y Nueva Alianza- que aún los obedecen y, quizá, "convenciendo" a uno u otro legislador panista o perredista que, sin duda, encontraría el pretexto para ausentarse el día de la votación o equivocarse, sin querer, desde luego, a la hora de levantar la mano.

El gobierno y su partido están mostrando falta coraje y decisión para comprometerse con lo que pretenden y, entonces, en aras de no aprobar por sí los reglamentos y sumar a su postura al panismo y al perredismo están dejándose extorsionar, particularmente, con la reforma político-electoral, sin reparar en el costo que, a la postre, le dejará al país el descuadramiento de la política y la economía con tanto malestar social. Al priismo le da miedo defender lo que pretende, y más miedo les da activar a las fuerzas o poderes informales que podrían respaldarlos. Esto, sin mencionar el terror que les da apelar a los sectores de la ciudadanía que podrían entusiasmar.


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Si bien son deplorables los gobiernos y los partidos que hacen de la política del miedo el instrumento para imponer sus designios, sobre la base de limitar libertades y conculcar derechos a la ciudadanos, también lo son aquellos que, por miedo a la política son incapaces de defender lo que postulan y, en la confusión, terminan por destruir lo que tienen sin construir un nuevo horizonte.

Estos días, en su conjunto, el gobierno y los partidos están dejando ver su miedo a la política y, ateridos, el peligro de instalarse, como tantas otras veces, en la mediocridad.


sobreaviso12@gmail.com


Leído en http://www.plazadearmas.com.mx/noticias/columnas/2014/06/21/sobreaviso_4142_1009.HTML

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