No hace mucho, en Campeche, la historia reciente dio un giro de ciento ochenta grados.
Una multitud indignada, acaso con la venia del mandatario estatal, Fernando Ortega Barnés –hay telefonemas grabados al respecto-, decidió derribar del montículo de los héroes de la entidad, el busto erigido como homenaje personal de felipe calderón, muy íntimo diríamos, a su infortunado amigo Juan Camilo Mouriño muerto en noviembre de 2008, el mismo día en que en Norteamérica se rompía un anacronismo y un hombre de color ganaba las elecciones presidenciales con las miradas dl mundo puestas en la Casa Blanca y no en las Lomas de Chapultepec donde cayó -¿derribado?- el Jeat Lear en donde, de acuerdo a la versión oficial, viajaba Juan Camilo Mouriño Terrazo, secretario entonces de Gobernación y el “delfín” –en otra acepción- del presidente en funciones en esos desgraciados años.
Aseguran quienes observaron de manera directa los acontecimientos que, en cuestión de meses, en plena transición política, la estatuilla del ex funcionario que anidó en Campeche, nació en Madrid y descendió de gallegos de Vigo, pasó de ser un guiño a calderón a ser repulsiva muestra de lacayunería que peña nieto agradeció que no se preservara; esto es, como la marea que baja y sube de acuerdo a los buenos y malos tiempos. Y así los funcionarios locales quedaron liberados del peso y más aún cuando corren las historias sobre uno en especial que fue encontrado en flagrancia... con su auxiliar masculino en plena área de trabajo. Ya les diré.
Pero, más allá, de la anécdota, queda claro, muy claro, que los panistas “accidentados” y muertos no fueron héroes como se les presentó sino tenían muchas historias por contar incluyendo las negociaciones con el narcotráfico para atemperar la violencia global con una mayor tolerancia.
Para eso servía Mouriño a cuya familia, al parecer muy bien preparada para el histrionismo, le fue estupendamente gracias a las amplias concesiones recibidas.
Por eso algunas ciudades y villas de Campeche parecen haberse modernizado... en beneficio de los
clanes intocables.
Y ya que hablamos de Juan Camilo, a quien llamaban Iván por lo terrible que fue en su infancia y acaso el más joven de cuantos secretarios de Gobernación han traspasado las puertas del Palacio de Bucareli, no es posible dejar de señalar que por allí alguien, relevante, esconde uno de sus peores pecados... con esa permanente carilla de monaguillo regañado.
Bien sabe felipe calderón a que y a quien me refiero. Todos en Campeche lo saben... pero sólo entre sus límites.
Poco a poco irá aflorando la verdad en tanto seguimos soñando que, algún día, la selección de fútbol, el “tri”, se corone campeona del mundo. ¡Ya hasta el PRI se fue y volvió!
Leído en http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/el-busto-1403334675
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