Alfonso Rodríguez Castelao
1886 - 1950
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Doña Florinda se casó con Fungueiriño
Doña Florinda se casó con Fungueiriño y vivió en
espera de un hijo que no llegó. Compadeciéndose de su mala suerte, doña Florinda
se pasaba las horas en el balcón, escuchando el cacareo de las gallinas
ponedoras.
Fungueiriño era jugador y murió del corazón, dejándole
a la pobre señora los deseos frustrados de acariciar un hijo. El luto le sentaba
bien a doña Florinda y la carne blanca de sus brazos llamó la atención de don
Roque.
La buena señora supo despertar un amor serio en el
pecho del solterón y logró casarse en segundas nupcias. Y después de casada le
renació el deseo de ser madre, y siguió viviendo a la espera de un hijo que no
llegó.
Don Roque se marchó de este mundo, y doña Florinda se
quedó sola, ante sus deseos frustrados.
Pasaron muchos años. Ahora doña Florinda es una vieja
arrugada por el tiempo, tan vieja y tan arrugada que parece una reliquia. Ahora,
al final de su larga vida, doña Florinda ve cumplidos sus viejos deseos. La
chochera le hizo creer que tiene un hijo, y cualquier día se queda muerta de
alegría por ser madre.
La buena señora le anda diciendo a todo el
mundo:
—¿No lo sabéis? Me nació un
hijo.
Y todos se echan a reír porque las gentes ya no saben
emocionarse…
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