Dijo César Camacho, el presidente nacional del PRI, que quienes critican al gobierno federal por proponer que se absorba una proporción del pasivo laboral de Pemex y de la CFE lo hacen seguramente por ignorancia y por mala fe. Yo creo que hay otras muy buenas razones.
El hartazgo frente a los abusos de una cúpula sindical y de la dirección de la paraestatal que llevan décadas repartiéndose el dinero público de forma indecentemente generosa, por ejemplo. Quién ha olvidado el escándalo provocado por el Contrato Colectivo firmado entre Pemex y el Sindicato (STPRM) en el 2004 en el que se pactó, entre otras cosas, la entrega de 200 millones de pesos para el mantenimiento durante dos años de instalaciones deportivas del sindicato y 49 millones para la construcción de un nuevo centro deportivo.
O los 89.2 millones de pesos que se les entregaron para pagar los gastos de cuatro años de festejos del Día del Trabajo. La lista es inagotable. En el contrato colectivo del bienio 2007-2009 sobresalió la cláusula 251 que obligó a la empresa a pagar "salarios y prestaciones, viáticos, ayuda para transporte y gastos conexos foráneos a 68 funcionarios del comité ejecutivo general que incluye a asesores sindicales y consejo de vigilancia, cinco consejeros sindicales, 86 integrantes de las comisiones mixtas (...) y 162 comisionados nacionales, así como a 12 comisionados adscritos directamente a las órdenes del secretario general del STPRM". Otras cláusulas seguían desgranando las obligaciones de Pemex para con otros muchos comisionados, enviados, secretarios generales de comités ejecutivos locales, personas designadas para asambleas locales, y otros. O la cláusula 99 del último CCT, el 2013-2015, que contempla que se pagarán gastos de cirugía plástica estética o cosmética a los trabajadores si el patrón lo autoriza.
Hartazgo también por la demostrada discrecionalidad que tiene la cúpula sindical para manejar esos dineros. ¿Quién olvida que en el año 2000, en cuestión de días, la dirección de Pemex y el Sindicato pudieron disponer y desviar mil 580 millones de pesos para la campaña de Francisco Labastida?
Entonces ahora, los diputados y el gobierno pretenden ofrecerle al sindicato una zanahoria, un incentivo para hacer las cosas bien. Dice Luis Videgaray: "una opción que habrán de decidir Pemex y sus trabajadores: si modifican el régimen pensionario, (cuentas individualizadas, más años antes de la jubilación) el gobierno federal podrá asumir una proporción del pago de pensiones y jubilaciones por un monto equivalente a la reducción en el pasivo laboral que resulte de la reforma de pensiones que se acuerde.
Es decir, por cada peso de ahorro que la reforma pensionaria genere, el gobierno asumiría otro peso".
Es decir, sólo liberamos a Pemex de su deuda en la medida en que el sindicato y la empresa hagan su parte. El pasado se olvida. Nadie señala responsabilidades pasadas a cambio del futuro de Pemex. Duele pero podría sonar bien, sólo que nuevamente nos ponemos en manos de una cúpula sindical que nada nos garantiza tenga el interés en que Pemex sobreviva a mediano plazo. A los trabajadores y a sus familias seguro que sí les importa, pero para quienes han vivido años como parásitos chupando y desecando a la empresa unos años más de manos libres quizá les resulte mejor que sanear las finanzas de Pemex.
Entonces nos dicen que estamos obligados, que no hay de otra, a pagar pasivos laborales producto de años de corrupción de empresa y sindicato, y además sujetos a la buena voluntad de esa empresa y ese sindicato para que en unos años no tengamos que desembolsar nuevamente billones de pesos porque Pemex no pudo competir frente a empresas que no cargan con esas deudas ni con esos Contratos Colectivos inverosímiles.
Rehenes del pasado y rehenes de una cúpula sindical corrupta, ¿de verdad sólo la mala fe o la ignorancia pueden explicar las críticas?
Fuente: http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1021238.rehenes-del-pasado-y-de-una-casta-de-corruptos.html
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