Fue acaso una reacción, un reflejo político. En mangas de camisa, el cuello desabotonado, los brazos extendidos y las manos abiertas, palma al piso, en actitud de calma por favor, esa es la imagen grabada. Rodeado de jóvenes inconformes y exaltados, en los hechos sin protección, el Secretario se expone. ¿Escenificación, puesta en escena? Imposible. Gobernación carga con la fama, bien ganada pero con excepciones, de ser la Secretaría de la represión, del lado oscuro de la política. ¿Realidad o imaginería? De las dos un poco. Ni la Stasi podría con todos los que se creen intervenidos, pero hay. Ver al titular dialogando en público es una señal.
El estudiante reta y el Secretario no se amilana. Lee el pliego petitorio y firma de recibido en la mejor Oficialía de Partes de la que tengamos noticia. ¿Cambio de estilo o estrategia, cálculo? Lo primero es bueno, lo segundo excelente. Tlatlaya está presente cuando el horror de Iguala ya está en el horizonte. El edil perredista prófugo. “Guerreros Unidos” y “Rojos” son los actores ocultos. El Gobernador en ese momento brilla por su ausencia. La penetración parece omnipresente. El último Beltrán Leyva ronda al candidato panista a alcalde de San Miguel Allende. Pero hay mucho más, la pequeña Hong Kong sacude a China por la furia y determinación de los miles de manifestantes, estudiantes en su mayoría, lanzados a la conquista de la democracia. El Dragón tiene una reacción equívoca y reprime. Cancelan el diálogo.
Ese martes se encamina ya a más noticias como los bombazos contra la UNAM reivindicados por “anarquistas”. Oaxaca paralizada una vez más por el magisterio disidente, destructivo y autodestructivo, el peor interlocutor, el más riesgoso. Faltan horas para la marcha del 2 de octubre que, por primera, ocasión se realizaría sin resguardo policial. Y vendrá lo peor, las fosas de Ayotzinapa. El Secretario está en el ojo del huracán, un pasado de violencia reciente que viene desde el primero de diciembre del 2012, desde la reacción fallida en contra del #Yosoy132 y el futuro inmediato el horror anunciado de Iguala. El 68 es el telón de fondo. Un paso en falso y la reseca pradera puede prenderse. Se compromete en público. El 60% de la población simpatiza con los estudiantes; el 86% aprueba la actuación del Secretario, GCE. Contrafactual: ¿qué hubiera ocurrido de no haber negociación?
El viernes las respuestas están allí incluida la renuncia de la titular del IPN que pudo darse antes y no como trofeo. Pero no se dio. Usó los reflectores, no negoció, entregó dicen. Pero, ¿se podía negociar lo que ya había abortado? Cuál era el margen y cuáles los riesgos. El hervor crecía por minutos. La política es coyuntura, imaginemos una suma de incendios.
El movimiento del IPN se distinguió, hasta ahora, por su civilidad. Al acceder al diálogo el Secretario estableció diferencias de con quién se puede dialogar directamente y con quién no. Hay una pedagogía política. Otros le hubieran impedido subir al templete, lo hubieran abucheado o vejado. Jugó sus cartas, asumió riesgos, rompió precedentes. Gobernación puede dialogar públicamente. Buscó cosechar aplausos dicen. ¿Será? Apagaba un incendio. El desplante hubiera podido salir muy mal. Ese tipo de negociación no puede ser estrategia permanente. Leyeron la excepción. Ahora viene el reto para el movimiento: ¡Qué trabajo cuesta saber ganar!
Pero hay otro nivel de análisis. Peña Nieto y su equipo corren el riesgo de instalarse mentalmente en las reformas logradas y pensar que ese País encaminado a un mejor futuro es el que gobiernan. No es así, gobiernan un México en el cual la pobreza extrema está instalada y agravada por el aumento desmesurado de productos centrales de consumo popular. Entre el México del crecimiento previsible y el de hoy hay un abismo que deben asumir. En las calles las reformas no existen. Hay empobrecimiento y los jóvenes no encuentran empleos, son dos flancos muy delicados. El bono demográfico puede mutar de una esperanza justificada en los números a frustración que convoca a la violencia presente. Así de polarizado es el desenlace. Toda esa fuerza laboral en potencia, es también desesperación en ciernes. Sumémosle la otra violencia y Ayotzinapa que ya marcó a la gestión. El escenario es muy delicado.
Si el Presidente inscribe a la negociación como un intento obligado para los tiempos que le tocó gobernar, que no son ni serán los de la gran cosecha, iremos por buen camino. Ya llegamos tarde como País para poder brindar educación y empleo a todos los que la demandan en el nivel que el mundo exige. Primer lugar de la OCDE en deserción de 15 a 18 años y tercero de los llamados “ninis”. Para alcanzar la cobertura total de bachillerato se necesitaría abrir un plantel en ese nivel todos los días. El templete fue una excelente señal de sensibilidad hacia la pobreza y la frustración que ya están aquí y estarán entre nosotros más allá del 2018. El templete demuestra la necesidad de leer el intervalo entre la realidad presente y el futuro que está apenas en cimentación.
Leído en http://www.am.com.mx/opinion/leon/el-riesgoso-intervalo-12356.HTML
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