A diferencia del PRI unido por sus 20 puntos de ventaja, la unidad perredista tiene que ver con su tercer lugar en las encuestas y en la conciencia de que una división terminaría con cualquier posibilidad de competencia en 2012. Por su parte, el PAN arrancó una serie de encuentros con un primer debate que fue un desastre, con candidatos aburridos, de cartón, sin ideas nuevas.
1. Peña se queda con todo: la exclamación ¡Viva Enrique Peña Nieto! del profesor Humberto Moreira, en el que debe ser uno de sus peores momentos en la política, es el fiel reflejo del PRI en esto sí renovado. Si las elecciones del 2000 y 2006 estuvieron marcadas por un partido dividido, esto no sucederá en 2012. No por lo pronto.
El síndrome de la división, pensando como el mal que los sacó de Los Pinos, ha sido aprovechado al máximo por Enrique Peña Nieto y su grupo, que poco a poco se van quedando con todo el control, todas las decisiones. Fue Peña Nieto quien a fin de cuentas anunció que Moreira tendría que irse y fue Peña Nieto quien dijo quién tendría que quedarse. La operación sigue atrapada en las viejas formas, como aquella en la que uno de los sectores —en este caso el campesino— hace la propuesta de un candidato que terminó siendo, ¡oh sorpresa!, único.
Va acumulando damnificados el peñanietismo, pero todos se van agradeciéndole sus atenciones. Su lugar en las encuestas, ratificado esta semana, es el cemento que aglutina a priistas. Habrá que ver qué sucede si en febrero o marzo la ventaja no es la de hoy y si, por ejemplo, la campaña comienza a percibirse en problemas. Por lo pronto, todo es para Peña Nieto.
Muy lejos está Moreira de desaparecer del mapa priista. Sus éxitos electorales no son producto de la casualidad ni todos atribuibles a la ola roja del Estado de México. Minucioso, su equipo trabajó distrito por distrito y así estaba preparándose para el 2012. Seguramente, desde alguna oficina, Moreira seguirá operando la parte electoral.
Por lo pronto, el tren de Peña Nieto va en tiempo y ruta. Quienes subestiman la capacidad política del candidato deberían pensarlo de nuevo a partir de la manera en que operó su sucesión en Toluca, la manera en que se deshizo de su único competidor y, ahora, cómo sorteó el inconveniente Moreira. Suyo es el PRI.
2. Panistas en busca de emoción. Arrancaron los panistas una serie de encuentros en los que pretenden confrontar posiciones rumbo a la definición de su candidato. En la lona de las encuestas, Ernesto Cordero parece haber cambiado de estrategas, o al menos de estrategia, persiguiendo activamente espacios en los medios y a partir de ayer abandonando la pretendida cordialidad con sus adversarios. Cordero y su equipo parecen haberse dado cuenta de que el discurso descalificando las mediciones no tenía futuro y que si quiere tenerlo, debe trabajar para cambiar la percepción de que es último lugar, pero primero en la preferencia de Los Pinos y por eso será el candidato.
Ayer en Guadalajara por primera vez cuestionó las capacidades de quien lidera por mucho las encuestas para ser la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota, para manejar la economía del país. La ex secretaria de Educación contestó de inmediato haciendo referencia a aquella desafortunada frase de los 6 mil pesos. Es poca cosa, pero al menos un primer intento de que la contienda entre blanquiazules interese a alguien. El primer debate había sido un desastre para los panistas, que vieron a tres candidatos aburridos, de cartón, sin ideas nuevas. No fueron buenas noticias las encuestas de preferencias electorales que conocimos esta semana y que ponen al PAN y al PRD muy cerca en la disputa por el segundo lugar.
Le urge al PAN inventar nuevos formatos, nuevas ideas. Emocionar a alguien.
3. Puro amor. Los perredistas aprovecharon la semana para hacer un acto público de desagravio y de mensaje. Ver a López Obrador con la cúpula de chuchos era importante, sobre todo hacia adentro del partido, donde algunos seguidores del Peje habían interpretado su designación como candidato como un permiso para arrasar contra sus adversarios internos.
A diferencia del PRI unido por sus 20 puntos de ventaja, la unidad perredista tiene que ver con su tercer lugar en todas las encuestas y en la conciencia de que una división terminaría con cualquier posibilidad de competencia en 2012.
Empiezan a llegar los réditos, las encuestas de la semana los colocaron cerca del PAN y son el único partido que ha seguido creciendo. Están muy lejos de Peña, pero mucho más cerca de lo que ellos mismos imaginaban de arrancar en febrero en segundo lugar y hacer de la elección una disputa entre ellos y el PRI.
El armado de las listas de diputados y senadores es un momento complicado en donde se volverán a medir fuerzas y veremos qué tanto amor hay por ahí. Otro reto será la elección del candidato o candidata para el Distrito Federal.
El favorito de Ebrard ya no levantó y la disputa hoy está entre el procurador Mancera y Alejandra Barrales. Todos tienen claro que la decisión es del jefe de Gobierno. Una mala elección de candidato no sólo pone el riesgo gobernar el DF, sino los votos que la ciudad tiene que aportar a cualquier candidato que quiera, en serio, ser presidente de México.
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