El mayor problema que tiene Ernesto Cordero, según reconocen él mismo y sus estrategas, es la percepción. Aunque internamente en en PAN, según sus encuestas y estimaciones, han crecido y han sumado militantes a su causa, al grado de creer que pueden ganar la elección interna de candidato que se realizará en febrero, hacia afuera del panismo, en buena medida por su poco crecimiento en los sondeos a población abierta, la percepción que se tiene de él es que es un candidato que no crece y que se está quedando rezagado en la contienda panista.
Aun sin fuera, como muchos afirman, el candidato favorito del presidente Calderón y si el mandatario decidiera presionar al panismo para imponerlo como candidato, el problema para Cordero sigue siendo el mismo: si lograra ganar los comicios internos de PAN, ¿cómo van a explicar hacia afuera que el candidato ganador es el que se ubicaba en el tercer lugar en las encuestas y cómo logró ganar el que se veía como el más débil en la percepción de la opinión pública?
El problema para Cordero y para Calderón es que esa misma percepción que se da en población abierta también ha impactado hacia dentro del PAN. Si bien las estadísticas del ex secretario de Hacienda y de sus operadores les dicen que tienen un cierto número de militantes que les dicen que les darán si apoyo -300 mil votos suficientes para ganar, dicen sus estrategas- entre los panistas también crece la idea y la misma percepción de que, con todo y su preparación y experiencia, Cordero no es el mejor candidato ni el que puede resultar más competitivo para Acción Nacional frente al avance del PRI y de su virtual candidato, Enrique Peña Nieto.
Y ahí está el mayor problema que tienen enfrente Ernesto Cordero y su promotor el presidente Calderón: si en el panismo no están convencidos de que Cordero es su mejor opción, ¿cómo harán para enfrentar y vencer un rechazo de la militancia –léase cúpulas y bases militantes– si sienten que hubo una imposición o que se manipularon los resultados en la votación interna? ¿Estaría el presidente en condiciones de fortaleza política para hacer frente a una posible rebelión como la que, dicen, podría darse si el resultado de la contienda no satisface a los panistas?
Lo más grave que podría ocurrirle al PAN es salir dividido de su proceso interno. Si ya hacia afuera enfrentan una desventaja pesada en las encuestas y el desgaste de ser gobierno y los problemas del sexenio de Felipe Calderón serán una pesada carga para mantenerse el poder, una fractura interna debilitaría aún más al partido gobernante y favorecería el anunciado regreso del PRI a la presidencia en 2012.
A diferencia de otros partidos las fracturas en el PAN pueden ser menos estridentes y en ocasiones incluso no visibles. Si los seguidores y operadores de Josefina Vázquez Mota llegaran a estar en desacuerdo con un resultado adverso y no aceptaran una derrota, tal vez no se les vería, ni a ella ni a sus operadores y seguidores despotricar en público y descalificar a Cordero y a la elección, como podría ocurrir por ejemplo entre los perredistas o priistas, pero podrían hacer lo que los panistas llaman “brazos caídos y simplemente hacerse a un lado y dejar de apoyar la campaña del candidato del PAN, con lo que mermarían a su partido y le complicarían aún más el escenario del 2012.
Así que en el mes que le queda a la contienda interna del PAN la percepción jugará un papel importante. Si en ese lapso no cambia la idea de que Cordero está en tercer lugar y que su proyecto y su figura no están creciendo en las preferencias de la militancia panista,
las cosas del partido gobernante se pondrán difíciles si, como afirman algunos en el gobierno, está en camino la imposición obligada de Ernesto Cordero.
Lo mismo en http://www.24-horas.mx/cordero-y-la-persepcion/
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