Ciro Gómez Leyva |
Antes de que se apaguen las luces, me queda un pendiente con mi querido Joaquín López-Dóriga. Más de una vez expresó que habría un conflicto poselectoral. Más de una vez repliqué que no lo veía.
Propuse aquí (junio 29) que un “conflicto poselectoral” sería, sí y solo sí, una “larga temporada de movilizaciones, agitación y riesgo, como la que vivimos en 2006”. Y subrayé varios factores que lo hacían poco viable: la experiencia, marco legal y talento del IFE y el Tribunal Electoral; la elección más vigilada y fiscalizada de la historia, lo que “desinflaría mitos, mentiras y leyendas del fraude”; la ventaja amplia con que ganaría Enrique Peña Nieto; la renuncia del PRD y el gobierno del DF a acompañar una protesta radical; y, lo más importante, el repudio social a una crisis como la de hace seis años.
El lunes 2 de julio parecía que México estaba a minutos del incendio. Vino una quincena de insultos y amagos. Luego (por razones que ya habrá distancia para analizar), todo mundo se contuvo. Creo que hubo una sola protesta significativa: el bloqueo a Televisa del 26 y 27 de julio. Lo demás fue tenso, pero siempre teatral.
Para agosto, el tema salió de los principales espacios en las portadas y el prime time, se difuminó en los portales de internet y se amansó en las redes sociales.
¿Hubo conflicto poselectoral, Joaquín? Pienso que no. Algunas movilizaciones, sí; insultos, sí. Pero no agitación ni riesgo. Ni, por fortuna, violencia asociada al “fraude” y la “imposición”.
Leído en: http://www.vanguardia.com.mx/quienganolaapuestalopezdoriga-1371997-columna.html
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