miércoles, 12 de septiembre de 2012

Ricardo Alemán - ¿Melón o sandía?; dilema en el PRD

Ricardo Alemán
¡Aún no se enfría el muerto y los vivos o los vivales ya pelean la herencia!

Esa podría ser la conclusión de la “división anunciada” entre la llamada izquierda mexicana. El muerto, claro, es la unidad en las llamadas izquierdas. Y la herencia es el “capital político” producido por 15 millones de votos y… sus respectivos votantes.

Y es que cuando Andrés Manuel López Obrador no ha iniciado los detalles logísticos para la construcción del Partido Morena (PM), resulta que tanto los adversarios como los leales a AMLO ya pelean los restos de lo que fue el “movimiento progresista”. Y por eso la pregunta. ¿Qué es, en concreto, lo que pelean?




Poca cosa; pelean la supervivencia de la franquicia político electoral del partido amarillo y el valor político, económico y simbólico que han producido y producirán los 15 millones de votos conseguidos por López Obrador y los tres partidos que lo empujaron como candidato presidencial.

Y es que ese “capital político” –que según reputados especialistas de la ciencia política es mucho más que una mina de oro–, también es la sangre capaz de mantener vivo y/o matar a un partido político.

Por eso, los verdaderos jefes del partido madre de la izquierda, el PRD, ya iniciaron una campaña para impedir la “diarrea” –así le llaman algunos–, de militantes que supone la creación de una nueva alternativa partidista de izquierda. Es decir, que según cálculos conservadores, por lo menos dos tercios del voto que simpatiza con el Movimiento Progresista, son voto y votantes que se podría llevar el Partido Morena.

Claro, eso sin contar con la salida de cuadros que abandonarían las filas del partido amarillo, para enrolarse en el puro y duro “lopezobradorismo”. Hoy, por cierto, no es significativo el número de cuadros y dirigentes del PRD que acompañan a López Obrador en su aventura. Y la razón es elemental: el partido del mesías aún no existe. Sin embargo, y frente a la hipótesis de que en las elecciones de 2015 y 1018 ya sea legal el “Partido Morena” (PM), entonces la “diarrea” de militantes y dirigentes podría colapsar al partido amarillo, que en sus mejores momentos no ha pasado del 17% del voto nacional y, en los peores, apenas llega al 12% de las preferencias.

Por lo pronto –y con una candidez propia de los “ternuritas”–, reputados líderes de la verdadera izquierda, como Alejandro Encinas, hacen esfuerzos por impedir la fractura anunciada del PRD y Morena. Dice Encinas que no es necesario crear un nuevo partido, sino una suerte de partido coalición que agrupe al PRD y a Morena. Encinas sabe bien de lo que habla, y conoce el peligro de la “balcanización” de la izquierda.

Pero el escenario es aún peor, si se toma en cuenta que otros líderes de las llamadas “izquierdas emergentes”, como Manuel Camacho, ya auguran un fracaso para 2015 y 2018, si el PRD y Morena van separados a esas contiendas electorales. “Sería un suicidio”, dice. Sin embargo, parece que no quiere ver que suicidio ya empezó y que es un suicidio lento, con horario y fecha en el calendario. ¿Por qué?

Porque la historia ha probado, en México y el mundo, que una condición fundamental para el triunfo electoral es la unidad. De hecho, el PRI está de vuelta en el poder, porque logró la unidad. Y AMLO lo que propone es la balcanización de las izquierdas.

Sin embargo, la decisión extrema de convertir a Morena en partido político supone –por lo menos–, que no sólo fracasaron los intentos de AMLO por apropiarse del control corporativo del PRD, sino que tampoco logró convencer a los dueños de los groseros partidos familiares que lo apoyaron.

Nos referimos al PT y Movimiento Ciudadano. ¿Qué pasó en el caso de los salinistas Alberto Anaya y Dante Delgado? ¿No les llegó al precio? ¿No era más fácil convertir Convergencia en Morena? ¿No era más práctico mudar las siglas del PT en las del PM?

Lo cierto es que pueden decir misa los “genios” que dicen conocer a las izquierdas. Pero la salida de AMLO del PRD es el más duro golpe al partido amarillo en su historia, –y no se diga la debacle que puede significar para el PT y MC–, por decir lo menos. Sin embargo, la crisis no se producirá por la salida del líder, sino por lo que se lleva. ¿Qué se lleva?

Se lleva el combustible histórico de las izquierdas; la protesta, la irreverencia, el plantón, la movilización… se lleva la calle y, con la calle, a los millones de ciudadanos sin esperanza, sin empleo, sin casa, sin sueños. AMLO se convertirá en el pastor del “pueblo bueno”, cuya misión será acabar con “la mafia” del poder. Por lo pronto, en el PRD los dirigentes y militantes han sido empujados a tomar partido; por melón o por sandía. Al tiempo.

Leído en: http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/melon-o-sandia-dilema-en-el-prd

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