¿Culpable o Inocente?
(Anónimo)
Hace mucho, mucho tiempo, un sujeto muy poderoso asesinó a una mujer.
Como contaba con importantes recursos y contactos, logró que otro hombre, muy virtuoso, fuese injustamente acusado por el crimen que él había cometido.
El acusado fue llevado a juicio sabiendo que estaba prácticamente condenado de antemano, y cuál sería el castigo: ¡La horca!
El juez, involucrado en la cuestión, intentó sin embargo mantener las apariencias de un juicio justo e imparcial, por lo que dijo al acusado:
- Conociendo tu fama de hombre justo y devoto del Señor, hemos de dejar en manos de él tu destino. Hemos de tomar dos papeles separados. En uno de ellos escribiremos la palabra “culpable” y en el otro la palabra “inocente”. Tú escogerás uno de esos papeles, y en tu elección actuará la voluntad de Dios decidiendo tu destino.
El juez tomó dos trozos de papel y escribió en ellos, pero no como había anunciado, sino que en ambos anotó la palabra “culpable”.
El acusado, aún sin saber qué era lo que se escondía tras la maniobra del juez, era consciente de que se trataba de una trampa.
No había escapatoria. Eligiese lo que eligiese el acusado, el papel pronunciaría su culpabilidad.
Luego de unos minutos, el juez ordenó al hombre tomar uno de los papeles doblados.
El hombre respiró profundamente, permaneció en silencio unos momentos con sus ojos cerrados y, cuando la sala comenzaba a revolverse en un murmullo de ansiedad, abrió los ojos y, con una amplia sonrisa, tomó uno de los papeles y, llevándolo a su boca, lo tragó rápidamente.
La concurrencia explotó en una exclamación de asombro. Sorprendido e indignado, el juez le reprochó:
- ¿Qué has hecho, insensato? ¿Cómo hemos de saber ahora el veredicto divino?
El hombre, con voz calma, respondió:
- Es muy sencillo. No hay más que aplicar la clara regla que estableció Su Señoría… Como un papel decía “culpable” y el otro “inocente”, con sólo leer el que queda sabremos qué decía el que me tragué y, así, cuál es la palabra de Dios sobre mi responsabilidad en este asunto.
Pese a saberse burlado, para no reconocer abiertamente lo tramposo del procedimiento montado, el juez procedió a leer el papel que estaba intacto y, así, se declaró como la voluntad divina que el acusado era inocente.
Leído en: http://enelcaminodevivir.blogspot.mx/2011/05/un-pequeno-cuento-sobre-un-juicio.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, sean civilizados.