martes, 25 de septiembre de 2012

Leo Zuckermann - ¿Hasta dónde se enfrentará Peña con los sindicatos?

Leo Zuckermann

Para los que piensan que en las épocas del autoritarismo priísta todo era miel y hojuelas en las relaciones del presidente con el movimiento obrero, vale la pena leer la Presidencial Imperial de Enrique Krauze. Ahí se narran una serie de hechos que muestran los altibajos de una relación intrincada donde los mandatarios priístas hasta tuvieron que utilizar los garrotes para disciplinar a los sindicatos, incluso a los afiliados al PRI.

Cuenta Krauze, por ejemplo, que el entonces presidente Miguel Alemán tuvo un conflicto con los petroleros al principio de su sexenio. El sindicato quería un aumento salarial. 





El presidente instruyó al director de Pemex que les ofreciera un 10% con posibilidad de subirse hasta el 15%. Los líderes petroleros rechazaron el 15% y amenazaron con irse a la huelga. Los ánimos se caldearon. Alemán tuvo que enviar al Ejército a reprimir una de las manifestaciones obreras. Ante esto, los líderes sindicales solicitaron regresar a la mesa de negociación. Ahora aceptaban el 15% que les habían propuesto Pemex. Pero la empresa sólo ofreció el 10% original. Al sindicato no le quedó otra más que aceptar. Luego organizaron una comida con el presidente para limar las asperezas. "Ya con copas, los líderes comentaron: ‘Pero si nada más lo estábamos calando, señor presidente…’ A lo que Alemán contestó: ‘¡Pues ya me calaron hijos de la chingada…!’".


Eran, en definitiva, otras épocas. Imposible pensar que un presidente saque hoy en día al Ejército a reprimir manifestaciones obreras. Mucho menos un mandatario que va de salida y ni hablar del que todavía no toma posesión. Por tanto, en la negociación que se está haciendo en el Congreso para aprobar una reforma laboral, los sindicatos son los que tienen ventaja sobre el gobierno. Si se organizan y movilizan, pueden poner en jaque a las administraciones saliente y entrante.

Ya comenzaron a hacerlo. Han salido a las calles a enseñar su músculo. Es una manera de calar al gobierno, más que nada al entrante. Pero, a diferencia de la historia de Alemán, los sindicatos por el momento tienen la sartén por el mango: como saben que ni Calderón ni Peña van a utilizar garrotes para enfrentarlos, pues llevan las de ganar.

Esta semana tendrá que dictaminarse y votarse la iniciativa preferente de reforma laboral en la Cámara de Diputados. Entre más pasa tiempo, más claro queda que saldrá algo muy deslavado. De la amplia propuesta enviada por el presidente Calderón al Congreso, no se va a aprobar toda la parte política, es decir, la relacionada con la democracia, transparencia y rendición de cuentas de los sindicatos. Eso ya es un triunfo para ellos. Tampoco, al parecer, se aprobarán los cambios para regular el derecho a la huelga, otro triunfo más para los beneficiarios del estatus-quo, es decir, los líderes sindicales que hoy extorsionan a los empresarios para evitar paros de los cuales los trabajadores ni se enteran.

Queda, entonces, la parte relacionada con flexibilizar la contratación y despido de los trabajadores. La semana pasada todo indicaba que ahí sí había coincidencias entre el PAN y el PRI. Pero ahora se habla de recortar o acotar estos cambios. Si es así, tendremos una reforma laboral cosmética: más que nada para que los priístas puedan salvar la cara.

Los triunfadores serán, por supuesto, los beneficiarios del estatus-quo. Otro de los ganadores de la iniciativa preferente de Calderón serán los panistas, quienes podrán argumentar, con razón, que los priístas son incapaces de reformar la economía del país porque grupos dentro de este partido, beneficiarios del estatus-quo, bloquean los cambios.

Ahora bien, Peña podría tener una opción para eventualmente enmendar esta situación. En cuanto tome posesión podría anunciar el envío de otra iniciativa preferente de reforma laboral para el período de sesiones que comienza en febrero. Ya sentado en la silla presidencial, con muchas zanahorias y garrotes en la mano, podría intentar ganar un "cale" sindical más. Ya como presidente, a diferencia de ahora, no habrá una situación asimétrica donde los sindicatos llevan todas las de ganar. La pregunta es si Peña, como Alemán en su momento, tendrá la voluntad de enfrentar a los poderosos líderes obreros demostrando que sí va en serio en su promesa de modernizar la economía del país.
 

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