viernes, 7 de septiembre de 2012

Ricardo Alemán - Crecieron los enanos

Ricardo Alemán

¿Qué debemos entender, cuando el sexenio presidencial de hoy no termina en medio de calamidades económicas que arruinan a miles y llevan al desempleo a millones?.
¿Qué entender cuando el presidente que se va no deja un tiradero en materia económica sino que, contra la historia, es reconocida en el mundo entero la fortaleza de los básicos de la macroeconomía?.

¿Qué entender cuando el presidente saliente envía al Congreso dos iniciativas fundamentales, de reforma laboral y de transparencia, antes que regalar concesiones de última hora y beneficiar a grupos de amigos?.
¿Qué entender cuando el mandatario que se va, en lugar de quejarse de los adversarios, de los que le hicieron la vida imposible, de aquellos que le arrebataron el poder a su partido, llama a todos los mexicanos, a sumar su apoyo "en lo esencial" –que no es otra cosa que en el ejercicio del poder--, al nuevo presidente?.
¿Y qué entender cuando gobernadores, legisladores, empresarios y, en general, la sociedad y el Estado todo, dan la bienvenida a la nueva alternancia en el poder –sin duda otra alternancia de terciopelo, a pesar de los pesares--, como la que estamos viviendo?.


Se pueden ensayar muchas respuestas. Aquí proponemos una. Son muchos los indicios de que --salvo excepciones--, empiezan a crecer los enanos de la clase política, los "chiquitos" de siempre, los que eran incapaces de ver más allá de sus mezquinos intereses; los "señores del no", los que todo obstaculizan y todo bloquean...
Y es que --salvo excepciones--, una mayoría de ciudadanos, de instituciones, de la clase política, intelectuales, empresarios, iglesias, comerciantes... asumen como natural la alternancia en el poder; fenómeno histórico que arrancó hace cuatro décadas en municipios, que en 1989 inició en los estados –Baja California--, que llegó a la capital del país en 1997 y, finalmente, a la presidencia en el año 2000. Hoy, la alternancia en el poder –incluidos, la salida del PRI del poder y el regreso de ese partido a municipios, estados y federal--, es parte de la cultura democrática mexicana. Claro, salvo excepciones.
Y también empieza a ser una cultura el reclamo social para que gobernantes y poderes del Estado se obliguen --luego de su encargo--, a dejar la casa en orden. Y por lo menos a nivel federal –y en materia económica, de salud, infraestructura y energía--, la casa quedó en orden en los últimos tres gobiernos; el de Ernesto Zedillo, el de Vicente Fox y el de Felipe Calderón.
Pero resulta emblemático el final del gobierno de Felipe Calderón. ¿Por qué?. Porque luego del 1 de julio, no solo vimos una de las elecciones presidenciales más limpias --salvo excepciones--, sino que el presidente saliente fue absolutamente respetuoso del proceso electoral.
Resulta emblemático, porque no solo se vivió un proceso de sucesión presidencial, sino de alternancia en el poder, en donde el partido que regresa es, nada menos, que el PRI.
Y es emblemático, porque a pesar de que el partido del presidente saliente fue derrotado; a pesar de que el PRI le arrebató el poder y está de vuelta, el presidente saliente –Calderón--, se comportó no sólo como un demócrata consumado, sino como un verdadero estadista; aquel cuya prioridad no es su partido y tampoco defender sus intereses de grupo, sino el avance del país; el bienestar del Estado que, sin duda, pasa por el apoyo total al gobierno que viene, que no será del PAN, sino del PRI.
Y es que cuando Calderón --en su calidad de presidente saliente--, pide a la sociedad toda apoyar al gobierno de Peña Nieto en lo esencial, en realidad envía la señal de su estatura como estadista. Pero refuerza esa cultura al enviar al Congreso dos iniciativas que serán los cimientos del edificio que deberá construir el presidente Peña Nieto.
Y en el Congreso harán su parte en los próximos 60 días; aprobarán las reformas. Pero en realidad ya hicieron la obra negra. También en el Congreso crecieron los enanos. Crecieron desde que, en el último tercio del sexenio, aprobaron una reforma política que no sólo devuelve a los ciudadanos libertades básicas, sino faculta al ejecutivo a presentar reformas de aprobación obligada y urgente.
¿Y cuales son las excepciones?. Todos las conocen. En las izquierdas abunda la cultura antidemocrática. Y en el gobierno de Calderón uno de los grandes pendientes es el escalofriante número de muertos a causa de las peleas entre bandas.

EN EL CAMINO.

Por cierto, otro inédito se produce en torno a la PGR. Resulta que a Marisela Morales pocos le dicen "procuradora". En buena parte del sector público; federal, estatal y del DF, se refieren a ella como "Señora bonita".


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