Fidel Castro ha estado agonizando desde hace más de 20 años. Hace cinco, en un diario en el que trabajaba me pidieron realizar un reportaje de Fidel y Tuxpan. ¿La razón?: “Está a punto de morir y será parte de un trabajo especial”. Hoy, cinco años después, Fidel disipa rumores y el periódico en el que trabajaba cerró sin publicar una noticia que nunca ocurrió.
Hace unos días la web Cubadebate divulgó un artículo firmado por el expresidente cubano de 86 años, acompañado de unas fotografías en las que se le ve con bastón, en un jardín y —por fin— sin su pants Adidas. El texto era la respuesta de Castro al diario español ABC después de que publicara que el líder de la Revolución Cubana estaba en estado vegetal. Fidel contestó así: “¡Aves de mal agüero! No recuerdo siquiera qué es un dolor de cabeza”. Contundente y a callar, o a esperar, como lo seguirán haciendo los medios.
Por la misma época en la que me pedían mi reportaje expedito, varios diarios publicaron a manera de preámbulo mortuorio una serie de artículos de la vida de Fidel Castro. Tal vez el líder cubano ha sido el único ser humano que ha podido leer, desde la comodidad de su hogar, textos escritos con la premisa de que su muerte se aproxima. En aquella ocasión uno llamó mi atención. Se trataba de un texto inédito de Guillermo Cabrera Infante titulado “Castrofobia”. El novelista y ensayista cubano era determinante e insistía que “las apariciones de Castro son el adiós de un actor que se despide”. Y más aún, afirmaba que “para terminar con el poder de Castro habrá que terminar con Castro”.
El texto apunta uno a uno los síntomas de la “castrofobia”, un padecimiento que inició en la isla y que se ha extendido en los últimos 10 años. Tal vez no se trate de un miedo, pero sí de una obsesión, Fidel muere por lo menos cinco veces al año. En las redes sociales es frecuente el rumor.
Cada dos meses algún diario publica la revelación de una fuente “muy cercana” de una decaída definitiva del expresidente cubano. Rápidamente los diarios desempolvan los reportajes y a las pocas horas se dan cuenta que ha sido, como siempre, una habladuría. Sus muertes son sólo eso, una forma de alivio o cura, de aquellos que saben que la enfermedad descrita por Cabrera Infante tiene una sola medicina: “terminar con Castro”, aunque sea sólo a manera de invención.
“Insólitas estupideces”, sentenció Fidel a este último rumor, como seguro exclama cada vez que lo dan por muerto.
Como el diario en el que escribía cerró sus páginas antes de ver publicada la muerte de Fidel, así cerró también sus páginas el ensayista cubano Guillermo Cabrera Infante al morir en Londres el 21 de febrero del 2005. El padecimiento ya tiene un nombre, la cura todavía se ve lejana. Nadie puede con Castro, ni siquiera el tiempo.
Twitter: @jrisco
Colaboración especial
Javier Risco
Leído en: http://www.vanguardia.com.mx/castrofobia-1400244-columna.html
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