jueves, 8 de noviembre de 2012

Ricardo Alemán - El burro y el elefante: las elecciones

La primera lección que pudieran aprender los políticos mexicanos –de las presidenciales del vecino del norte– es que los partidos Demócrata y Republicano tienen en el burro y el elefante a sus emblemas de campaña, mientras que en México la clase política –de todos los partidos– parece pelear por emparentarse con los burros y/o los elefantes.

La segunda lección para los mexicanos en general, incluidos los “ternuritas” del #132 –y claro, los políticos– es que todas las televisoras hicieron de la elección un saludable espectáculo, con severas críticas a favor y/o en contra de tal o cual candidato, y nadie salió con la niñería #132 de que “son culpables de la imposición”.

La tercera lección de la elección –y que también puede ser aplicada al respetable en general– es que cada empresa mediática –prensa, radio, televisión, blogs y redes sociales– hizo su propia encuesta, y ninguna autoridad y menos locuaces salieron con la tontería de que las encuestas favorecieron a tal o cual. Y menos apareció un descerebrado a proponer que se prohibieran las encuestas en tiempos electorales.




La cuarta lección es que, en efecto, en todas las elecciones se cuecen habas; incluidas las que se realizan en el imperio del norte. Es decir, se confirma que se pueden hacer bien las encuestas y que, claro, también algunos malos encuestadores fallan. Y también fallaron uno que otro político, incapaz de aceptar la realidad. Y es que el problema no está en las encuestas, sino en la mano que las trabaja.

La quinta lección es que, resulta saludable para todos –y por ello de risa loca la postura timorata de políticos mexicanos y jóvenes de la llamada izquierda– que las campañas presidenciales se puedan realizar en todos los espacios, a todas horas –incluido en medio de una tragedia como el huracán “Sandy” y el mismo día de la votación– sin que eso signifique que aparezcan los fantasmas y la chabacanería del fraude, la compra de votos, el “cuchareo” la imposición, las tarjetas Soriana… 

La sexta lección es que a pesar de leyes obsoletas en algunos estados de la Unión Americana –y a pesar de errores y malos procedimientos en la elección– se impuso la cultura democrática de un pueblo que no cree, no compra, no acepta engaños como el de “fraude generalizado” y, peor aún, rechaza a políticos mentirosos como los que abundan en la izquierda mexicana.

La séptima lección va con dedicatoria a la rancia clase política mexicana de todos o casi todos los partidos, y muestra a los políticos y candidatos presidenciales –a Obama y Romney– como verdaderos demócratas, que sin problema aceptan la victoria del otro y la derrota propia. Y esa lección ya la habíamos visto en una elección como la venezolana, en donde el candidato derrotado, Henrique Capriles, aceptó sin más la derrota.

La octava lección es que –otra vez– antes, durante y después de la elección presidencial de Estados Unidos, las redes sociales jugaron un papel fundamental para la movilidad del voto; redes sociales que en México no están muy lejos de los porcentajes que las usan en el vecino del norte. La diferencia, en todo caso, podría estar en la incultura democrática de los ciudadanos mexicanos –proclives a la intolerancia y el odio– y la cultura democracia de los norteamericanos.

La novena lección –sobre todo para los ciudadanos mexicanos en general– es que en las elecciones norteamericanas nadie reclama “la democratización de los medios” –sean prensa, radio, televisión y espacios electrónicos– como resultado del libre ejercicio periodístico, sea de las empresas, sea de los periodistas, en sus distintos géneros, sobre todo en el de opinión.

Y la décima lección podría ser tanto para ciudadanos como gobernantes de Estados Unidos, que luego del proceso electoral del pasado martes, vivirán en carne propia –para que vean lo que se siente– la polarización entre buenos y malos, ricos y pobres, blancos y negros… Y es que la elección partió en dos a los nortamericanos; conservadores y liberales. Y la polarización es un mensaje fuerte para el ganador.

EN EL CAMINO.

El jefe de gobierno electo, Miguel Ángel Mancera, mostró el músculo político. En un evento impensable –porque reunió a reputados políticos de todos los partidos– reiteró que uno de los proyectos centrales de su gobierno será la reforma política del DF; incluida su Constitución. ¿Y eso qué?, podrían preguntar. Que lo suyo será mucho más que obras, playas y quinceañeras. Sí, Mancera si va directo a 2018. Al tiempo… Por cierto, lo escuchamos entre concesionarios de radio y TV: “ya vieron en lo que terminó W radio… en ‘radio payaso’” Risas.



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