jueves, 19 de septiembre de 2013

José Woldenberg - Faltan piezas

1. En la iniciativa presidencial de reforma energética se plantean, entre otros, los siguientes cambios constitucionales: A) Que donde dice: "Tratándose del petróleo y de los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos... no se otorgarán concesiones ni contratos", ahora diría "no se expedirán concesiones y la Ley reglamentaria respectiva determinará la forma en que la Nación llevará a cabo las explotaciones de esos productos...", y B) "Corresponde exclusivamente a la nación el control del sistema eléctrico nacional, así como el servicio público de trasmisión y distribución de energía eléctrica; en dichas actividades no se otorgarán concesiones, sin prejuicio de que el Estado pueda celebrar contratos con particulares en los términos que establezcan las leyes, mismas que determinarán la forma en que podrán participar en las demás actividades de la industria eléctrica". (Art. 27, los subrayados son míos). Eso quiere decir que, por lo menos en esos dos terrenos, no tendremos la película completa hasta conocer las leyes secundarias que modularán esos preceptos constitucionales. Ya sé que ésa es la ruta tradicional y la que marca la buena lógica (primero lo primero y luego lo derivado), pero...



2. Remembranza extraña. Luego de las elecciones de 1988 resultó claro que la trama normativa e institucional que las sostenía había saltado por los aires. Que simple y llanamente no podía ofrecer garantías de imparcialidad a los contendientes. En aquellas fechas resultó transparente -para quien quisiera verlo- que la diversidad política del país no cabía más bajo el manto de un solo partido político, que la competitividad iba a la alta, pero, por desgracia también, que las reglas y las instituciones no estaban diseñadas para reconocer y procesar correctamente esas nuevas realidades. Por el contrario, el edificio electoral no solo resultaba parcial sino faccioso. Era necesaria una reforma profunda a eso que llamamos el sistema electoral. A esa operación concurrieron el gobierno, el PRI y el PAN, luego de múltiples escarceos. Y puede decirse que, en efecto, se realizaron cambios importantes tanto constitucionales como legales que pusieron en pie a nuevas instituciones (IFE y Tribunal Federal Electoral). Pero eso no me interesa por lo pronto. Sino recordar un episodio en el que se hizo de la necesidad, virtud.

Por supuesto, era imprescindible primero modificar la llamada Carta Magna y luego acometer las reformas legales correspondientes. Y si mal no recuerdo, cuando se anunciaron los cambios constitucionales se desató una ola (bueno, una olita) de opinión pública que prevenía al PAN de lo que podía sucederle. Dado que el PRI ya no podía por sí mismo modificar la Constitución, porque como resultado de las elecciones de 1988 había perdido la mayoría calificada que hasta entonces había ostentado en la Cámara de Diputados, requería los votos del blanquiazul para llevar a cabo la multicitada reforma constitucional. Pero que una vez aprobadas dichas reformas -se decía-, el PRI tenía los votos suficientes como para remodelar la ley secundaria sin la necesidad de otras compañías. Y era verdad. Esa era la situación y algunos pensaban que pasado el primer tramo el PAN quedaría "colgado de la brocha". Pues bien, fue entonces cuando, si mal no recuerdo, el diputado del PAN, Juan Miguel Alcántara, subió a la tribuna de la Cámara para hacer públicos los compromisos que ya existían para crear el que sería el nuevo Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe). Así, al momento de aprobar las reformas constitucionales se hicieron públicos los contenidos fundamentales de lo que llegaría a ser la ley reglamentaria en materia comicial (IFE, Tribunal, Registro Federal de Electores, financiamiento, integración de la Cámara de Diputados, etcétera).

3. ¿No sería pertinente entonces conocer de una vez los proyectos de reformas legales en materia energética? Digo, para tener el cuadro completo y construir las bases para una discusión mejor informada. Tengo la impresión que tenemos unas cuantas piezas de la propuesta de reforma (importantes sin duda), pero que no son suficientes como para armar el rompecabezas completo. Todos sabemos que en materia de reformas (perdón por la obviedad y la insistencia) primero son las constitucionales y luego las legales. Pero por tratarse de un asunto que no sólo polariza sino que se desarrolla en medio de una densa bruma y de no pocas "teorías" contradictorias, ¿no sería conveniente conocer la novela entera y no solamente sus primeros capítulos? Porque como con claridad se puede leer en el primer párrafo, la propia iniciativa del Presidente remite a lo que serán las leyes reglamentarias para tener un cuadro acabado... que hasta ahora no conocemos. De tal suerte que aquella experiencia de 1989-90 algo nos puede enseñar. No supongo que con todas las fichas sobre la mesa la discusión será menos tensa y dura, pero quizá sí más informada, sin menos resquicios para la libre y florida especulación.

Leído en http://criteriohidalgo.com/notas.asp?id=192128

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