jueves, 19 de septiembre de 2013

Leo Zuckermann - Un ejemplo más de cómo el gobierno gasta mal

Ayer declaraba mi escepticismo, producto de un trauma generacional, sobre la eficacia del gasto público para generar mayor crecimiento económico. Decía que, por desgracia, en México no se ha calculado el “multiplicador del gasto” para ver si un aumento en éste efectivamente incrementa el Producto Interno Bruto o, por el contrario, lo disminuye. Y como no contamos con esta cifra, pues nos tenemos que remitir a casos particulares. En la prensa son cotidianas las notas de cómo los gobiernos en México gastan mal. Hay que reconocer, sin embargo, que existe un sesgo natural en los medios a reportar las malas historias y no las buenas: carreteras mal construidas que de repente se colapsan, funcionarios que inexplicablemente se enriquecen en su paso por el poder, exorbitantes cantidades de dinero para promocionar la imagen de los gobernantes, trabajadores en empresas paraestatales que no hacen nada, aviadores en la nómina pública, compra de artículos personales con dinero del contribuyente, etcétera.




No dudo de que haya instancias gubernamentales que gasten bien y de manera honrada. Pero también estoy seguro de que en México se cometen muchos excesos y abusos con el gasto público. Doy un ejemplo: la compra de medicinas para el Sistema de Protección Social en Salud (SPSS), mejor conocido como “Seguro Popular”.
De acuerdo con una investigación de Fundar, elaborada por Gina Chacón, “los reportes de compra de medicamentos de los años 2008, 2009, 2010 y primer semestre de 2011, identifica dos problemas esenciales: opacidad en el informe de las transferencias que reciben las entidades federativas por parte de la Comisión Nacional de Protección Social en Salud y discrecionalidad en el uso de los recursos para la adquisición de medicamentos, que se manifiesta principalmente en la compra de fármacos a precios superiores a los establecidos por la Secretaría de Salud y la compra de insumos que están fuera de la lista del Catálogo Universal de Servicios de Salud”.
Chacón menciona que la Auditoría Superior de la Federación ha detectado “irregularidades en el uso del presupuesto para la compra de fármacos destinados a los afiliados del Seguro Popular, que han causado un daño a las finanzas públicas por un monto que supera los 600 millones de pesos”. En buen español: los gobiernos estatales compran mal y caro (vaya usted a saber cuánto se embolsan los compradores en estas transacciones). Esto se ve reflejado en “graves deficiencias en el control de inventarios de medicamentos […] que generan serios problemas de desabasto de fármacos en las clínicas o bien que el medicamento se quede guardado y caduque en los estantes de farmacias o almacenes”.
Chacón menciona que “la última encuesta de satisfacción del Seguro Popular (2011) revela que sólo 61% del total de usuarios en todo el país pudo surtir todos los medicamentos que le fueron prescritos. Una consecuencia inmediata de la falta de acceso oportuno a los medicamentos es el gasto de bolsillo que realizan las personas para obtener sus tratamientos en farmacias privadas”. Este gasto “afecta a todos los sectores de la población, sin embargo, en los hogares en situación de pobreza y marginación tiene un impacto mayor pues éste se convierte en un gasto catastrófico que merma seriamente la capacidad de los hogares para proveerse de otros elementos básicos de bienestar como lo es la alimentación”.
El gobierno de Peña ha admitido este problema. Con todas sus palabras lo cita en la iniciativa que está proponiendo el Presidente al Congreso para cambiar la política de compra de medicinas del Seguro Popular. La propuesta, que es parte de la reforma hacendaria, es que el gobierno federal, en lugar de darle el dinero a los estados para que ellos adquieran los medicamentos, éstos se comprarán de manera centralizada y se envíen a los centros de salud.
Esta nueva medida, que tiene que ser aprobada por el Congreso, supuestamente permitirá un gasto más transparente y eficaz. Ojalá. Pero, por lo pronto, aquí tenemos un ejemplo más, reconocido por el propio gobierno, de cómo el sector público gasta mal generando externalidades negativas, afectando a muchas personas, sobre todo pobres, distorsionando los mercados y, seguramente, frenando el crecimiento económico.
Vacaciones
Este columnista tomará unas tardías vacaciones de verano por lo que regresará a publicar el lunes 14 de octubre.
                Twitter: @leozuckermann


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