martes, 17 de septiembre de 2013

Marco Antonio Flota - Las Fiestas Peñas

Llegó a pensarse que quedaría en susurro en Dolores, Hidalgo, pero el Presidente Peña Nieto logró dar su primer Grito en el Zócalo.

Bueno, cumplió con el rito establecido por don Porfirio pues, como hasta algunos maestros de la CNTE saben, don Miguel Hidalgo llamó a la rebelión hasta la madrugada del 16 de septiembre, pero el general Díaz adelantó el Grito para la noche del 15, porque esa era la fecha de su cumpleaños.

Así que, a las 23 horas del 15, apareció el Presidente en el balcón central de Palacio, quizá no muy parecido físicamente a don Porfirio, pero sí tan cuidado por las tomas de Televisa, como Ignacio López Tarso en “El Vuelo del Águila”. Y a sus espaldas doña Carmen Romero Rubio, quién si daba el tipo de “La Gaviota”....o viceversa. 





Fue un Grito escueto, tradicional. No tuvo un pronto como Echeverría cuando le echó vivas a los países del Tercer Mundo, ni como Zedillo, quien en otro pronto vitoreó a la Democracia, 2 meses antes de entregarle la Presidencia a Fox. Peña se ciñó al tradicional libreto, no tuvo un pronto: ventajas del teleprompter.

Después del Grito, los fuegos artificiales. Y el balcón central de Palacio que en tiempos de Calderón se convertía en una guardería- los niños, incluso, vestidos de soldados- o en tiempos de Echeverría era una sucursal Sanborns, por el traje de tehuana de doña María Esther, esta vez se transformó en una pasarela de alta costura.

La guapa doña Angélica portaba un precioso vestido de seda verde esmeralda, como los de doña Beatriz Paredes, pero sin apliques bordados de alcatraces y zempazúchiles. O sea: apropiado para la alfombra roja de los Oscares, no para presentar cartas credenciales de embajadora en Brasilia. Las 2 guapas niñas Peña Petrelini y 2 de las preciosas niñas Castro Rivera lucían elegantes vestidos de haute couture y el joven Peña un traje de Hermenegildo, pero no Hermenegildo Galeana aunque eran Fiestas Patrias, sino de Hermenegildo Zegna. 

Estuvo ausente la hija mayor de doña Angélica, quizá porque esa noche tuvo función de la comedia en la que Pablo Neruda interpreta a López Tarso, el que interpretó a don Porfirio en la citada “El Vuelo del Águila”. Quizá los datos anteriores estén un tanto cuatrapeados, mejor consulte usted con algún experto en televisión como Mauricio Krauze o Enrique Clark.

Según las notas de prensa, el Presidente y su familia departieron con sus invitados: el cuerpo diplomático- no llegó el embajador Wayne, pero sus espías seguro le grabaron el evento-; políticos- quizá Demián Bichir, militante del Morena-; artistas- el mago Chen Kai, al que muchos confundieron con Miguel Angel Osorio Chong-, y deportistas- no pudo asistir el Canelo por razones obvias, pero probablemente estuvo presente, aunque nadie lo conoció o no quiso reconocerlo nadie, el maratonista Roberto Madrazo. 

Sin embargo, el mandatario y su gabinete convivieron solo unos minutos con la selecta concurrencia- los 300, que decía el Duque de Otranto, y 400 más-, porque tuvieron que retirarse a una junta de trabajo para atender la emergencia de las dos tormentas tropicales que azotan al país: una muy ruda, digamos como la CNTE, y la otra menos dañina, digamos como el CNTE. 

Lo importante es que el Presidente Peña Nieto pudo dar su primer Grito, que era lo más importante. Ya el segundo podrá ser en Dolores, el tercero en Toluca, el cuarto en Atlacomulco, etcétera, etcétera.

Leído en http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/las-fiestas-penas-1379401768

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