lunes, 2 de septiembre de 2013

Samuel García - Volatilidad

El noveno mes del año comienza con grandes nubarrones sobre la economía. Traducido al lenguaje de la aviación comercial los pilotos soltarían su ya típico anuncio de “señores pasajeros aseguren sus cinturones porque estamos entrando en una zona de turbulencia”.

Los principales indicadores de los mercados financieros globales ya registran una alta volatilidad desde la semana pasada reflejando la incertidumbre que impera en la geopolítica y en la recuperación del ritmo de crecimiento de las mayores economías del mundo.

El elevado precio del dólar en los últimos días en México es solo una manifestación de esa incertidumbre reciente de los capitales que buscan refugio ante los mayores riesgos; lo mismo que el incremento en los precios del petróleo y la persistente caída en los índices de las principales bolsas del mundo.





La crisis en Siria y la decisión del presidente Barack Obama de buscar la aprobación de su Congreso para atacar al régimen de Damasco, aumentará el grado de incertidumbre y la volatilidad en los mercados financieros. Se espera que el Senado esté listo para la votación en una semana más y la Cámara Baja unos días después; aunque los reportes de la prensa internacional coinciden en que será una votación muy ajustada dadas las posiciones que se han dado a conocer de buena parte de los líderes en el Congreso.

Todo esto hace prever que aumentarán las tensiones políticas en el orbe, presionando nuevamente las tasas de interés en Estados Unidos, provocando presiones adicionales sobre los activos en riesgo -especialmente los que están invertidos en mercados emergentes- y debilitando aún más las monedas de los mercados emergentes, entre los que figura México.

La combinación de estas tensiones geopolíticas en Siria y en el Medio Oriente -que podrían derivar en un conflicto militar con la intervención de Estados Unidos y sus aliados- junto a la decisión de la Reserva Federal estadounidense de reducir el estímulo monetario a la economía, seguirán provocando incertidumbre y una alta volatilidad financiera hacia las dos semanas siguientes cuando el Congreso decida qué hacer en el caso de Siria y la FED –a través de su Comité de Mercado Abierto- haga pública su decisión de política monetaria el próximo miércoles 18 de septiembre.

Pero si la agenda externa se ha complicado añadiendo incertidumbre al futuro de la economía, la interna no es menos complicada.

El gobierno de Peña Nieto enfrenta su mayor reto político para lograr que el Congreso apruebe sus reformas energética y fiscal. Aquí el panorama también se ha nublado y crecen las dudas sobre la viabilidad política de cambios legales de gran calado en esta legislatura. El gobierno de Peña Nieto dejó crecer al movimiento de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, CNTE, ante sus reclamos por la reforma educativa; a tal punto que sus movilizaciones en la Ciudad de México ya se han convertido en el punto de encuentro de casi cualquier movilización social en contra de otras iniciativas del gobierno como la propia reforma energética o la fiscal. Ahora Peña Nieto tendrá que enfrentar a un movimiento con mil cabezas, desbordado en las calles, y que gana adherentes para sus múltiples causas.

Y por si faltaban argumentos para sus críticos, Peña Nieto llegará a esta, su mayor contienda política, con una economía que está al borde de la recesión, con un desempleo que no cede y con una inoportuna –para su causa- volatilidad en los mercados que debilitará al peso mexicano en estos meses definitorios.

El panorama luce complicado para un gobierno que desde el inicio apostó –con cierta arrogancia- a la construcción de realidades virtuales de un México en prosperidad. Pero la realidad de la turbulencia económica, financiera y política lo alcanzó muy pronto. A partir de hoy, con el primer informe presidencial y las intensas negociaciones que siguen, veremos la respuesta.



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