Lao Tse
El gobierno de Enrique Peña Nieto ha preferido seguir el camino de Grecia que el de Corea del sur. En lugar de acelerar el crecimiento económico con productividad, su propuesta de miscelánea fiscal sube impuestos a los causantes ya registrados, aproximadamente un 40 por ciento del total, para otorgar nuevos beneficios sociales, en particular un nuevo seguro de desempleo y un nuevo sistema de seguridad social universal.
En principio parece loable que el gobierno pueda otorgar nuevos beneficios sociales con el fin de reducir la desigualdad. El problema es que las alzas de impuestos terminarán afectando la capacidad de la economía nacional para crecer y generar empleos. Al final tendremos una economía menos competitiva y una mayor pobreza.
El objetivo de la reforma fiscal no es el de incrementar la productividad de la economía mexicana, lo cual podría haberse conseguido con bajas en los impuestos, homologación de tasas a niveles bajos y la simplificación de todo el sistema tributario. El propósito es abiertamente recaudatorio. El gobierno pretende obtener 239,700 millones de pesos adicionales del alza de impuestos para crear nuevos programas de beneficios sociales o ampliar los existentes.
Nuestros beneficios sociales seguirán siendo inferiores a los que tiene un país como Grecia, que ha caído en bancarrota en buena medida por su incapacidad para financiar esos programas, pero los países con los que estamos compitiendo siguen tomando medidas para incrementar su productividad.
Algunas de las medidas de la miscelánea parecen abiertamente destinadas a acabar con la productividad. Gravar con IVA las importaciones de las maquiladoras, por ejemplo, puede poner en riesgo la existencia de una industria que genera 2 millones de empleos.
El gobierno ha pronosticado con confianza que el año que viene puede haber una recuperación del crecimiento económico. De la expansión de 1.5 por ciento anual del segundo trimestre del 2013, espera lograr una de 3.9 por ciento en 2014.
Pero la reforma fiscal se convierte en un obstáculo antes que en un apoyo al crecimiento. El Sistema de Administración Tributaria despojará a los contribuyentes cautivos, tanto empresas como personas físicas, de una enorme cantidad de dinero que ya no se invertirá en proyectos productivos sino en programas de subsidio a quienes no pueden o no quieren trabajar. Se está retirando así un 1.4 por ciento del producto interno bruto de manos privadas para entregarlo al gobierno a fin de que éste financie servicios sociales que pueden ser valiosos pero no productivos.
Para generar un mayor crecimiento económico la Secretaría de Hacienda está considerando un gasto público deficitario de 1.5 por ciento del PIB. Pero como este monto no considera realmente todos los rubros de gasto del gobierno, el verdadero déficit de presupuesto en 2014 se elevará a 4.1 por ciento del PIB. Una vez más estamos siguiendo el camino de Grecia. Si bien es cierto que el gasto deficitario genera crecimiento económico de corto plazo, también crea endeudamiento que tarde o temprano México tendrá que pagar, como trágicamente lo ha aprendido Grecia.
Mientras el gobierno de México sigue el ejemplo de Grecia, para cobrar más impuestos a los causantes cautivos y endeudarse más para financiar nuevos programas sociales, Corea del sur y otros países siguen haciendo reformas para aumentar su productividad. Quizá sus gobernantes entienden mejor que los nuestros que la forma de generar una mayor justicia social no es a través de la caridad sino de la inversión que genere crecimiento y empleos productivos.
Devastación
La devastación producida por las tormentas Ingrid y Manuel es enorme. Quizá se trate del desastre natural más importante en nuestro país desde 1985. Y aunque el número de muertos es mucho menor, los daños materiales podrían ser incluso superiores a los del gran sismo.
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Leído en http://criteriohidalgo.com/notas.asp?id=191889
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