miércoles, 18 de septiembre de 2013

Yuriria Sierra - La lección de Manuel e Ingrid

Se pronostica que los remanentes de la tormenta Manueltienen 60% de probabilidad de convertirse en un ciclón que golpearía así los estados del norte del país que se han salvado de sus efectos, como Nayarit y Sinaloa. Esto lo dijo primero el Servicio Meteorológico Nacional y lo confirmó después el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos. Lamentable augurio cuando en Guerrero apenas se están abriendo las vías de comunicación que permitirán dimensionar mejor la catástrofe en que hoy está convertido el estado.
Así como Manuel en el Pacífico o como Ingrid en el Golfo, en la historia de nuestro país han habido otras tantos desastres naturales. Mañana será un aniversario más del triste episodio del sismo del 19 de septiembre de 1985. Y en la lista de huracanes, ciclones y tormentas, la lista es enorme. Condiciones meteorológicas que han sido costosísimas para el país, no sólo por las vidas perdidas —que siempre serán las que más se lamentarán—, sino también por toda la infraestructura que se daña y que se debe reconstruir.




Los huracanes Paulina y Gilberto, en 1997; Julliette, en 200;Isidoro y Kenna, un año después, y Stan, en 2005. Luego llegaron Emily y Alex; este último dejó en 2010 daños cuantiosos en el norte de la república, tocando la tercera ciudad más importante del país, Monterrey. Y, claro,Wilma, un huracán categoría 5, la más peligrosa, que dejó daños por alrededor de 7.5 billones de dólares en la Rivera Maya. Imposible olvidar esas imágenes de las costas de Playa del Carmen, Cozumel y Cancún; las playas —no sólo las turísticas— rebasadas por los niveles de agua.
La lista de desastres naturales en México es larga; si revisamos la del mundo, es casi infinita. Lo cierto es que a pesar de todo lo que hoy se tiene a disposición para pronosticar las condiciones climatológicas o las alarmas sísmicas que nos previenen segundos antes para ponernos a salvo, la prevención que se tiene para estas situaciones resulta insuficiente.
Es un hecho: no hay que ser un especialista para saber que las condiciones climatológicas no cambiarán. La naturaleza seguirá con sus sorpresas. Tormentas, huracanes, ciclones, sismos, incendios. Todo seguirá llegando de forma inesperada, apenas con la poca premura con la que se puedan anunciar. Lo que sí sabemos es que ahí están y estarán y pienso, entonces, que el tema de prevención y de actuación frente a estas emergencias, más que un apartado que se tiene que volver a leer para ejecutarse cuando la situación ya se presentó, debería ser un servicio profesional de carrera.
El gobierno federal está hoy enfrentando su primera emergencia por desastre natural. Mucho más fácil le sería operar si existieran quienes, sin importar el gobierno en funciones, supieran cómo enfrentarse a ella con mayor velocidad y mejor capacidad de respuesta, y eso se logra con la profesionalización de los servidores públicos.
“Nunca habíamos tenido una cosa similar desde hace 20 años, aproximadamente, ni en Paulina, porque en esa ocasión solamente fue en un área de Acapulco (...). Es una situación muy difícil: fueron dos fenómenos meteorológicos, uno en el Atlántico y otro de aquí, del Pacífico. Además, lo de invierno, la franja fría que no dejó subir las dos tormentas...”, me decía ayer Luis Walton, alcalde de Acapulco, en Hora Capital de Reporte 98.5. También me dijo que no se han podido calcular mejor los daños que hay: los ríos siguen muy por encima de su nivel. Y estos son hechos que suceden siempre que hay condiciones meteorológicas de estas dimensiones. No dejará de llover, pero sí podemos estar mucho mejor preparados.


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