lunes, 28 de octubre de 2013

Leo Zuckermann - ¿La venezolización de México?

¿Acaso puede ocurrir en México algo semejante a lo que pasó en Venezuela, es decir, el ascenso al poder de un líder carismático, demagogo y populista que desmantele las instituciones de la democracia-liberal? ¿Por qué me pregunto esto? ¿Qué bicho me picó? Permítame explicarle por qué sí creo que corremos este riesgo.
Venezuela vivió un largo período de cuatro décadas con una democracia estable. En 1958, gracias a un acuerdo entre las élites (el Pacto de Punto Fijo), se construyó un sistema político en el que se alternarían en el poder dos partidos: AD y COPEI. Pero éstos se volvieron organizaciones jerárquicas, cada vez menos democráticas y más alejadas de la sociedad. Paulatinamente fueron reformando las reglas del juego para que la partidocracia se perpetuara en el poder: dentro de los partidos, todo, fuera de ellos, nada.




El electorado, por su parte, se sentía cada vez más alejado de ellos. En este contexto apareció Hugo Chávez quien, después de un golpe de Estado fallido, llegó a la Presidencia por la vía democrática desplazando a los desvencijados e impopulares partidos de siempre.
¿Por qué podría ocurrir algo así en México?
La transición a la democracia en nuestro país fue acordada entre el PRI, PAN y PRD. Desde entonces, esta tripleta ha venido reformando la Constitución y leyes para afianzarse en el poder. Hoy a México la gobierna una partidocracia que tendría que limitarse.
Por eso, y más razones, desde hace tiempo muchos hemos argumentado a favor de la reelección de los legisladores: liberarlos de la cadena partidista para acercarlos al electorado. Que haya rendición de cuentas. Que sea el ciudadano quien premie o castigue a un diputado o senador porque hizo bien o mal su trabajo. Hoy son las dirigencias partidistas las que controlan a nuestros "representantes populares".
El PAN está a favor de la reelección. La izquierda ha estado dubitativa. Y al PRI le salen ronchas cuando se menciona este concepto. Es lógico: el PRI es un partido jerárquico que le gusta más las órdenes de arriba (del Presidente o los gobernadores) que las órdenes de abajo (del electorado).
Sin embargo, ahora parece haber coincidencia en sacar adelante la reelección en la próxima reforma política. ¿Qué pasó?
Gracias a la columna de Ciro Gómez Leyva el viernes en Milenio, nos enteramos que aceptarían la reelección pero con un candado: "las dirigencias de los partidos tendrían la facultad de palomear o tachar la candidatura de quien, desde su cargo de senador, diputado o presidente municipal, resuelva postularse para un nuevo período".
Los ciudadanos tendríamos el poder del voto (decidiríamos si reelegir a nuestro diputado o senador) pero las dirigencias partidistas tendrían el poder de veto (si aparecen o no en la boleta). Como dice Gómez Leyva: es "una farsa, una tomadura de pelo, una verdadera mentada de madre para quienes ven en esta figura la oportunidad de que los candidatos obtengan sus cargos por la plena aceptación del ciudadano y no por la gracia, intereses y contrapesos de los líderes de los partidos".
Coincido, pero voy más allá. Se trata de una medida que podría ampliar más la brecha que existe entre los partidos y la ciudadanía. Algo así como ocurrió en Venezuela en que la gente acabó por echar a patadas a unos partidos que vivían en su mundito, poniendo reglas para perpetuarse en el poder, sin rendirle cuentas a nadie. Y eso, como sabemos, terminó muy mal: la desilusión con la partidocracia condujo al ascenso de un líder carismático, demagogo, populista y autoritario.
Hoy, sin reelección, en México no hay rendición de cuentas de los legisladores pero por lo menos hay algo de renovación de cuadros en las cámaras. Lo que están proponiendo es peor: que no haya rendición de cuentas (los diputados y senadores van a seguir trabajando para quedar bien con sus dirigencias) y que los cuadros disciplinados se queden 12 años en el Senado y 9 en la Cámara de Diputados. Yo no tengo duda: la "no reelección" es mejor que la "reelección con candado". A lo mejor es lo que están buscando algunos partidos que se oponen a esta medida: están subiendo las apuestas con una propuesta espantosa para hacer atractivo el estatus quo.
En esta historia va a ser muy importante el papel que juegue el PAN, único partido convencido con la reelección. Si los panistas rechazan el "candado", honrarán su promesa de una mayor rendición de cuentas acercando los legisladores a su electorado. Pero si apoyan el "candado", serán cómplices del fortalecimiento de una partidocracia que eleve el riesgo de la venezolización de México.
Twitter: @leozuckermann


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