O P I N I Ó N
S A R A S E F C H O V I C H
Ciro Gómez Leyva
Ciro Gómez Leyva ya no está en el noticiero nocturno de Milenio TV. Lo extraño. Digo por qué. Hay muchos noticieros y las noticias están por todas partes, así que el extrañamiento no tiene que ver con quedarse sin saber qué pasa, sino con el hecho de que él hacía lo que ningún otro conductor: editorializar. En los otros noticieros se cuenta lo que sucedió, pero Gómez Leyva opinaba, consideraba elementos, comparaba situaciones, instaba al televidente a pensar.
Para algunas personas esa editorialización resultaba chocante, pues piensan que el locutor está allí para ser neutral. Para otras lo chocante era la posición que asumía. Por ejemplo, en el caso de las manifestaciones de la CNTE, los que apoyan a los maestros enfurecían con sus comentarios sobre el caos que provocaban en la ciudad, la falta de transparencia en las negociaciones con el Gobierno o que no pagaran por los daños a la ciudad y a los negocios de particulares. Pero para unos más, yo entre ellos, sus palabras ponían sobre la mesa el modo de pensar de quienes entendemos las luchas sociales pero estamos hartos de ser los afectados por ellas y quisiéramos ver que el Gobierno actuara, pero también que el otro lado asumiera su responsabilidad.
Con Gómez Leyva a la cabeza, los noticieros de ese canal hicieron lo que ningún otro: favorecer aquellas notas que tuvieran que ver con situaciones sociales y no, como la mayoría, dar prioridad a las acciones y discursos de la élite política. Así pudimos enterarnos de la brutalidad de la violencia del narco, pero también de las acciones de los ciudadanos —desde estudiantes hasta agricultores, desde transportistas hasta grupos religiosos— para protestar, muchas veces también con violencia, por montones de motivos, y de la acción o inacción de los gobiernos y de las fuerzas de seguridad. Algunos de sus reportajes fueron excepcionales, como los de Pablo Becerra Acosta sobre la tragedia que tiene lugar en la Tierra Caliente de Michoacán, donde comunidades enteras viven bloqueadas y con lydiacachosiamenazas y extorsiones.
Y hay que decirlo: nada de esto lo presentaron con ese sesgo que tanto se acostumbra en nuestro País de "los buenos" y "los malos", porque, por ejemplo, en el caso de Michoacán vimos la desesperación que llevó a la formación de las autodefensas, pero también sus linchamientos a los policías y soldados y sus juicios sumarios y expulsiones del pueblo a quienes consideran sus enemigos. Todo eso nos permitía darnos una idea bastante completa de la compleja situación que vive el País.
Vimos también sus entrevistas fuertes, nunca complacientes con el invitado, siempre informadas y críticas. Lo vimos devolver argumentos a los insultos y también reconocer errores. Y vimos algo excepcional: la supeditación del noticiero a la noticia y no a los comerciales, pues las notas se presentaban con escenas largas, las historias sin cortes.
Como conductor, al menos a través de la pantalla, Ciro no mostró esa arrogancia que caracteriza a tantos, que miran a Dios para abajo, tiran línea, callan cuando no les interesa algo y cuidan demasiado obviamente los intereses de sus empresas. Si hacía algo de esto, no lo noté como televidente.
Es cierto que el mundo de afuera le interesó poco, siguiendo una costumbre en este País de sólo mirarnos a nosotros mismos. Pero a México, sí que nos lo sirvió completito.
Lamento su salida. Como televidente, me quedo con un vacío que no veo cómo se va a llenar. Y no me avergüenza decirlo, aunque cuando se hace un elogio se acostumbra pensar que es por razones aviesas, intereses o conveniencias ocultas o por amistad. Ni conozco a Gómez Leyva, ni tengo nada que ver con la empresa Milenio, soy solamente una ciudadana que, como diría el periodista español Marcos Ordóñez, no tiene miedo de proclamar su entusiasmo, pero dejando bien claras las razones del mismo.
sarasef@prodigy.net.mx www.sarasefchovich.com
La autora es escritora e investigadora en la UNAM
Leído en http://www.noroeste.com.mx/opinion.php?id_seccion=104
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