jueves, 28 de noviembre de 2013

Sergio Sarmiento - Reformador Checo

“Lo que queremos es establecer las reglas de una economía de mercado, no planear su resultado”.
Václav Klaus


Presidente de la República Checa hasta marzo de este 2013, Václav Klaus es un hombre controvertido. Sus ideas, a veces políticamente incorrectas y siempre expresadas con una candidez inusitada para un político, le han ganado enemigos y críticas, pero también un apoyo popular que le permitió permanecer en altos cargos durante muchos años.
La República Checa es uno de los ejemplos más exitosos de transición entre el comunismo y una economía de mercado. Parte del éxito se debe a Klaus.

Nacido en 1941, Klaus afirma haber participado desde los 4 años en la edificación de barricadas en el levantamiento de Praga de 1945 contra los nazis. Fue testigo de la Primavera de Praga cuando era estudiante y posteriormente trabajó como economista en el Banco Estatal de Checoslovaquia.





En 1989 Klaus se unió a la Revolución de Terciopelo y asesoró en materia económica al Foro Cívico que derrocó el régimen comunista. Se convirtió en ministro de finanzas del Gobierno de unidad nacional que reemplazó a la dictadura. En 1992 fue electo primer ministro de Checoslovaquia y tras la escisión de Eslovaquia quedó como jefe de Gobierno de la República Checa. El cargo lo mantuvo hasta 1997. Ocupó la presidencia de la Cámara de Diputados de 1998 a 2002 y en 2003 fue electo presidente del país. Fue reelecto en 2008 y concluyó su mandato en marzo de este 2013.

Klaus nunca tuvo miedo a tomar medidas de fondo. Impulsó un proyecto de privatización de monopolios gubernamentales, pero al contrario de otros gobiernos de Europa oriental, que vendieron estas firmas a grupos privilegiados, Klaus impulsó un esquema de privatización por vouchers o cupones, con lo que dio a los ciudadanos la propiedad de las compañías del Estado. Esta decisión lo llevó a una fuerte disputa con el entonces presidente Václav Havel, su otrora aliado, quien se oponía a esta forma de privatización.

Como primer ministro Klaus redujo las tasas de impuestos de 45 a 15% para las personas y a 19% para las empresas, con lo que impulsó inversión y crecimiento de la economía, y estableció un virtual sistema de tasa única que simplificó el pago de impuestos.

Klaus tiene fama de ser euroescéptico. Cuando muchos de sus compatriotas veían en el ingreso a la Unión Europea o en la adopción del euro como divisa la panacea para resolver los problemas económicos, Klaus cuestionaba muchos aspectos del europeísmo. Criticó la Europa que significa no ya una mayor libertad de comercio sino una mayor burocracia impuesta desde Bruselas y también la que obliga a los países más prósperos a sostener los programas sociales de los países con menor productividad. Klaus fue uno de los primeros en prever la crisis que en los últimos años ha afectado a Grecia, España y otros países de Europa.

El ex Presidente checo se ha distinguido también por su escepticismo sobre el origen humano del calentamiento global. No conozco bien sus argumentos. Yo pienso que las pruebas científicas del origen humano del calentamiento son innegables, aunque muchas de las soluciones que los políticos han propuesto son ineficaces o más costosas para la sociedad que el propio calentamiento. Lo interesante, sin embargo, es ver que Klaus no tiene temor de defender posiciones impopulares.

Václav Klaus será reconocido hoy con el premio Una Vida por la Libertad del proyecto Caminos de la Libertad de Grupo Salinas. Es un personaje que ha dejado huella en la historia de su país y del mundo. En un momento en que México parece empeñado en aplicar una reforma que sube impuestos y crea nuevos gravámenes especiales, habría que ver los resultados de uno de los experimentos fiscales más exitosos del mundo.

DICTADURA IMPERFECTA

No era, efectivamente, una dictadura perfecta. Era tan imperfecta la vieja dictadura del PRI que, como reconoce Mario Vargas Llosa, terminó por entregar el poder. Otros dictadores nunca lo harían. Hoy el PRI está de regreso, pero lo importante es no abandonar la posibilidad de la alternancia.


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