lunes, 9 de diciembre de 2013

Alejandro Paéz Varela - López Obrador después de dos infartos

Andrés Manuel López Obrador es un hombre muy terco. Su fama de intransigente viene de allí: se monta en su macho y va, como cruzado, a todas las que le dicta la gana. Él mismo se jacta: “Aflojado en terracería”. Así lo dijo en los debates presidenciales de 2012. Es decir, corridito, desgastado prematuramente por las jodas autoimpuestas, por una vida entera marchando, desvelándose, renegando, comiendo posiblemente mal. Casi nadie lo ha visto fumar pero fuma; trae el colesterol alto porque, claro, le pega a los chuchulucos y a las garnachas. Imagino que sobre todo en las jiras.

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